“Es insólito que el Gobierno fomente una campaña de desespañolización”

Juan Abreu fue uno de los ‘marielitos’ que huyeron de Cuba en busca de libertad y de una oportunidad de vivir en un sentido bastante más amplio de lo que designa esa misma palabra en la Isla. Agudo observador de la realidad, el escritor ha compartido con nosotros su análisis de la actualidad española y, por supuesto, la cubana



ALMERÍA HOY / 03·10·2021

De niño, Juan Abreu se escondía para leer debajo de la mesa. Su madre decía a las amigas que su hijo llegaría muy lejos porque se pasaba las horas leyendo mientras los demás andaban “zapateando” las calles de La Habana. Tenía razón. Juan Abreu fue uno de los ‘marielitos’ que huyeron de Cuba en busca de libertad y de una oportunidad de vivir en un sentido bastante más amplio de lo que designa esa misma palabra en la Isla. Primero llegó a Miami y, después, se instaló en Barcelona. Agudo observador de la realidad, el escritor ha compartido con nosotros su análisis de la actualidad española y, por supuesto, la cubana.

- ¿Con qué edad salió de Cuba?
- Tenía 28 años. Salí en 1980, con el éxodo del Mariel. Fui a EEUU, viví un tiempo en Miami, después vine a España y me afinqué en Barcelona.
- En una Barcelona diferente a la de hoy.
- Muy diferente. Han cambiado mucho las cosas. Yo llegué en 1997. Era muy raro ver una bandera independentista. Ahora, lo extraño es no toparte con una a cada paso. Entonces no había manifestaciones por la independencia y, hoy, las calles están tomadas por los secesionistas. Es algo que me llama mucho la atención. Tal vez porque vengo de Cuba, una sociedad más lenta, ironías de la vida, por la herencia española.
- ¿Conoce algún país en que se haya producido algún proceso semejante?
- Ninguno. España es el único en que he visto algo así.
- ¿Y qué le parece?
- Me parece terrible este cambio tan tremendo. Y lo peor es que se debe a un abandono absoluto y complaciente por parte de todos los gobiernos de España que se han sucedido. Esa actitud ha permitido el crecimiento y envalentonamiento de estos antiespañoles disfrazados de demócratas, que han estado 40 años conspirando contra la Nación. Resulta alucinante que no se les haya combatido nunca desde el Estado y desde el mundo de la cultura. Imagínese hasta qué punto han sido cómplices los gobernantes, que Pujol llegó a ser nombrado español del año. Todo esto ha sumido a la gente en un profundo desencanto. Recordemos que estos grupos separatistas eran minoritarios, pero se les ha permitido apoderarse de los medios de comunicación y del dinero de todos. Es algo que nunca se debió consentir. Menos mal que nos queda la Justicia para poner algún límite a este despropósito.
- ¿Cómo cree que hemos llegado a esta situación?
- Todo esto tiene mucho que ver con la educación, que se entregó por completo a estos grupos minoritarios. Ellos han sabido aprovechar la ocasión para moldear una sociedad a su imagen y semejanza. También ha contribuido notablemente una serie de reconocimientos que no se debieron hacer nunca, y unos privilegios otorgados en base a una Historia inventada a su conveniencia. Esos mimbres han servido para debilitar la estructura del Estado. Ni en Francia, Alemania ni ningún país civilizado se habría admitido una complacencia con quienes quieren volar la Nación semejante a la que existe en España, que parece albergar una especie de desamor por sí misma. Es una situación insólita en un país con una Historia preñada de logros tan extraordinarios que es para sentirse orgulloso. Yo nací en una tierra conquistada y me siento muy agradecido por todo lo que me ha legado España, empezando por la lengua, que me libró de tener que expresarme en taíno. Doy gracias al trabajo de civilización que hicieron los españoles, los menos racistas y crueles de todas las naciones de Europa que conquistaron América.
- Es curioso que sostenga esto usted, un cubano, mientras el discurso que aquí predomina es el contrario.
- Pues ustedes deberían recordar que los españoles fundaron las primeras universidades de América. Ésa no es la manera de actuar de un país de genocidas.
- Ya, pero la opinión más extendida es la de la leyenda negra de nuestra actuación al otro lado del Atlántico.
- Es verdad que son pocos los historiadores que han buscado la verdad en lugar de dejarse llevar por la corriente mayoritaria. Sin embargo, la obra de María Elvira Roca Barea ha supuesto una revolución. Por desgracia, no llega a las escuelas, donde se sigue enseñando una Historia falseada.
- Es evidente que a usted, cubano, le preocupa la España de hoy.
- Porque esta situación me afecta y duele particularmente. Ya le he dicho que me siento muy agradecido por lo que, como cubano, le debo a España. Pero es que aquí, además, me acogieron muy bien. Cuando salí de mi país, viví unos años en Miami. Sin embargo, si no escribes en inglés, en EEUU no te publica nadie. En España me han editado ya una decena de libros. El último, ‘Eros y política’, es un retablo de la política española. Me interesa la política y me interesa España, por eso me entristece la deriva española.
