Como no hay problemas que solucionar ni amenazas de mayor enjundia que nos acucien, la oposición en Almería descarga sus energías en la persecución de fantasmas del pasado y evocaciones guerracivilistas
Retrato de Franco expuesto en la exposición de la Diputación Provincial. |
ANTONIO FELIPE RUBIO
Como no hay problemas que solucionar ni amenazas de mayor enjundia que nos acucien, la oposición en Almería descarga sus energías en la persecución de fantasmas del pasado y evocaciones guerracivilistas.
Ya pasó con un crucifijo en el Salón de Plenos, y ahora la polémica surge de una exposición sobre la historia de La Legión ilustrada con fotografías que reflejan, entre otras, las de los fundadores del Cuerpo creado en 1920 con el comandante de Infantería Millán-Astray al frente, y los que le secundaron como comandantes: Francisco Franco, Rafael Valenzuela, Juan Yagüe... Estamos hablando de una historia de hace casi 100 años y que no era precisamente un cuerpo sedicioso, secta perniciosa o adminiculo masónico; todo lo contrario, La Legión estaba al servicio de la autoridad legalmente constituida, y lo mismo intervenía en los protectorados del norte de África que sofocaba una revuelta revolucionaria obrera en Asturias; por cierto, campaña ordenada por el dirigente ultra republicano, Alejandro Lerroux, fundador del PRR (Partido Republicano Radical), un personaje que podría ser homologable en nuestros días a una mezcla entre Izquierda Unida, Podemos y la CUP —el PSOE le quedaba más a su derecha—. Lerroux era un consumado charlatán demagogo al estilo —salvando las enormes distancias— de los actuales podemitas y el perroflautismo ilustrado.
La fotografía que ha llevado al Patio de Luces de la Diputación de Almería la Hermandad de Caballeros Legionarios, y que ha excitado la polémica, es la de un comandante del Ejército de Tierra que se adscribió a La Legión allá por 1920. Evidentemente, si la exposición quiere ser rigurosa y ajustada a la propia historia, ha de contemplar la «pequeña anécdota» de quienes fueron sus primeros impulsores. Otra cosa es cómo nos salió aquel joven comandante diez y seis años más tarde.
Lo que pretende el PSOE e IU, extendiendo su comportamiento censor y sectario, es como presentar una exposición de la historia del Partido Comunista sin una foto de Stalin.
Pensemos que esto sucede a la inversa. Es decir, una asociación de los valores «democráticos» del comunismo decide presentar una muestra histórica de la Revolución Bolchevique de 1917. Evidentemente, tendrían que aparecer los principales impulsores, ideólogos y dictadores de este movimiento: Lenin, Trotski y Stalin. Ahora, imaginemos a los dirigentes de la Diputación de Almería, entre otros, Gabriel Amat y Javier Aureliano García convocando a los medios de comunicación para exigir la retirada inmediata de la foto de Stalin aduciendo su conocida trayectoria como dictador asesino que sumó más asesinatos que Hitler, Franco y Mussolini juntos.
Si se les ocurriese emprender esa osada iniciativa a los dirigentes del Partido Popular a estas horas estarían «colgados» en todos los medios y foros como «fascistas, intolerantes, censores, catetos... que hubiesen preferido una exposición de sus más allegados: Franco, Hitler, Mussolini, Viriato, Don Pelayo y el Cid». Además, con toda la razón, la ofendida izquierda hubiese argüido que no se puede presentar una exposición de la radio sin Marconi; del automóvil sin Henry Ford y de la electricidad sin Nicola Tesla; por tanto, una muestra sobre la Revolución Bolchevique ha de contar con las imágenes imprescindibles de Lenin y Stalin.
