“Antonio Segura y Francisco Montoya me han amenazado de muerte”

Manuel Muñoz representa al hombre que denunció a Segura y su socio Montoya por tráfico ilegal de agua. Esa acción dio pie a una demanda penal presentada por el fiscal de Medio Ambiente. Ahora se siente amenazado y en peligro. Asegura que registró una querella



ALMERÍA HOY / 24·10·2021

El conocido abogado veratense y presidente de la SAT Climasol suma otra querella en su contra. Manuel Muñoz representa a su suegro Rafael Salinas, el hombre que denunció a Segura y su socio Montoya por tráfico ilegal de agua. Esa acción dio pie a una demanda penal presentada por el fiscal de Medio Ambiente. Ahora, el yerno se siente amenazado y en peligro. Durante la entrevista anunció una querella. Asegura que la registró el 30 de septiembre en un Juzgado de Barcelona.

- Acusar en sede judicial a alguien de amenazas es algo serio, ¿está seguro de lo que ha hecho?
- Completamente. Me siento amenazado por Antonio Segura y Francisco Montoya. Y tengo pruebas que lo demuestran y acompañarán a las querellas que voy a presentar contra ambos. Me han amenazado de muerte y, en esas circunstancias, cualquier palabra que se utilice para describir la situación será demasiado suave.
- ¿Amenazas de muerte?
- De eso estoy hablando.
- Pues sí que está bien el tema, ¿cómo ocurrieron?
- En realidad han sido tres amenazas, una más suave y dos muy graves. La primera tuvo lugar hace más de un año. Un conocido empresario de Overa preparó una reunión con Antonio Segura y Francisco Montoya. Quería arreglar las diferencias que existen entre estos señores y yo, porque esta es una zona en que se crea mucha riqueza y problemas como el que nos enfrenta nunca son buenos. Estoy de acuerdo y no tuve inconveniente en acudir.
- ¿Estaba dispuesto a llegar a un acuerdo?
- Sí. Si Segura y Montoya devuelven a Sarama, la empresa de mi suegro que actualmente administro, todo lo que le han robado, aquí paz y después gloria.
- ¿De qué robo habla?
- Tiene que ver con unas acciones y derechos sobre las aguas del Negratín que Antonio Segura y Francisco Montoya compraron a mi suegro, el señor Rafael Salinas. Aquello no lo hicieron bien.
- Volvamos a la reunión en Overa, ¿qué pasó?
- Empecé contando mi versión de los hechos. Reconozco que dije palabras bastante recias, pero tampoco fueron más suaves las que recibí. Tras escuchar mis verdades, el señor Montoya se puso de pie y me dijo que me fuera a la calle porque me iba “a pegar un puñetazo que me iba a sacar los sesos”. Me negué porque yo estaba solo. Una situación violenta y descompensada. Le respondí que yo no soy tan violento como él estaba demostrando ser y que, llegados a ese punto, las diferencias las íbamos a resolver ante un juez. Ahí se acabó la reunión. Yo me fui y sentí como una amenaza lo que allí había ocurrido.
- Y puso una querella.
- En aquel momento no. Entonces no temí por mi integridad física, aunque ahora entiendo que sí debí hacerlo. Ocurrió como he dicho.
- ¿Cuál fue la segunda presunta amenaza?
- Segura y Montoya deben sentir temor a que la gente conozca las barbaridades que están cometiendo y pretenden amedrentarme. En ese estado de cosas, el señor Segura le dijo a una persona, cuya identidad me reservo, que yo estaba “señalado”. Todos sabemos qué significa señalar a alguien. Con estos antecedentes que le cuento, Segura le dijo a este señor que yo estaba señalado por no sé qué mafia.
- ¿Antonio Segura dijo esas palabras?
- Antonio Segura. Él, como abogado, sabe que una amenaza es un delito penal. Le dijo a este señor que yo estaba señalado y que tuviera cuidado, porque ser amigo mío no era bueno para él, a lo que éste repuso que sólo me había visto en un par de ocasiones, cosa que es verdad. Esta conversación la tengo grabada y la pondré a disposición de la Fiscalía.
