“’Dónde irá ese mindundi’ y cosas peores dijeron de mí en campaña”

Francisco Miguel Reyes, el único regidor de Ciudadanos en el Levante almeriense, alberga “buenísimos recuerdos” de la noche electoral. No obstante, aún le resulta imposible sustraer a la memoria la “saña” con que dice fue tratado por sus contendientes y antiguos compañeros del PSOE



ALMERÍA HOY / 07·11·2021

- Hace dos años y medio, usted fue una de las grandes sorpresas de la noche electoral. Aunque tenía experiencia como concejal socialista, decidió luchar por la alcaldía al frente de Cs en un feudo histórico del PSOE y ganó ¿Qué impresión le queda de aquellos días?
- ¡Uff! Buenísimos recuerdos. Hubo una transición, porque es mejor no estar donde no le quieren a uno. Sin embargo, me alegro de haber tomado aquella decisión. Gracias a ella, a partir de esa noche empecé a sentirme muy querido en mi pueblo, que me apoyó con su voto de manera tan extraordinaria como para sacar siete de los once concejales de la Corporación. Guardo esa sensación con muchísimo cariño, porque mi familia lo pasó muy mal. Yo contaba con el apoyo incondicional de mi madre, mis hijos y mis hermanos. Vi el sufrimiento que les costó mi decisión y, aunque recibía constantemente el ánimo de muchos gallarderos, me era imposible evitar una gran incertidumbre que sólo podía despejar el recuento de los votos.
- ¿Qué le decía la gente de su entorno cuando decidió presentarse?
- Me preguntaban si estaba seguro de lo que hacía. Que me lo pensara bien. Pero nunca me dijeron que no lo hiciera, y me ofrecieron todo su apoyo. Sin condiciones.
- Porque usted decidió enfrentarse en las urnas al partido por el que había sido concejal en varios mandatos. Eso debió generar cierta tensión.
- Yo ya era consciente de que la habría desde el momento en que determiné concurrir a las elecciones con Cs. Mi gente me apoyaba y me animaba. Me decían que buena parte del pueblo estaba conmigo, pero hasta que se cuentan las papeletas, todo está por decidir. Fueron meses de muy alta tensión, desde el 11 de enero, el día en que me informaron oficialmente que no contaban conmigo en el Gobierno municipal.
- Usted adujo que no se sentía valorado por la entonces alcaldesa María González.
- Un alcalde debe valorar y dar relevancia al trabajo del equipo que tiene detrás. Los alcaldes sólo somos la cara visible de un grupo de personas que se parten la espalda para que los proyectos salgan adelante y el pueblo funcione como un reloj. Sin ellos no somos nada. No entender eso fue el fallo de María. En el Grupo Municipal, ninguno somos imprescindibles, pero todos somos necesarios.
- ¿Hubo un problema de celos políticos? - Por mi parte, no. Simplemente, entiendo que es preciso dejar el poder a un lado para hacer equipo. Fue María quien provocó el alejamiento al dejar de contar conmigo en las decisiones, dejándome al margen durante los últimos cuatro años. Eso fue lo que me llevo a distanciarme.
- ¿Cómo es la relación hoy entre ustedes?
- La situación es muy distinta. Mentiría si le dijera que vamos a tomar café juntos, pero hay respeto. También cierto malestar. No es una relación agradable.
- Supongo que, al menos, se verán para tratar asuntos municipales; ella está al frente de la oposición. Ahora se sientan en lados opuestos de la mesa del despacho de la alcaldía, ¿cómo se desarrolla esa escena?
- María no ha llegado a venir a la alcaldía en estos dos años. Sí lo ha hecho al Salón de Plenos para consultar expedientes. Únicamente hemos estado juntos en esas circunstancias.
- ¿Puede cambiar esa relación más adelante? ¿Es posible que vuelvan a formar parte de un mismo equipo?
