¿Y ahora a quién voto?

PABLO DE AGUILAR

02·03·2015

Entramos en año de elecciones y a ver a quién voto.

El otro día hice un test por Internet que calculaba en qué posición ideológica se situaba uno. Después de contestar a unas cuantas preguntas, me salió que yo soy de centro izquierda, bastante cerca de la línea de la izquierda sin centrar. Bueno, como no me gustan los extremos, supongo que lo del centro no está mal. Puede que sí, que sea socialdemócrata. Pero, la verdad, no lo sé. Creo que el Estado debe garantizar servicios básicos como la salud, la educación, la protección a los excluidos, etc. (¿y quién no?). Es cierto que hay algunos que dicen que ellos no quieren pagar impuestos, que ya se pagarán su propio seguro médico y su plan de jubilación, que el dinero que se trabajan lo dedican ellos a lo que les plazca.

Bueno, yo trabajo para eso, sí, pero también para que al de al lado lo atienda un médico de atención primaria si fuera necesario, venga de donde venga, tenga trabajo o no. Creo más en la solidaridad que en la caridad aunque no es que no crea en esta última, pero sí creo que nadie debería depender de ella. Y creo que los impuestos que pago deben servir para eso y, aunque me fastidie pagarlos, los reconozco necesarios. Otra cosa es el uso que hagan de ellos. Y me indigno bastante cuando sé de alguien que gana decenas de veces más que yo intentando escatimar unos cientos de euros al fisco porque, amigo, lo que tú no pagas termino pagándolo yo. Y creo con firmeza que solidario sí, pero tonto lo mínimo posible.
Sí, puede que en ese aspecto me sitúe a la izquierda.

No creo en la bondad 'innata' de eso que llaman los mercados, o el Mercado, así, con mayúscula y no creo que se le pueda dar total libertad porque lo único que busca ese Mercado es engordarse y, por lo general, uno se engorda a base de que otro adelgace. No soy economista, quizá esto no sea así, pero es eso lo que creo. Creo, sí, que a ese Mercado hay que controlarlo, pero también dejarle hacer; porque en lo que no creo es que el Estado decida qué se compra qué se vende y por cuánto. O sea que sí, que creo en el Mercado, pero vigilando, para que no se desmadre.

Creo que el estado debe ser laico, pero no soy, ni mucho menos anti religioso. ¿Ves? Quizá ahí sea más liberal. Que cada uno crea en lo que quiera creer me parece bien. Creo, además, que el Estado debe colaborar a mantener un patrimonio histórico que, aunque de titularidad de la Iglesia Católica, es de todos. ¿Porque quién no disfruta contemplando la catedral de Murcia? Creo que las religiones son cosa de cada uno y creo que los católicos están en su derecho de exponer sus opiniones, pero no en el de imponer sus doctrinas. Creo que el aborto no puede ser penalizado, creo que cada uno se puede casar con quien quiera, del sexo que quiera y que se puede separar cuando le venga en gana y no me gusta la actitud de algunas 'alturas eclesiásticas', pero sí la de muchos de la base. Creo que se debe respetar la religión de cada cual y cada cual debe respetar la opinión del que no es de los suyos. Creo que no se debe demonizar a ninguna de ellas, como parece ocurrir ahora con el Islam que, seguramente, tenga mucho más bueno que lo que nos dejan ver; así como creo que los musulmanes moderados deberían mojarse más para poner en evidencia y arrinconar a los radicales. Creo que la religión, vivida en uno mismo y sin quererla imponer al de enfrente, en general es algo bueno. O sea, que con esto alguno me puede mandar hacia la derecha, no sé.

No creo en los partidos políticos, pero esto es por culpa de los partidos más que mía. Sí creo en que la democracia consiste en escuchar al Pueblo, pero también en cumplir las normas que nos hemos dado. Porque es que los que votan al del otro extremo también son Pueblo. Lo único que hay que hacer para cambiar las cosas es convencer a más gente que el de enfrente y apoyarse en esa mayoría para cambiar. Pero, claro, las minorías existen, y son Pueblo. Y no creo que haya que ignorarlas. Así que creo que las normas deben ser lo más consensuadas que sea posible, sobre todo las fundamentales y que no las cambien unos pocos, ni una mayoría demasiado escasa, porque eso solo conseguiría dividir. Y no puedo creer, nunca me han podido convencer, de que es imposible llegar a un punto de entendimiento sobre estas cuestiones. ¿Cuántas leyes de educación llevamos?

Solo voté una vez a partido ganador. En el 82. Y a veces creo que también era por ir a la contra porque entonces el PSOE no gobernaba. Y creo que es bueno ir a la contra del que está en el poder y controlarlo mucho, y que rulen, que hoy estén unos y mañana otros, aunque no sean los míos. No creo en caudillos y por eso no creo en los que están veinte años en el cargo, aunque les vote la gente. No creo en la política. Al menos en la actual, en la que se buscan votos como quien busca clientes frente a la competencia a costa de lo que sea. Ahora la política me parece más un negocio que un ánimo de servir. Y, sí, creo que eso es lo que debería ser: ánimo de servir desde la ideología de cada uno. No creo, sin embargo, que todos los políticos sean unos chorizos. Ni mucho menos. Creo que hay mucha gente honesta y creo que los aparatos de los partidos los alienan. No creo en los hooligans políticos, en esos que defienden ante cualquiera la bondad de todo lo de los suyos y la maldad de todo lo de los otros. No creo en los que quieren venderme motos y mucho menos en los que me desprecian y me califican de aquello que ellos detestan si no me subo a la suya (rojo, facha, hasta he escuchado a un eminente tertuliano y catedrático insultar medio en broma pero dejándolo caer de centrista). No creo que si eres de los otros seas mala persona ni tampoco que estés equivocado porque, la verdad, tampoco creo que yo esté en lo cierto.

En fin, por ir concretando, no creo en el PP, no porque los considere a todos ellos gente demasiado a la derecha, pero sí porque entre los suyos hay gente que está en contra de la mayoría de cosas que creo.
No creo en el PSOE porque ya me engañaron una vez y gato escaldado de agua fría huye. Y mira que pienso que serían los más adecuados porque todavía recuerdo aquel sentimiento de cambio del 82 y se me alegra la sonrisa.
No creo en Podemos no porque piense que el partido es demasiado extremista (que no lo tengo claro) ni que defienda los regímenes de Venezuela o Cuba (que tampoco lo tengo claro), que a mí no me gustan, sino porque pienso que sus líderes sí que lo hacen, o lo han hecho, y no les creo el cambio que de repente han sufrido (el gato escaldado).
Me creo un poco más a Ciudadanos, pero no sé si ellos están en mi onda, o yo en la suya. Y lo mismo me pasa con UPyD, a cuya líder le veo ramalazos de ego que me echan para atrás. Y de IU, pues tampoco creo en ellos, qué le voy a hacer porque, recordemos, mi test me dijo que yo estaba más al centro.

O sea, que llega año de elecciones y yo estoy con estas. Pues no me queda nada que pensar…


Pablo de Aguilar González es informático y escritor.