“Mató a las hijas para hacer sufrir a su exmujer y se suicidó por cobardía”

Joaquín Amills, de Carboneras y portavoz de la familia de las dos niñas presuntamente asesinadas y arrojadas al mar por su padre en Tenerife, revela detalles de un suceso que ha tenido a todo el país en vilo



ALMERÍA HOY / 17·07·2021

La muerte de un hijo en el mar en extrañas circunstancias, muy probablemente asesinado, lejos de hundir a este carbonero, le empujó a emprender una gran empresa. Fundó ‘SOS desaparecidos’, una organización sin ánimo de lucro dedicada a buscar a quienes se extravían sin dejar rastro. Sin embargo, recientemente ha saltado a la actualidad por haber sido elegido portavoz de la familia de las dos niñas presuntamente asesinadas y arrojadas al mar por su padre en Tenerife. Durante esta conversación, Joaquín Amills revela detalles de un suceso que tuvo a todo el país en vilo.

- Desde el dolor y la desesperación que debe rodear la desaparición de seres tan queridos como los hijos, ¿imaginaban que la búsqueda de las dos niñas de Tenerife acabaría con la certeza de la muerte de ambas?
- La verdad es que ya nos temíamos un desenlace como el que ha sucedido, pero albergábamos la esperanza de descubrir al asesino. Sabíamos que encontrar a Anna era muy difícil debido a la rotura de la bolsa en la que su padre lanzó el cuerpo de la niña al mar. No obstante, era preciso reunir las pruebas del crimen. Beatriz, la madre, fue consciente de esa dificultad antes que nadie. Sin embargo, mantuvo en todo momento una admirable entereza. Estaba en paz y agradecida a los agentes de la Guardia Civil y a la tripulación del buque que se emplearon a fondo en la búsqueda de sus hijas. También mostró su gratitud a los medios de comunicación por el trato responsable, serio y riguroso con que han informado sobre el caso, que ha supuesto un precedente en la forma de tratar un asunto de este tipo. Creo que a ese estado de paz del que le hablo ha contribuido, sin lugar a dudas, la certeza de que el sujeto capaz de perpetrar un crimen tan execrable está muerto.
- No obstante, ustedes describían a Tomás Gimeno, el padre y presunto asesino, como un buen padre.
- Dijimos eso, pero sólo por estrategia. La psicóloga elaboró un perfil psicológico de Tomás y aconsejó en un primer momento, cuando aún cabía la posibilidad de que las niñas estuvieran vivas, apelar a su corazón. Eso significaba evitar revelar lo sinvergüenza que era.
- ¿Cómo describe a Tomás ese informe?
- Como un sujeto narcisista, de comportamiento infantil y tramposo. Para él, ganar era lo más importante, y siempre celebraba sus triunfos avergonzando al perdedor.
- ¿En qué basan ese diagnóstico?
- En testimonios de sus amigos. Por poner un ejemplo, hace tres años se le rompió el embrague de un coche, pero en lugar de arreglarlo –que podía hacerlo porque tenía dinero de sobra-, urdió un plan para, por esa minucia, engañar a la compañía de seguros. Lo consiguió y no perdía ocasión para contarlo jactándose de su hazaña. Nunca quería ni podía admitir perder. Para él, las niñas eran de su propiedad. El 27 de junio aún decía que iban a estar bien atendidas. Mentía. Al encontrar el cuerpo de Olivia supimos con seguridad que había planeado hasta el último detalle del crimen esperando que las condiciones del mar fueran propicias para su propósito.
- Es decir, un horrible crimen premeditado.
- Correcto. Su objetivo consistía en castigar a su exmujer haciéndole sufrir con la desaparición de sus hijas. Beatriz es, sin embargo, completamente distinta. Ella quería respetar el derecho del padre a ver a sus hijas, aunque no existiera un régimen de visitas estipulado. El 27 de junio, Tomás pidió llevar a Anna a dar una vuelta y recoger a Olivia en clase de alemán. Cuando lo hizo, entregó a la directora de la academia, que era su novia entonces, un sobre con 6.000 euros y una carta con el encargo de que no lo abriera hasta las 24:00. Sin embargo, lo abrió a las 17:00. El escrito era una despedida, pero la mujer no hizo nada. Mientras tanto, Tomás dejó a Olivia en clase de tenis y a Anna en casa de los abuelos paternos.