- El futuro es imposible de predecir. Lo único que puedo decirle es que yo no guardo rencor. El respeto siempre por encima de todo. Me considero una persona cordial, pero dejemos unos puntos suspensivos como respuesta a su pregunta. Que decida el tiempo.
- ¿Cuál ha sido el cambio más notable que le ha supuesto pasar de ser concejal del equipo de Gobierno a presidirlo?
- El tiempo. Yo siempre he atendido a todo el mundo como concejal, pero la alcaldía precisa más entrega y, por tanto, ocupación. La mayoría de los vecinos quiere contar sus problemas al alcalde, y considero una obligación escucharles, atenderles y hacer todo lo posible por solucionar sus preocupaciones.
- ¿Cómo se siente el Francisco Miguel Reyes alcalde?
- Muy orgulloso de serlo. Que tu pueblo, quien mejor te conoce, te elija para gobernar sus asuntos es el honor más grande que puede hacerte y un enorme estímulo para trabajar todos los días. Sobre todo, en un mandato como éste, marcado por la pandemia. A pesar de ello, la hemos gestionado y avanzado en nuestro proyecto de mejorar los servicios municipales. Entre otras cosas, hemos recuperado el abrevadero y el lavadero público; trazado el sendero de los Molinos del Rio Aguas; iniciado las obras de nuevas sedes para la Biblioteca y la Policía Local, así como emprendido los primeros pasos para que el Plan General de Ordenación Urbana sea una realidad.
- Destaque un recuerdo de la noche de las elecciones.
- Me acordé de mi padre, que no estaba. Entre todas las emociones vividas, fue lo que más eché en falta.
- Pero, ¿qué imagen se quedó grabada en su retina?
- La de mi madre y mis hijos abrazándome. ¡Habían sufrido tanto los meses anteriores a esa noche! La política tiene lotes que no gustan nada. Recordaré siempre ese abrazo.
- ¿En qué consistían esos ‘lotes’?
- En el desprecio y la saña con que me trataron algunos. ‘Dónde irá ese mindundi’, y cosas peores dijeron de mí en tono despectivo.
- Una campaña electoral no deja de ser una batalla, un tiempo de excesos verbales, en la que cada uno usa las armas de que dispone.
- Pero la educación impone unos límites. No puede valer todo. Nosotros fuimos muy respetuosos con los demás candidatos. Nadie escuchó de nuestros labios un insulto ni un desprecio hacia nadie.
- Y, por lo que dice, no recibieron el mismo trato.
- No. No fue recíproco. Considero que, por encima de las diferentes formas de ser y pensar, todos somos personas y debemos tratarnos con respeto también durante una campaña electoral. Que cada grupo presente su programa y los vecinos elijan. En eso consiste la democracia.
- ¿Cree que sus excompañeros del PSOE estaban convencidos de que ganarían una vez más la alcaldía de Los Gallardos?
- Eso no lo puedo saber.
- Pero se ve en las caras.
- Es que fueron unas elecciones muy especiales. Además, en Los Gallardos existe desde siempre mucha afición al teatro, y los del PSOE supieron mantener muy bien el tipo esa noche.
- ¿Cuándo fue consciente de que iba a ser alcalde?
- Todavía estábamos en el colegio electoral. Por el recuento sabíamos que obtendríamos siete concejales. Recuerdo caras de mucha alegría en ese momento.
- No serían de sus excompañeros del PSOE.
- No precisamente. Se presentaron para ganar y supongo que les causaría algo de tristeza no conseguirlo.
- ¿Les dedicó alguna mirada especial?
- No tuve ningún mal gesto con ellos, si es eso lo que me pregunta. No sentí ira ni nada por el estilo. Cuando entendí el peso de la responsabilidad que el pueblo había depositado en mí volcándose de la manera en que lo hizo, intenté mantener el tipo, pero me mareé.
- ¿Se mareó?
- Sí, me dio un vahído. Aún quedaban papeletas por contar, sin embargo, mis hijos se abrazaron a mí locos de alegría. Pero les dije que era preciso terminar el escrutinio.