¡A la memoria de Manuel Tejada! (Capataz eterno del Cristo del Amor)


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Sin que se apaguen los sones de la Semana Grande, sin que se vayan los aromas que nos han dejado las noches, sin amainar los vientos que nos han azotado en esos días, quería, antes de entrar en la vorágine de la vida que nos tienen preparados los políticos para las próximas semanas, dedicarle un recuerdo a un hombre que se nos fue a los cielos, si es que éste existe, a mecer, bailar y querer al Cristo del Amor como nunca otro lo ha hecho.

Manuel Tejada se nos fue hace muchos años, tanto que ya solo nos acordamos de él algunos viejos amigos cuando llega la Semana de Pasión en Almería y añoramos con tristeza su ausencia. Sí, Manuel, te seguimos echando de menos. Nos emocionaban sus cabalgadas Paseo arriba delante de tu Cristo del Amor. La fuerza y el temple que tenían sus gestos y sus palabras a la hora de hablar con sus niños, sus costaleros. Los mimaba, les hacía sentir con su voz y su ánimo que era leve pluma lo que llevaban sobre sus costales. Y ellos se convertían en los mejores costaleros bajo la voz y el cariño de su capataz, de Manuel Tejada.

Recuerdo que algunas veces los amigos nos pasábamos. Nos volvíamos muy pesaos cuando le pedíamos que la agrupación musical tocara la marcha “Nuestro Padre Jesús”, y que nos bailara al Cristo de Perceval como solo su cuadrilla sabía hacerlo. Y Manuel nos miraba con ojos de gran persona y, debía estar “compinchao” con el director de la banda, pues a un gesto suyo, de ese entrañable ser humano que llevaba dentro, de nuevo sonaba en la noche almeriense “Nuestro Padre Jesús” y los pies de aquellos costaleros llevaban, traían, subían, bajaban y hasta volaban por los aires a un Cristo que se dejaba hacer, que sabía que estaba en buenas manos y en los mejores costales.

Este año no he visto subir el Paseo al Cristo del Amor, lo he visto bajar, y, me acordaba Manuel de ti, y de aquellas subidas tuyas y de tus chicos llevando en volandas la hermosa talla de Perceval. El Cristo sigue siendo el del Amor, pero algo había cambiado. Supongo que aquellos costaleros ya no están debajo de las trabajaderas, que ya no es tu cuadrilla, Manuel, que se hicieron mayores, como nosotros, y los actuales ya no oyen la emocionada voz de aquel Tejada, que un año, en una de aquellas levantadas hasta el cielo él también se nos fue para no volver.

Pero no te he hemos olvidado, Manuel. Vuelves a nosotros cada Semana Santa, y te añoramos en aquellas arrancadas llenas de pasión y de entrega, subiendo el Paseo, delante de tu Cristo del Amor, al son de “Nuestro Padre Jesús” y con esa cuadrilla de costaleros, agachados unas veces, siempre escondidos, que seguían con sus pasos tu voz y tu fe, mientras que en los que os veíamos desde las aceras sentíamos la emoción que llenaba la noche almeriense al paso de vuestro Cristo, el del Amor.

Manuel, hasta el año que viene.