- Literalmente, ha dicho que está señalado por una mafia, ¿a quién se refiere?
- Entiendo que me habrán señalado ellos, Antonio Segura y Francisco Montoya, y eso ya sí lo considero una amenaza de muerte. Me parece mucho más grave que la anterior.
- ¿Y la tercera?
- Fue hace unos días. Un amigo que tengo en común con el señor Montoya me preguntó en un bar de Lorca si no podía tener esto algún arreglo. Yo le respondí que si me devolvían lo que creo que me han robado, no tengo ningún inconveniente. Quedó en mediar, aunque antes tanteó si yo estaba dispuesto a ceder algo.
- ¿Y lo está?
- De lo que me han quitado de manera ilegal, ni un céntimo. Ellos saben que han obrado mal e intentan amedrentarme, ¡pero a mis 70 años ya no me asusta ni Dios! ¡Me pueden matar, pero asustarme, no! Entonces yo envié a una persona para que me representara, porque no estoy dispuesto a sentarme con quien me falta al respeto de la manera en que lo han hecho Francisco Montoya y Antonio Segura. Con ellos sólo lo haría ante un notario para firmar los documentos correspondientes una vez llegados a un hipotético acuerdo. Tras la reunión, mi representante me llamó y me dijo “¡vaya por donde han salido estos!”
- ¿A qué se refería?
- A que llegaron con amenazas. No me las quiso decir por teléfono, así que nos vimos y me contó que le dijeron “nos sale más barato quitarle de en medio”. Y repito, porque me parece grave. Le dijeron “nos sale más barato quitarle de en medio que devolverle lo que quiere”. Y aquí se acaban las tres amenazas. No sé cómo las entenderán la Fiscalía y el juez, pero yo voy a actuar en defensa, no ya de mis intereses, sino de mi integridad física. Por eso he decidido hacer públicos estos hechos. Entiendo que es una forma de protegerme.
- Como conclusión, usted se siente amenazado y ha solicitado protección.
- Así es. Me siento amenazado y voy a Barcelona precisamente para pedir protección en el juzgado en que presenté la querella para exigir lo que considero que me han robado. No quiero encontrarme con una bala perdida.
- Y, de paso, poner en conocimiento del fiscal las amenazas que nos ha contado.
- Punto por punto y palabra por palabra. También pondré a su disposición la grabación que tengo como prueba. Supongo que me preguntará si he pedido permiso para hacerla. Le diré la verdad, que lo hice porque tenía la sangre caliente y estaba asustado. Más que asustado, preocupado por mi familia. No por mí, porque, con 70 años, considero que tengo ya la vida hecha y vivida. Estoy intranquilo por mi familia. Por mis hijos y nietos –relata con la voz quebrada-.
- ¿Desea añadir algo más? - Sí. Quisiera decir a quienes la estén leyendo, algunos de los cuales, con sueldos a cargo de todos los españoles, apoyarán a estos dos individuos, que miren a sus hijos cuando salgan de su casa, y piensen que la ciudadanía tiene derecho a que la defiendan. Que no apoyen a delincuentes. Para mí, Antonio Segura y Francisco Montoya son presuntos delincuentes que actúan como una banda mafiosa en lugar de hacerlo como empresarios legales. Si tenían pensado quitarme de en medio… ahora lo tendrán más difícil. Recientemente hemos conocido que hay sicarios por la zona, y que una mujer contrató uno en Huércal Overa para matar al marido. No vaya a ser que a los señores Segura y Montoya se les haya ocurrido hacerse con sus servicios para actuar contra mí. Ya les costará más trabajo, porque la Justicia irá contra ellos en caso de que me pase algo. Los primeros sospechosos serán siempre los que han amenazado.