“Con una docena de ‘Jesús Peregrín’ el mundo sería hoy mucho mejor”

Muy pocos saben como Bienvenido Fernández de la vida y milagros de don Jesús Peregrín. Dice que es “un santo del siglo XXI” y, en esta conversación, nos acerca a su figura



ALMERÍA HOY / 06·06·2021

Tras 52 años juntos, pocos saben como él de la vida y milagros de don Jesús Peregrín. Dice que “salvar a tantos millones de personas necesitadas” ya es suficiente prodigio y que es “un santo del siglo XXI”. No le faltan razones para atestiguarlo. Destaca que ha predicado con el ejemplo la ayuda a los demás “y la alegría de dar”. En 17 años, a través de la Fundación que lleva su nombre, ha empleado tres millones de euros en poner en marcha 500 proyectos con los que hacer la vida más fácil a millones de habitantes de los países más pobres del mundo. Bienvenido Fernández, la mano derecha de don Jesús, nos brinda la oportunidad de conocerle.

- ¿Cuándo conoció usted a don Jesús Peregrín?
- En 1969. Yo tenía 13 años y acababa de entrar en la Escuela de Formación de Almería. Don Jesús apareció por clase para impartir una charla y ejercicios espirituales. Ahí comenzó una relación ininterrumpida de 52 años que llevo junto a él.
- ¿Estuvo tentado de ir más allá de pertenecer a una asociación que ayuda a los más necesitados?
- No. Mi vocación siempre estuvo clara desde el principio. Éramos personas muy cercanas a don Jesús que nos fuimos formando con él y abriendo grupos en diferentes lugares. En los años 80 llegó a haber 50 agrupaciones. Lo que en un principio eran reuniones en la casa del padre Jesús, fue evolucionando. Se expandió a colegios femeninos y otros centros, entre ellos la Universidad Laboral. Organizábamos convivencias, teatro, viajes e infinidad de actividades que no nos dejaban tiempo para pensar en otras cosas.
- ¿A qué se dedica usted?
- Soy promotor. Los únicos años que he estado fuera de ECAS fueron los que estuve estudiando Ingeniería en Tarrasa y el de la mili. Aunque no dejé de estar conectado durante ese tiempo.
- ¿Qué es ECAS?
- Las siglas de Equipos de Cristo Amor Sembrarás. Ese es el nombre de los grupos que fundó don Jesús en los años 60.
- ¿Tenía que ver con Radio ECA?
- No, aunque tuvimos monitores que eran locutores de esas emisoras, como Juan José Aguilar. Fueron los primeros responsables de los grupos.
- Si echa la mirada atrás, ¿qué recuerda de don Jesús Peregrín en aquellos años?
- Era un gran hombre de oración, con un interior inmenso. Totalmente entregado a los demás. Predicaba con un ejemplo que invitaba a seguirle, para ver qué hacía en el día a día. Practicaba todo lo que nos enseñaba. Por eso fuimos creciendo en él. Nos inculcó la satisfacción de ayudar a los demás y la alegría de dar. De esa manera fue tejiendo una red de solidaridad formada por gente joven. Y cuando llegó a ser delegado de Misiones, nos inició también en esa faceta. Pero, al principio, éramos grupos de jóvenes estudiantes internos de toda la provincia a los que nos organizaba actividades durante los fines de semana que no íbamos a nuestros pueblos.
- Habla de coherencia como norma de vida de don Jesús, ¿recuerda algunos ejemplos?
- Su primera parroquia como sacerdote fue la de Santa Fe de Mondújar. Su familia le compró una moto, pero allí vivía una familia en la que el padre necesitaba una para ir a trabajar. Don Jesús le regaló la suya. Poco después, la familia Peregrín le entregó a don Jesús un Seat 600. No tardó en encontrar a alguien que lo necesitaba y se lo dio. Los Peregrín entonces le compraron otro coche, pero a nombre de la empresa para evitar que volviera a donarlo. Don Jesús ha pasado toda su vida dando, visitando enfermos, acompañando a personas con problemas o buscándole trabajo a la gente; bautizando a nuestros hijos y enterrando a nuestros mayores; dedicando su vida a ayudar a las personas. Ha sido un padre para todos nosotros y uno de los pocos santos con vida del siglo XXI.
- ¿Qué le empujó a seguirle?
- Don Jesús nos hablaba de valores y de otra forma de vivir. En aquellos tiempos había una gran dificultad para relacionarnos chicos y chicas, y los grupos ECAS permitían ese contacto, lo que suponía un importante aliciente. Pero, por encima de todo, nos dimos cuenta de que suponía una manera de desarrollarnos. Yo era muy tímido y superacomplejado, sin embargo, don Jesús nos transmitía habilidades de comunicación, algo que hoy es la base en las enseñanzas que imparten las escuelas de negocios. Es un psicólogo excepcional. Percibía las dificultades de cada uno y nos ayudaba a crecer en todos los aspectos.
- ¿Qué destacaría de su personalidad?
