Un futuro diferente

LUIS ARTIME


25·02·2016

Alexandre Lacroix, escritor, filósofo y redactor jefe de la revista francesa Philosophie Magazine, ha escrito un artículo en el último número de su publicación, en el que hace un análisis del estado actual del trabajo, que me parece de una gran lucidez.

Comienza con una especie de test, al que hace simplemente veinte años sería muy sencillo responder:

A) ¿Cuántas horas pasa trabajando cada día?
B) ¿Cuánto dinero habrá ganado a final de mes?
C) ¿Hasta cuándo cree que ocupará el puesto que desempeña actualmente?
D) ¿Para quién trabaja?
E) ¿Cree que es útil el trabajo que realiza?
F) ¿Porqué trabaja?

Pero hoy en día las respuesta a este sencillo cuestionario, ya no resultan tan evidentes.

Para empezar, el tiempo empleado es difícil calcularlo, cuando los dispositivos informáticos, tablets, smartphones, o PC portátiles hacen que los comunicados o e-mails relacionados con nuestra tarea se mantengan pegados a nosotros, como un chicle a la suela de un zapato, de la mañana a la noche. El menor tiempo muerto puede ser empleado en el tratamiento de un problema.

El salario fijo, en una mayoría de profesiones, ha dejado de ser esencial, sustituido por las remuneraciones variables.

Los empleos precarios, por otra parte y además de la movilidad profesional, provocan que el porvenir sea difícilmente planificable.

En lo que concierne a la jerarquía, sobre todo si se trabaja para grandes empresas, es difícil de establecer con precisión. ¿A quién se rinden cuentas? ¿Al gran jefe, a los clientes, al ejecutivo de rango superior? ¿O bien se juega de líbero, guardando celosamente la agenda de contactos, y calculando una posible promoción futura en la competencia?

Acerca de la utilidad supuesta de nuestra labor, ya no se plantea como lo hacía un mecánico o un agricultor. Un banquero especializado en la venta de productos estructurados, o un analista-programador de Amazon... ¿cómo le explica a su hijo, o sus padres, en qué consiste su trabajo?

Y, al final, preguntarse porqué se trabaja, en esta sociedad que se está estrenando, no deja de plantear muchas incertidumbres. Si te echan de tu puesto, a corto plazo y si cuentas con la ayuda de tu cónyuge activa, una indemnización, o una herencia, puede ser llevadera, pero si no...

Los que ya hemos cumplido con nuestro ciclo productivo, vemos estas cosas desde una distancia algo melancólica. Pero, como seguimos vivos, no lo hacemos sin una moderada inquietud.

En cualquier caso, good luck. Os va a hacer falta.