¿Qué les haces, o qué les das, Gabriel Amat?


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Recuerdo Gabriel cuando hiciste alcalde a Julio Ortiz (el hombre que quería dejar los seguros y adentrarse en el mundo de la política). ¡Qué tiempos aquellos! Los militantes socialistas, en aquellos años con Azorín al frente, tenían preparado el ágape en un restaurante del pueblo, y vieron como los votos iban cayendo en la casilla del vendedor de seguros. Las caras de estos eran un poema.

Nunca nos quisiste contar dónde tuviste escondido a Julio durante los últimos días antes del pleno para elegir alcalde. Lo estuvieron buscando, no dieron con él, y Julio fue alcalde de Roquetas con los votos de tu partido. Y tú, concejal de Urbanismo. Ahí empezó tu reinado.

Recuerdo que cuando te pregunté por la operación, entonces nos llevábamos medio bien, me contestaste “que a ver si pensaban los socialistas que tenías la cabeza solo para llevar gorra”.

Te lo has sabido montar dentro del Ayuntamiento de una manera encomiable. No sé si para bien del municipio, para el tuyo, o para la democracia, pero lo cierto es que has logrado manipular a políticos de la derecha, del centro, de la izquierda, de la extrema, liberales y hasta a los independientes.

Es un don el que tienes, no podemos pensar otra cosa, cuando vemos a los concejales de los distintos grupos políticos de tu ayuntamiento ir cambiando de camisa, de chaqueta y de toda la ropa que haga falta, pero no se van de tu entorno. ¿Qué les haces, Gabriel? Mejor dicho ¿Qué les das, Gabriel?

Dejan a sus partidos, a sus líderes, pero no dejan el cobijo de tu compañía, y se quedan a tu lado, con más o menos enfrentamientos en los plenos, pero cerca del gran padre político de Roquetas (todavía) de Amat. ¿Recibiendo? Esa es la pregunta que se hace el personal, ¿qué reciben para seguir como gatitos roneando y pegados a tus piernas?

En casa (vivir en medio del campo sería una maravilla si tuviéramos mejores políticos que cuidaran no solo de sus ediles y cuchipandas que le acompañan, también de los ciudadanos que pagan sus sueldos), son unos doce gatos a los que hay que echarles comida todos los días. Los hay tranquilos, los que te bufan, los que emigran a otros cortijos, pero vuelven a su casa donde tienen asegurada la comida, los que no te dejan vivir con sus carantoñas y los que se te enredan a tus piernas y te pueden hacer caer si no andas con cuidado.

A los tuyos, ¿qué les haces, Gabriel?

Da la impresión de que el señor Amat, don Gabriel, tiene bien controlados a los suyos. Son cinco los que tiene en estos momentos, cinco a los que darles de comer todos los días, cinco con los que compartir cariño, cinco que lo esperan todos los días con alguna queja, una petición, un deseo. Pero don Gabriel no tiene la cabeza para llevar gorra. Lo tiene claro el hombre. No creo que ninguno de los que forman parte del quinteto de referencia dejen (hoy por hoy) el regazo que les da calor en el ayuntamiento. Dentro de unos meses, cuando lleguen las elecciones, ya se verá lo que hay que hacer. Por ahora no hay manto mejor para guarecerse que el de don Gabriel.

¿Se ha acercado ese momento?

Lo de Paco Barrionuevo es la primera muestra de que algún que otro de los arrimados puede ir alejándose de Gabriel ante mayo del año que se aproxima. La denuncia del señor Barrionuevo sobre sus firmas es algo extraño, y más que el denunciante vaya directamente a la policía sin pasar antes por el padre de todos ellos. ¿Qué busca don Francisco? Lo mismo el hombre solo quiere que se sepa quién le ha falsificado la firma. ¿Y no se lo dice a Gabriel? Algo no huele bien. ¿Gabriel no le ha dado en esta ocasión a Paco lo quería? Eso puede ser.