- ¿Con qué motivo dejó a las niñas? ¿Había decidido ya matarlas?
- Claro que sabía que lo haría. Lo tenía perfectamente planeado. Precisamente dejó a sus hijas un momento para ir al puerto y comprobar que el barco funcionaba y todo estaba listo conforme a lo previsto. Después recogió a las niñas, fue a su casa a las 19:30 y allí las mató. Pero antes, hizo que la pequeña Olivia grabara un audio encargando a su madre recoger unos cuadros. Tomás Gimeno envió a Beatriz un último recuerdo. Una maldad propia de un ser depravado. En ese momento asesinó a sus dos hijas.
- ¿Se sabe cuál fue la causa de la muerte?
- Un edema por asfixia o colapso cardiaco. A falta del informe toxicológico de la autopsia, pensamos que las niñas fueron asfixiadas.
- ¿Conocen los siguientes movimientos de Tomás?
- Sí. Metió a las niñas en unas bolsas que cargó en el coche junto a los pesos que utilizó como lastres. Demostró una vez más la frialdad con que había planeado hasta el último detalle al coger el perro para dejarlo en casa de sus padres, a los que también entregó las tarjetas bancarias con los números pin, así como la documentación del auto que les había transferido un día antes.
- ¿Está seguro de que las bolsas que se ven en video contenían los cuerpos de las niñas?
- Completamente. Aunque las imágenes grabadas por las cámaras no son de gran calidad, no dejan lugar a dudas de que se trataba de las mismas bolsas de deporte que arrojó al mar.
- ¿Se le notaba a Tomás el peso de los cuerpos de las niñas al transportarlas desde el coche a la embarcación? - Para nada. Ni siquiera se le apreciaba que tenía una lesión en una costilla. Sólo paró un momento para atender una llamada de Beatriz interesándose por sus hijas. Le contestó que iba a cenar con ellas y se las devolvería después.
- ¿Y ya estaban las niñas muertas?
- Así es. Esa conversación tuvo lugar con él en el puerto y los cadáveres de las niñas en las bolsas.
- ¿Sintió Beatriz algo extraño durante la conversación?
- No notó nada raro. En ese momento, Tomás se limitó a responder que ya se las devolvería. Fue en una llamada posterior, que Beatriz realizó ante la tardanza en regresar de su exmarido con las niñas, cuando éste le contestó de manera arrogante que jamás volvería a verlas, y que se iría muy lejos. Entonces comenzó a preocuparse. A las 22:10 fue a la Guardia Civil y volvió a llamarle en presencia de un agente. Conectó el sistema de ‘manos libres’ y, ante las indicaciones del miembro del Cuerpo de que devolviera las niñas a su madre, contestó que ningún guardia le iba a ordenar lo que tenía que hacer, y pidió que le dejaran en paz. Después hizo algo que no encaja. A las 23:00 volvió al puerto. Creemos que fue algo improvisado, porque podía estar esperándole Beatriz con la Guardia Civil. Una patrulla costera le dio el alto por infringir el toque de queda y registró la embarcación, pero no encontraron nada. Tras la inspección, le ordenaron amarrarla y le impusieron una sanción.
- Pero ¿cómo es posible que no le detuvieran?
- Porque la Guardia Civil del Mar no tenía constancia de que sus compañeros de tierra ya estaban buscando a Tomás. Sin embargo, que lo pararan cuando volvía al puerto fue determinante para que decidiera suicidarse. En ese momento fue consciente de que no podría escapar, y su ego no le permitía que la sociedad le señalara como un asesino.
- Entonces, ¿el suicidio no entraba en sus planes?
- Lo tenía previsto desde el principio, y tenía claro que tenía que hacerlo en un punto donde no fueran encontrados nunca ni su cadáver ni el de las niñas, porque su objetivo era el sufrimiento de Beatriz. Sin embargo, cuando llegó la hora de la verdad, le entró miedo y se dispuso a pensar qué hacer para escapar. Después, cuando le paró la Guardia Civil del Mar, se dio cuenta de que era imposible. Compró tabaco y cargó el móvil, que siguió operativo hasta las 2:00. Fue el tiempo que empleó en decidir si acababa o no con su vida.