Por el contrario, y según la visión progresista, una exposición sobre la historia de La Legión ha de prescindir de aquellos que, aun siendo históricos fundadores, han de ser eliminados por sus respectivas trayectorias, ajenas y anacrónicas al sentido de una exposición que, gracias a la catetada intolerante de la izquierda, obtendrá mayor resonancia y asistencia (si antes no se acojonan los «maricomplejines») a esta muestra de la historia de una institución que no se merece la inmundicia de tan reaccionarios y ridículos comportamientos.
Ya pasó con un crucifijo en el Salón de Plenos, y ahora la polémica surge de una exposición sobre la historia de La Legión ilustrada con fotografías que reflejan, entre otras, las de los fundadores del Cuerpo creado en 1920 con el comandante de Infantería Millán-Astray al frente, y los que le secundaron como comandantes: Francisco Franco, Rafael Valenzuela, Juan Yagüe... Estamos hablando de una historia de hace casi 100 años y que no era precisamente un cuerpo sedicioso, secta perniciosa o adminiculo masónico; todo lo contrario, La Legión estaba al servicio de la autoridad legalmente constituida, y lo mismo intervenía en los protectorados del norte de África que sofocaba una revuelta revolucionaria obrera en Asturias; por cierto, campaña ordenada por el dirigente ultra republicano, Alejandro Lerroux, fundador del PRR (Partido Republicano Radical), un personaje que podría ser homologable en nuestros días a una mezcla entre Izquierda Unida, Podemos y la CUP —el PSOE le quedaba más a su derecha—. Lerroux era un consumado charlatán demagogo al estilo —salvando las enormes distancias— de los actuales podemitas y el perroflautismo ilustrado.
La fotografía que ha llevado al Patio de Luces de la Diputación de Almería la Hermandad de Caballeros Legionarios, y que ha excitado la polémica, es la de un comandante del Ejército de Tierra que se adscribió a La Legión allá por 1920. Evidentemente, si la exposición quiere ser rigurosa y ajustada a la propia historia, ha de contemplar la «pequeña anécdota» de quienes fueron sus primeros impulsores. Otra cosa es cómo nos salió aquel joven comandante diez y seis años más tarde.
Lo que pretende el PSOE e IU, extendiendo su comportamiento censor y sectario, es como presentar una exposición de la historia del Partido Comunista sin una foto de Stalin.
Pensemos que esto sucede a la inversa. Es decir, una asociación de los valores «democráticos» del comunismo decide presentar una muestra histórica de la Revolución Bolchevique de 1917. Evidentemente, tendrían que aparecer los principales impulsores, ideólogos y dictadores de este movimiento: Lenin, Trotski y Stalin. Ahora, imaginemos a los dirigentes de la Diputación de Almería, entre otros, Gabriel Amat y Javier Aureliano García convocando a los medios de comunicación para exigir la retirada inmediata de la foto de Stalin aduciendo su conocida trayectoria como dictador asesino que sumó más asesinatos que Hitler, Franco y Mussolini juntos.
Si se les ocurriese emprender esa osada iniciativa a los dirigentes del Partido Popular a estas horas estarían «colgados» en todos los medios y foros como «fascistas, intolerantes, censores, catetos... que hubiesen preferido una exposición de sus más allegados: Franco, Hitler, Mussolini, Viriato, Don Pelayo y el Cid». Además, con toda la razón, la ofendida izquierda hubiese argüido que no se puede presentar una exposición de la radio sin Marconi; del automóvil sin Henry Ford y de la electricidad sin Nicola Tesla; por tanto, una muestra sobre la Revolución Bolchevique ha de contar con las imágenes imprescindibles de Lenin y Stalin.
Por el contrario, y según la visión progresista, una exposición sobre la historia de La Legión ha de prescindir de aquellos que, aun siendo históricos fundadores, han de ser eliminados por sus respectivas trayectorias, ajenas y anacrónicas al sentido de una exposición que, gracias a la catetada intolerante de la izquierda, obtendrá mayor resonancia y asistencia (si antes no se acojonan los «maricomplejines») a esta muestra de la historia de una institución que no se merece la inmundicia de tan reaccionarios y ridículos comportamientos.