- Su libro‘Emanaciones, 2008-2011’, está prologado por Arcadi Espada, un referente mediático de la derecha, mientras que el epílogo lo firma Cristina Fallarás, una reconocida periodista de la izquierda.
- A mí no me parece nada extraño. Me considero una persona libre. Conocí a Cristina Fallarás cuando trabajaba con Arcadi en Facto. Me pareció interesante lo que escribió entonces y le pedí el epílogo. Yo aprecio sus textos con independencia de su ideología. Creo que eso debe ser lo normal.
- ¿Cómo resumiría el momento actual de la política española?
- Vivimos un momento trágico de la Historia de España. Me parece insólito que el Gobierno del PSOE, sin entrar a hablar de Podemos, su socio chavista y castrista, fomente una campaña de desespañolización.
- Por esa opinión le pueden llamar fascista.
- Yo hui de un sistema autoritario a bordo de un bote, ¿cree que me importa que alguien me llame fascista? O comunista, que viene a ser lo mismo.
- ¿Cree que esta situación tiene arreglo?
- Siempre hay arreglo, aunque la batalla será muy grande. Existe un interés muy grande por parte del poder en alejar a los ciudadanos de la realidad con debates ficticios. Ahora han descubierto el de la matria como concepto opuesto a patria, ¿a quién le importa eso? Es difícil, pero es preciso plantar batalla.
- En cualquier caso, todas las encuestas apuntan a que le quedan dos años a este Gobierno.
- ¡Ojalá! Están tratando de dinamitar la estructura del Estado. Ya lo hizo Chaves en Venezuela. Cuando llegó al poder, cambió las reglas para perpetuarse.
- Aquí tenemos la ventaja de formar parte de la Unión Europea, que no permitirá algo así.
- Europa no va a enviar tanques a España. Existen precedentes. La UE ha mantenido siempre una actitud siniestra con la dictadura cubana. Aún no la ha condenado. Yo no confiaría demasiado en que no transija con un totalitarismo encubierto.
- ¿Qué me puede decir de Cuba? Las revueltas han devuelto su país al escaparate de la actualidad.
- Cuba es una dictadura militar que lo controla absolutamente todo. No hay medios de comunicación libres. Ni siquiera internet. Hay una cosa llamada intranet bajo la vigilancia de la seguridad del Estado. Para comunicarse con el exterior, los cubanos piratean esa red y, gracias a eso, sabemos que miles de personas han sido detenidas, y que el ejército ha puesto en marcha una ola de terror, registrando domicilios en busca de muchachos sospechosos de ser contrarrevolucionarios. A los reclutas les obligan a salir a las calles a manifestarse en apoyo al régimen.
- ¿Cree que estamos asistiendo al principio del fin del castrismo?
- Siempre he sido muy pesimista. Tras la caída de la Unión Soviética, pensé que Cuba, una vez desaparecida la potencia que la sostenía, evolucionaría como Rusia, una dictadura en lo político, pero con una apertura liberal en lo económico. Sin embargo, ahora estoy convencido de que la sed de libertad que ha sacado a miles de cubanos a las calles no se va a parar.
- ¿Cómo explicaría a quien está leyendo esta entrevista la situación que se vive en Cuba?
- Ningún habitante de Almería resistiría en Cuba cinco minutos sometido al régimen de escasez. Desperdiciando horas de vida en colas eternas, con libretas de racionamiento para obtener aceite o pollo para pasar un mes. La diferencia que he percibido en esta revuelta es que Cuba se ha polarizado al percibir una nueva clase emergente entre los dirigentes del régimen. Son las familias de los que hacen los negocios. Se han apoderado del entramado productivo, controlado por el Estado, y se han convertido en millonarios.
- ¿Qué le sugiere la palabra revolución?
- Me despierta sospechas. En Cuba significa lo contrario de lo que nos dijeron. Hoy, la gente es más pobre que nunca. Mientras tanto, esa nueva clase de que le hablo ha ocupado los barrios ricos, tiene yates y sus hijos conducen mercedes en medio de la pobreza.
- Sin embargo, una gran parte de la población de Cuba, y de países occidentales, justifica la dictadura cubana por los avances conseguidos en asistencia sanitaria y educación.
- Dos grandes mentiras. Por una parte, existe una generación de cubanos que vivió el inicio de la revolución y le cuesta renunciar a su mito y a sus sueños de juventud.
- Ése no es el caso de Mario Vargas Llosa, quien, aunque no es cubano, aplaudió la revolución, pero hace tiempo que la combate en sus escritos.
- Vargas Llosa es una de las excepciones. A la gente le cuesta mucho trabajo reconocer sus errores.
- Ha identificado a una parte de los que justifican el régimen cubano ¿quiénes conforman la otra?
- La otra parte tiene que ver con el racismo. Es el caso de los europeos que encuentran una disculpa a algo tan vil como es la prostitución de niñas y niños en el Malecón de La Habana con un argumento que a mí me resulta repugnante y ofensivo: “Para ellos está bien”.
- ¿Qué se puede hacer ante esto?
- Yo hago mi parte. Escribo libros.
- ¿Qué escribe usted?
- De todo. Escribí unas memorias [‘Debajo de la mesa’] en que hablo de una parte de mi vida, desde mi infancia hasta que me fui de Cuba. También novelas, ensayos… Después me fui interesando por la política española.