Níjar contra los coches viejos ¿Vendrá después contra nosotros?


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Llevo unos cuantos años diciéndome que tengo que cambiar de coche, que el pequeño se levanta tosiendo, sus ventosidades son cada día más ruidosas y los bollos no los sanea ni mi amigo Juan Guerrero de Pechina. Al pobre le cuesta pasar la ITV, y eso que lo llevo siempre con la bufanda puesta para que no se me resfríe. La última vez que lo llevé a Los Mellizos -el hijo se ha convertido en un gran mecánico-, me dijeron que el coche había cogido el covid o la covid, y que necesitaba pasar por la uvi.

No crean que no tengo ganas de comprarme un lamborgini, no sé si lo he escrito bien, o un mercedes de última generación, tampoco me parece mal un polvo, perdón, he querido escribir volvo, pero cada vez que miro la cuenta en Cajamar me digo que el pequeño tiene que aguantar un año más. Y en eso andamos los dos, en esperar que llegue abril, pase la Itv y soporte un año más a estos puñeteros políticos que están empeñados en acabar con él.

¿Qué les habrá hecho mi pequeño, que los políticos la han tomado con él, y con mala leche, oiga?

Los padres y las madres que viven de nuestros impuestos en este país están empeñados en que nos compremos coches nuevos, y a ser posible híbridos y eléctricos. No tienen cara estos vividores. Ellos y sus buenos sueldos se pueden permitir cambiar de coche cada dos años, nosotros, los currantes o jubilados, tenemos esa posibilidad bastante más lejana.

Andaba yo tranquilo. No tengo ningún interés en ir a Madrid en coche, ni siquiera para ver a mi colega y amigo Ignacio Flores, que se nos ha hecho del oso y del madroño desde hace unos años, y me dice el puñetero que se siente feliz, que ha comenzado una nueva experiencia que le está siendo muy positiva. Y me saca envidia. Y me pone los dientes largos. Voy a tener que dejar de ser amigo suyo.

Se lo digo a mi pequeño 107, no te preocupes que no vamos a ir a Madrid, que no permito que unos políticos digan por donde puedes o no circular, y todo porque tienes más años de los que a ellos les interesan. Empiezan por los coches, pero al final estos malditos políticos son capaces de acabar con los que tenemos casi todos los años cumplidos. Vendrán a por nosotros, estoy convencido. Les estorbamos.

Uno pensaba que solo era Madrid, la capital del reino de Sánchez y la Montero, la que ponía pegas a la entrada de según qué coches a la almendra central, pero las copias salen en nuestra provincia. En estos días nos hemos enterado que la reina de los desalojos y chabolas de Almería, la alcaldesa de Níjar, doña Esperanza Pérez, imita al alcalde madrileño y anuncia que al centro de la villa de Níjar no podrán entrar los coches que no tengan la etiqueta de joven, guapo, sin abolladuras y que sus ventosidades no sean como las de las vacas, que ya sabemos son las culpables de todos los males que tiene este planeta. Vamos, que doña Esperanza solo quiere ver coches nuevos, relucientes, híbridos o eléctricos por la almendra central de su villa.

Creo que con mi pequeño 107 no podré ir a ver a doña Esperanza al ayuntamiento. Te han marginado, chiquitico, te lo vengo diciendo, tienes que convertirte en híbrido o enchufarte a la red de Sevillana. Claro que para ello habrá que esperar una ley de Sánchez y Motero para que los coches también puedan cambiarse de sexo. Y en eso estamos, esperando que salga la ley para que mi pequeño se decida y se cambie de sexo.

¡Puñetero país en el que nos ha tocado vivir!