- El relato estremece.
- Sí. Él nunca actuó por impulso ni por un brote psicótico sin tener la conciencia clara. Lo tenía absolutamente todo premeditado. Sabía en todo momento dónde tenía que estar, aunque acabó con su vida por cobardía, para no afrontar la imagen que merecía como el asesino de sus hijas que dejó a su perro tras matarlas. Nadie piensa en las tarjetas de crédito cuando sufre un brote psicótico.
- Y ustedes, supongo que haciendo de tripas corazón, insistiendo en lo buen padre que era.
- Porque creíamos entonces que las niñas estaban vivas. Las cartas las redactamos nosotros mismos, no el FBI. Como ya he dicho, teníamos que decir eso para no despertar a la bestia. Ésa fue la estrategia hasta encontrar el cadáver de Olivia. Fue un milagro. Cuando la vida te golpea te ofrece también herramientas para gestionar el dolor. La aparición del cuerpo significó saber que las había matado. Por otra parte, también ha supuesto que la sociedad empiece a tener consciencia de lo que es la violencia vicaria y que todos nos rebelemos contra ella.
- ¿En qué consiste esa ‘violencia vicaria’?
- Es la que ejerce uno de los cónyuges sobre los hijos de ambos para castigar al otro miembro de la pareja. Una fórmula de chantaje emocional intolerable. Un niño no debe ser usado jamás como instrumento de venganza.
- Usted ha estado, y continúa estando, muy próximo a Beatriz, la madre, ¿cómo es ella?
- Muy especial. Una persona incapaz de albergar odio, aunque está rota en un millón de pedazos. Su preocupación era encontrar a sus hijas y, para conseguir ese objetivo, sabía que no podía odiar. Para mí es un ejemplo de gratitud. Nos daba ánimos constantemente. Todos los días nos decía “hoy encontraremos a las niñas”. Siempre recordaré una frase cuando apareció el cadáver de Olivia: “Joaquín, las hemos encontrado, aunque no en la forma que habíamos soñado”. Me dejó sin palabras ¡La madre de dos niñas asesinadas por su marido me estaba consolando a mí en el momento en que apareció una de sus hijas muerta!
- Tal vez porque podía entenderla más que nadie. Aún no ha aparecido el hijo que le asesinaron a usted.
- Aunque no era biológicamente mío, lo tuve desde que tenía dos años, y siempre fue mi hijo. No obstante, Beatriz y yo somos ricos, porque tenemos la moneda más valiosa: La solidaridad. Con ella no es necesario preocuparse de nada.
- ¿Se puede hacer algo para evitar crímenes como el de Tenerife?
- En primer lugar, se trata de una cuestión de educación. Nadie se convierte en este tipo de maltratador de la noche a la mañana. Después es preciso informar para aprender a desenmascarar a todos los ‘Tomás Gimeno’ que existen. Los insultos y amenazas son síntomas a los que no debemos restar importancia, porque siempre son el prólogo de lo peor. Formación siempre, y acudir a la Policía y los tribunales.
- Este tipo de comportamiento ¿es un trastorno de la personalidad?
- Quienes utilizan a sus hijos para hacer sufrir a su cónyuge no son enfermos mentales. No presentan ningún remordimiento por lo que hacen. En España hay ahora mismo 40 menores desaparecidos por sustracción parental, es decir, porque se los ha llevado uno de los dos progenitores. En este momento no sabemos si están vivos o muertos. También hay alrededor de 300 que fueron con su padre o madre a otro país, generalmente del Este de Europa, y no han regresado. Si el menor se ha ubicado allí, nunca será devuelto. En esas situaciones son frecuentes los chantajes de permitir un contacto de un cuarto de hora por videoconferencia a cambio de dinero. Es una lacra muy extendida, por desgracia, en todo el mundo. Hace falta entender los derechos de los hijos, y que no son propiedad de nadie.