La flagelación y el cilicio de Ramón Herrera


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Los Ramones fueron una banda de punk-rock de los años setenta. Mi compadre José Ángel Pérez les podría contar mejor la historia de estos chicos-músicos americanos, y si algún día lo hace en su Facebook, no se la pierdan, la historia de Joey merece la pena.

En esta provincia también tenemos nuestros Ramones. Y cantan, oigan. Los dos son portavoces de su partido, lo que quiere decir que cantan venturas y desventuras de su grupo y de sus gentes. Uno lo hace con acento almeriense, es el portavoz de Javier Aureliano y de sus ocurrencias en el PP en Almería y abre demasiado la boca al pronunciar algunas vocales. Cosa que nos ocurre a casi todos los que por aquí vivimos. El otro Ramón lo hace con el típico acento andaluz, ya que a él le toca hablar en nombre del “mollete” de Málaga y canta las derivas del PP de la comunidad.

Nuestros Ramones, como se habrán imaginado ustedes, son: Ramón Fernández Pacheco, alcalde de la ciudad de Almería, y Ramón Herrera, parlamentario andaluz. Uno cree que tienen los papeles cambiados. El alcalde de Almería tiene que cantar las aventuras del PP andaluz, y al parlamentario andaluz le tocar contar las alegrías y las desdichas del PP almeriense.

¿No sería más lógico al revés? claro, lo sería, pero no cree que le está pidiendo usted demasiado al Partido Popular. Cierto, no dan para más, y demasiados ejemplos tenemos para ello.

Ramón Herrera, ante lo que ha ocurrido en el PP madrileño entre Ayuso y Casado, el hombre no tuvo otra idea que lanzarse a la piscina.

“Ayuso es desleal con el partido, con la dirección nacional, con Pablo Casado”

“Casado está muy tranquilo”

Y nuestro Ramón se quedó tan tranquilo. Eran los primeros momentos del enganche y no debió medir los tiempos. Hoy, el Herrera Ramón debe estar arrepentido de la metedura de pinrel que ofreció al personal. Creía el hombre cuando se tiró a la piscina que esta tenía agua, y la piscina se vaciaba a la misma velocidad que el cuerpo de Ramón caía. Cayó, cayó, y la “hostia” que se dio contra el fondo de color azul cielo de la piscina no es de las que reparte un cura cualquiera, fue una “hostia” por lo menos de obispo, de cardenal y hasta de más altas instancias de la iglesia de Roma.

Ramón se flagela, se ha colocado un cilicio en el muslo, ha colocado una foto de Santa Ayuso en su mesita de noche y la ilumina con palomillas de aceite, de aquellas que vivían y encendían nuestras madres en sus tiempos jóvenes cuando la Sevillana de entonces cortaba la luz, cosa que hacía demasiado a menudo. Ha prometido ir andando a la Puerta del Sol de Madrid a postrarse y solicitar el perdón de la señora, si hiciera falta. Que lo consiga le deseamos de todo corazón, pues todo apunta a que lo va a necesitar, el perdón.

Herrera, unas preguntas, aunque entiendo que no las vas a querer contestar. ¿Te dio orden Javier Aureliano de que acusaras de desleal a Ayuso? ¿Lo haces a nivel particular? ¿Estás intentando cubrir a tu jefe de Almería? El otro Ramón, el nieto de Monterreal, se ha mostrado más precavido. Ha preferido el silencio. Le han debido decir desde Sevilla, “mi arma, no te metas en este lío, que no sabemos cómo va a terminar, que lo mismo nos tenemos que aliar con Feijoo”. Y el hombre no se ha metido con Ayuso, por lo menos hasta hoy. Ya veremos mañana.

El nieto ha sido más listo que su compañero de dúo, o lo han aconsejado menor. A la hora de cantar ha desentonado menos.