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NICOLÁS POVEDA
Buenas tardes, de casi todos los sitios se vuelve.
Esta mañana, me encontraba en el pasillo de una clínica sentado, esperando me llegara el turno para recoger unos análisis y llevarlos después a la consulta de un médico que cuida mi salud, cuando vi avanzar por el pasillo -cuan largos son los pasillos de las clínicas y hospitales-, vi acercarse por él, a una mujer, ya mayor, bajita, yo le echaría mas de 80 años, que venia acompañando a un hombre más joven, pero con más de 50 años, al que cogía su brazo. Ella vestía un chaquetón, más de mercadillo que de El Corte Inglés, y unas zapatillas de andar por casa, y él vestía el mono de su trabajo, que apuesto era en un taller mecánico, lo digo por las machas de grasa-aceite que llevaba en el pantalón y calzado de taller. Era más joven que ella, y tenia el pelo cano pero largo con una poca melena.
Me fije en ellos, porque en las salas de espera hay poco en que fijarse, pero creo que acerté. Ambos se sentaron a pocos metros de donde yo estaba, y pude oír como ella le decía, “hijo que pelos llevas”, y mirándole como creo que le miraría cuando tenía 5 años, y con su mano le atusaba el pelo para evitar el desastre del peinado de su hijo. Él, seguro que ya acostumbrado, solo le decía “madre estate quieta que nos ven”.
Pues bien, esta imagen, me llevó a pensar en lo que nos están imponiendo, que no es otra cosa que acabar con el instituto familiar y con el cariño de sus miembros.
Que distinta la imagen respecto de esa pretensión, que alguna fascista intolerante ha dicho que hemos de cambiar la palabra madre, por no se qué, me parece que hay que llamarlas progenitora gestante o algo así. Todo menos madre, ya otra de la misma cuerda fascista hablaba de que en vez de patria, había que decir matria, todo un triunfo del intelecto intransigente e intolerante, señas de identidad de aquellos que no son otra cosa que fascistas, aun cuando ellos se lo digan a otros, pues son dos de las señas de identidad de tal engendro político.
Mientras veía a la madre y su hijo y como la primera le acicalaba con sus manos el pelo, me acordaba de aquella diputada por Galicia hija de una familia industrial farmacéutica muy importante en Galicia y en España por supuesto, que acudió a la primera sesión del Parlamento para el que había sido elegida llevando a su hijo y dándole el pecho, la que era del mismo partido político que las que ahora chillan, por lo que además de lo dicho cabe decir, que carecen de memoria. Solo se fijan en la “gestación” y se olvidan de la “crianza”. Todo en su conjunto es lo que hace a una madre, pero estas desertoras del cajero del super y otros menesteres, aunque algunas no tienen ni eso, solo se fijan obsesivamente en el sexo como acto de la gestación, de ahí su lucida legislación, que no hay por donde cogerla.
Es importante tal faceta, pero no es menos importante la crianza.
Bueno en estas estamos, lejos de la razón, anclados parte de nuestros políticos en la indignidad y en la intolerancia y la intransigencia, que leds lleva a denostar al contrario porque no piense como él, adoptando una actitud fascista de toda la vida, de la que no saben renunciar.
Hay otras de estas personajas, según su tesis, que aluden a la existencia de 17 familias con unas características que dicen son distintas y las llevan a un esperpento valleinclaniano que ni ellas mismas entienden, pero son los que mandan, más eso es una cosa y seguirles otra.
Yo me quedo con la madre del pasillo de la Clínica de esta mañana, porque ella si ha entendido lo que es tener un hijo, y no un chalet y mientras existan mujeres como la señora mayor de esta mañana, habrá esperanza para el género humano y nuestra sociedad.
Esta mañana, me encontraba en el pasillo de una clínica sentado, esperando me llegara el turno para recoger unos análisis y llevarlos después a la consulta de un médico que cuida mi salud, cuando vi avanzar por el pasillo -cuan largos son los pasillos de las clínicas y hospitales-, vi acercarse por él, a una mujer, ya mayor, bajita, yo le echaría mas de 80 años, que venia acompañando a un hombre más joven, pero con más de 50 años, al que cogía su brazo. Ella vestía un chaquetón, más de mercadillo que de El Corte Inglés, y unas zapatillas de andar por casa, y él vestía el mono de su trabajo, que apuesto era en un taller mecánico, lo digo por las machas de grasa-aceite que llevaba en el pantalón y calzado de taller. Era más joven que ella, y tenia el pelo cano pero largo con una poca melena.
Me fije en ellos, porque en las salas de espera hay poco en que fijarse, pero creo que acerté. Ambos se sentaron a pocos metros de donde yo estaba, y pude oír como ella le decía, “hijo que pelos llevas”, y mirándole como creo que le miraría cuando tenía 5 años, y con su mano le atusaba el pelo para evitar el desastre del peinado de su hijo. Él, seguro que ya acostumbrado, solo le decía “madre estate quieta que nos ven”.
Pues bien, esta imagen, me llevó a pensar en lo que nos están imponiendo, que no es otra cosa que acabar con el instituto familiar y con el cariño de sus miembros.
Que distinta la imagen respecto de esa pretensión, que alguna fascista intolerante ha dicho que hemos de cambiar la palabra madre, por no se qué, me parece que hay que llamarlas progenitora gestante o algo así. Todo menos madre, ya otra de la misma cuerda fascista hablaba de que en vez de patria, había que decir matria, todo un triunfo del intelecto intransigente e intolerante, señas de identidad de aquellos que no son otra cosa que fascistas, aun cuando ellos se lo digan a otros, pues son dos de las señas de identidad de tal engendro político.
Mientras veía a la madre y su hijo y como la primera le acicalaba con sus manos el pelo, me acordaba de aquella diputada por Galicia hija de una familia industrial farmacéutica muy importante en Galicia y en España por supuesto, que acudió a la primera sesión del Parlamento para el que había sido elegida llevando a su hijo y dándole el pecho, la que era del mismo partido político que las que ahora chillan, por lo que además de lo dicho cabe decir, que carecen de memoria. Solo se fijan en la “gestación” y se olvidan de la “crianza”. Todo en su conjunto es lo que hace a una madre, pero estas desertoras del cajero del super y otros menesteres, aunque algunas no tienen ni eso, solo se fijan obsesivamente en el sexo como acto de la gestación, de ahí su lucida legislación, que no hay por donde cogerla.
Es importante tal faceta, pero no es menos importante la crianza.
Bueno en estas estamos, lejos de la razón, anclados parte de nuestros políticos en la indignidad y en la intolerancia y la intransigencia, que leds lleva a denostar al contrario porque no piense como él, adoptando una actitud fascista de toda la vida, de la que no saben renunciar.
Hay otras de estas personajas, según su tesis, que aluden a la existencia de 17 familias con unas características que dicen son distintas y las llevan a un esperpento valleinclaniano que ni ellas mismas entienden, pero son los que mandan, más eso es una cosa y seguirles otra.
Yo me quedo con la madre del pasillo de la Clínica de esta mañana, porque ella si ha entendido lo que es tener un hijo, y no un chalet y mientras existan mujeres como la señora mayor de esta mañana, habrá esperanza para el género humano y nuestra sociedad.