El ataque de los jueces fascistas, heteropatriarcales, ignorantes y prevaricadores


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

La ley del “sí es sí” va a dar mucho que hablar. Una buena ley es aquella que prevalece en el tiempo y cualquier persona con mediana instrucción es capaz de comprenderla, y casi de interpretarla, ejemplo: el Código Civil de Napoleón, del que es fruto, por cierto, el nuestro. Stendhal dijo, y seguramente no mentía, que aprendió a escribir leyendo aquel código.

Desde luego en la porquería de leyes que produce nuestro cuerpo legislativo no va a aprender a escribir ni la mismísima ministra de Igualdad. Al presidente le da igual.

La rebaja de penas a agresores de mujeres, que en lento goteo ya ha empezado a producirse por aplicación de una Ley suprema, a la que deberían estar subordinadas las demás leyes, y que es la Constitución Española de 1978, en su art 9.3 establece: (…) la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales.

Patxi López desconoce este precepto, por lo que ha manifestado con premura y desenvoltura que si estos jueces –ya calificados con adjetivos varios- sueltan a los presos violadores o abusadores, él los capturará con un cazamariposas gubernamental. La Fiscalía hace lo que puede en pro del gobierno al que sirve, pero los jueces… ya sabemos como son.

Hay que esperar con ansia el veredicto del Tribunal Supremo a ver si pone orden en este estanque… pero el espectáculo de la confusión ya ha sido tan lamentable como lo sería acabar de una vez por todas con el tipo penal de la malversación. Hecho, si se produce, para el que cualquier comentario sobra.

Lo que subyace en este caos es un oxímoron ideológico: al progresismo en general la cárcel le parece un instrumento netamente fascista que no rehabilita ni convierte en ciudadano ejemplar a casi ninguno de sus ocupantes. Ni siquiera es una medida de seguridad, sino una venganza más excesiva que proporcional a la gravedad de los delitos cometidos.

Por eso ya no hay en los códigos penales progresistas la pena de cadena perpetua: porque se pierde con dicha pena el deseable y arraigado mito de la reinserción social y la rehabilitación de determinados delincuentes.

Sobre esa premisa sobrevuela la sombra del inevitable castigo: la violencia machista siempre ha existido y siempre existirá, mientras seamos una especie brutal de australopitecos y no arcangélica como, en efecto, deberíamos ser con nuestra esmerada educación y nuestro raciocinio, el que lo tenga.

Ahora, los mismos que hablaban hasta ayer de rehabilitación y reinserción, de terroristas, por ejemplo, quieren castigar a alumnos de colegios mayores, a los aficionados al perreo y a los piropos lascivos.

El instrumento efectivo que la sociedad española, un poco australopiteca, entiende, no consiste en la profusión de cursillos de reeducación que se propone para maltratadores y jueces cimarrones, como si estuviésemos en la Revolución Cultural, sino en un agravamiento de las penas del código penal: por ejemplo, un insulto o un piropo lascivo, una multa; una bofetada a una mujer, tres años de cárcel; una reiteración sobre esos antecedentes, cinco años de cárcel, y así hasta aproximarse a la pena del homicidio o del asesinato… penas que ya existían, sin esta gravedad espartana que propongo, antes de esa confusa ley que el feminismo radical ha encontrado, y que, como se ha demostrado, es contradictoria y contraproducente.

El problema es que la rehabilitación y el castigo ejemplar en el mismo texto, a veces son contraproducentes por contradictorios. Y en este caso los derechos -constitucionales- del reo de estos específicos delitos, casualmente no coincidirían con el agravamiento de la represión de sus conductas.

Veremos que dice el Tribunal Supremo a aquellos que pretenden conciliar el soplar y el sorber al mismo tiempo.

Por cierto, no se puede ser ignorante y prevaricador al mismo tiempo, al prevaricador se le reconoce la triste gracia del conocimiento. Es un oxímoron.

Esperemos con impaciencia a ver que se les ocurre para quitar la malversación de Junqueras sin que pueda beneficiar a Bárcenas... en aplicación del derecho penal quirúrgico inventado por Rufián, y antes por Luis XIV que, al parecer, era catalán.