“Uno de cada tres alimentos termina en la basura”

El “despilfarro” de comida en nuestra sociedad es un “grave problema” con implicaciones “éticas” e “importantes repercusiones” en los ámbitos “socioeconómico y medioambiental” según Maite Pelayo portavoz científica del Instituto Silestone que participó recientemente en unas jornadas celebradas en el Palacio Provincial



ALMERÍA HOY / 11·04·2022

El Instituto Silestone está llevando a cabo talleres para sensibilizar a la ciudadanía sobre el despilfarro de alimentos, un grave problema de nuestros días. Hace apenas un mes, organizó unas jornadas que tuvieron lugar en el Palacio Provincial con la colaboración de la Diputación. Para darnos una idea de su importante relevancia, Maite Pelayo, microbióloga y portavoz científica de la entidad reveló en RADIO ACTUALIDAD un dato demoledor: Uno de cada tres alimentos termina en la basura”.

Cerca de la mitad de ese “despilfarro” se genera en el hogar, según explicaba Pelayo. Para ser más precisos, en España supone el 42%, lo que significa 1.200 millones de kilos de comida arrojados cada año al contenedor. Para hacernos una idea, es lo que transportaría “una fila de camiones, pegados uno con otro, que ocuparía la distancia que existe entre Almería y Barcelona”. De ahí la relevancia de acciones de divulgación como las que está llevando a cabo la fundación impulsada por Cosentino.

El resto de las pérdidas -unos 1.700 millones de kilos- se producen en el canal HORECA, es decir, hoteles, restaurantes y caterings, 15%; la distribución y venta, 5%, y la fabricación, 38%.

Otro dato más próximo a nuestra comarca refleja que cerca del 50% de los productos que se despilfarran corresponden a la agricultura. Concretamente un 33% de frutas y un 14% de verduras. “Con este desperdicio estamos contribuyendo a despilfarrar y arrojar a la basura elementos esenciales de la Dieta Mediterránea”.

“No valoramos los alimentos debidamente. Ni en el primer ni en el tercer mundo. Uno de cada tres alimentos acaba en la basura, mientras que hay gente en el planeta que pasa hambre”. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), avala las palabras de Maite Pelayo: “811 millones de personas de personas se levantaban en 2021 sin saber si iban a comer ese día”. Además, los residuos generados con la comida suponen un “grave problema socioeconómico y medioambiental importante. Gran parte del efecto invernadero se debe a ese despilfarro”.

La situación es “muy preocupante”, en palabras de la microbióloga, hasta el punto de haberse convertido en una razón de peso suficiente como para “buscar soluciones” por parte de la comunidad.

La portavoz del Instituto Silestone reveló que la Unión Europea está legislando en ese sentido y, en España, el Ministerio de Consumo ha culminado el anteproyecto de una ley para la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. El propósito de la norma consiste en “instar a todos los agentes implicados a involucrarse en la tarea de disminuir el derroche de comida hasta alcanzar el objetivo de ‘cero’ residuos”.

“VERDURAS FEAS”

En cualquier caso, la científica avanza que el proceso de “concienciación” ya ha comenzado a dar sus primeros frutos. Prueba de ello es la existencia de tiendas que venden a menor precio las “verduras feas”, aquellas que sólo se diferencian por algún “defecto visual”, pero mantienen “todas sus propiedades nutritivas intactas”; otras que han establecido las “compras de último momento” para dar salida con rebajas a productos antes de que caduquen y, como principal novedad, pronto “será obligatorio llevarse las sobras después de la comida en un restaurante”.

Además, Pelayo adelantó que se va a legislar sobre la donación de alimentos antes de tirarlos y que se recuperen las frutas y verduras maduras para la elaboración de productos como zumos o mermeladas. “El objetivo es que no haya residuos alimentarios”.