El Gobierno sigue pensando en prohibir la prostitución


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

En los años sesenta y setenta las mujeres que se dedicaba en Las Perchas y debajo del puente del mineral a la que algunos aseguran como la profesión más antigua del mundo, bajaban todos los jueves en coches de caballo a la carretera de Ronda, donde en esos años se encontraba Sanidad. ¿Sigue por allí? Un médico, famoso en aquellas décadas en Almería, era el encargado de certificar la salud de las mujeres que, por obligación de las autoridades, tenían que ir a pasar consulta. Es de imaginar que no era el único galeno que dedicaba la tarde de ese día a tal menester, pero el que guardo en mi memoria era el más conocido de entonces ante tan ardua tarea.

Aquellas consultas de los jueves pasaron a mejor vida, como lo hizo el barrio de Las Perchas y el puente del mineral como lugar de concentración y regodeos sexuales del personal. Durante años la prostitución ha estado en el limbo. Era como si no nos atreviéramos a condenarla al infierno, o a sacarla del purgatorio a la que la habíamos sometido. La hipocresía era la postura elegida, la doble moral, el esconder la cabeza, el no querer ver y saber lo que estaba ocurriendo con esas mujeres, unas obligadas a la prostitución, otras en el ejercicio libre de hacer de su cuerpo y con su body lo que le daba la gana.

Llegaron los años de La Sauna Marfil, de las Gatitas de María del Mar, del Volcán, del Séptimo Cielo y de tantos otros tugurios donde las mujeres volvían a poner su cuerpo al servicio de mafias que las trataban como ganado del que sacar beneficios. Los pisos proliferaron en toda la ciudad de Almería, Roquetas, El Ejido, Níjar y otras localidades de la provincia. Aparecieron las luces rojas en las carreteras, los burdeles en los invernaderos sin limpieza y ninguna higiene.

Los locales con copas y reservados se fueron cerrando, las luces rojas dejaron de ser puntos llamativos en las carreteras y las mujeres se vieron de nuevo en las calles, como había ocurrido en otros tiempos a lo largo de la historia.

Hoy los políticos quieren prohibir la prostitución y en Almería cerrar más de cincuenta prostíbulos que a ello todavía se dedican.

¿Se le puede prohibir a una mujer que con su cuerpo se gane la vida?

¿Qué haga lo que quiera con él, siempre que lo haga en libertad?

Los que ya no estamos para lanzar cohetes, por lo que no tenemos un interés personal, especial o sexual en el tema, sí que nos preocupa que se siga jugando con las mujeres a lo largo de los años. Unos las obligan a prostituirse, las traen con engaños de sus países, ganan dinero con ellas. Y mientras estos se aprovechan de las ganancias que proporcionan, otros, los políticos, dicen defenderlas, y para ello deciden prohibir la prostitución. Tan complicado, pregunto ¿es controlar a esos proxenetas, sin son ellos los que están esclavizando a esas mujeres?

La prostitución esta legalizada (en casi) por no decir en toda Europa. No han sido unos hipócritas como nosotros en todos estos años que la hemos mantenido en el limbo. Y ahora nos entra el arrepentimiento, nos damos golpes en el pecho y decidimos su prohibición.

La mujer tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera, empezando por abortar a partir de los dieciséis años sin el consentimiento paterno, pero en lo tocante a alquilar o vender su cuerpo como profesión… ahí no le respetamos la misma libertad de hacer con su cuerpo lo que ella prefiera. Mañana, si se presenta, los políticos la obligarán de nuevo a llevar velo e ir a misa todos los domingos.

Porque ya se sabe que España, en lo tocante a las partes blandas, también es diferente.