- Que basa su vida en la oración. Se pasa todo el día rezando. Nunca ha tenido radio ni televisión. No lee periódicos, aunque está al día de lo que ocurre en el mundo. Yo he viajado con él durante 18 años, y el tiempo que no estaba ocupado, se le podía encontrar en la capilla con su libro de oraciones. Siempre pensando, estudiando, analizando o escribiendo. Completamente implicado en la tarea de ayudar a los demás. Pendiente en cada momento de todo el mundo. Velando por resolver cualquier dificultad de quienes le rodean. Yo destacaría su constancia. Es un gran psicólogo que ha ayudado a un montón de gente y, sin embargo, son muy pocas las personas de Almería que lo conocen. Es más conocido en el tercer mundo que en su tierra, aunque ahora ha empezado a recibir el reconocimiento de instituciones almerienses.
- Y, fuera de la oración, ¿cuáles son sus inquietudes?
- Llevamos editando una revista desde hace 60 años, y también le interesa la cultura, sobre todo la música. Hemos participado en numerosos eventos de música religiosa y fomentado las relaciones con misioneros. Fundamentalmente ha estado muy relacionado con los jóvenes. Tal vez sea la persona que más muchachos ha movilizado en la provincia. Ha sido muy versátil a la hora de relacionarse con la gente, pero su tesón y gran amor por todos ha conseguido que quienes le conocen crean en él. A diario le siguen 300 ó 400 personas que hablan con él o asisten a sus reuniones. Despide un aroma a santidad que le ha acompañado a lo largo de toda su vida.
- ¿Cuándo dio don Jesús el salto hacia las misiones?
- Primero fue nombrado delegado de Misiones en 1985. La Delegación almeriense era entonces de las últimas de España tanto en movimiento como en recaudación, pero, en muy poco tiempo, pasó a ser la segunda. Sólo la de Navarra presentaba mejores resultados. Empezamos a visitar colegios para repartir la revista Gesto. Hacíamos rastrillos, nos multiplicábamos en la colecta del día del Domund y promovíamos charlas con misioneros. Durante este tiempo dependíamos de la Iglesia a través de la Organización de Misiones Pontificias, y entregábamos todo el dinero recaudado a Roma, que se encargaba de distribuirlo. Sin embargo, don Jesús se jubiló. Fue lo mejor que pudo ocurrir, porque en ese momento, en 2004, constituimos la Fundación Jesús Peregrín. Por medio de ella continuamos nuestra actividad, pero con total autonomía para visitar países, dirigir proyectos y trabajar con gente a la que ya conocíamos.
- Es decir, a partir de entonces empezaron a proponerse sus propios objetivos.
- Exactamente. Al morir sus padres, don Jesús empezó a viajar. Enviábamos directamente a los misioneros el dinero recaudado para sus proyectos y, sobre todo, comprábamos en esos países multitud de objetos que luego vendíamos en los rastrillos multiplicando por diez la inversión. Decidíamos qué proyectos apoyar en función de las necesidades que percibíamos. Los sometíamos a un riguroso examen consistente en 25 puntos, entre los que destacábamos la renta per capita, si se dirigía a la infancia o el grado de marginalidad de la población a la que iba destinado. Valoramos tanto la viabilidad como la eficacia a la hora de financiarlo, porque llegamos sólo a un 10% de lo que nos piden. Este año tenemos solicitudes que suman dos millones de euros y apenas vamos a poder contribuir con 200.000. Hemos de ser muy escrupulosos a la hora de elegir el destino de ese dinero.
- En todo este tiempo, ¿cuántos proyectos han financiado? ¿Qué cantidad han empleado en ellos?
- Alrededor de 500 con cerca de tres millones de euros. Pero, lo más importante, es que hemos ayudado a decenas de millones de personas. Las cuatro patas en que se funda nuestro proyecto son los comedores escolares para mitigar el hambre; construir escuelas y guarderías, porque la educación es lo más importante; la sanidad es la tercera a la que hemos dedicado nuestros esfuerzos levantando ambulatorios y hospitales y, por último, nos hemos volcado también en la obra civil, aforando pozos. Algunos de los proyectos han requerido tres o cuatro años para desarrollarse, como una escuela en Bangla Desh o un internado en Bombay. En otras ocasiones, como un comedor en Nicaragua, nuestra aportación es constante.
- ¿Esos comedores se nutren exclusivamente de lo que ustedes mandan?
- Exactamente. Gracias al dinero que les enviamos comen y desayunan cien o doscientas personas en cada uno de ellos. Así les ayudamos a salir adelante.
- ¿Cuál es esa otra realidad que usted observa en los países a cuya población ayuda?
- Es verdad que ha ido mejorando, aunque, con la pandemia, ha vuelto a aumentar el número de personas que mueren de hambre. Aquí hemos estado confinados, pero más de mil millones de personas en el mundo no se pueden confinar. Comen cada día de lo que salen a buscar y cambian por plátanos o lechugas. Por eso, cuando sales a esos países y vuelves al cabo de un mes de convivir con sus gentes, los problemas que te encuentras aquí no resisten la menor comparación con aquellos. Cuando una persona enferma en Indonesia, la familia tiene que vender el pollo o el choto para que la pueda ser atendida por un médico.
- ¿Llegamos a entender eso en el primer mundo?
- En absoluto. En muchos lugares de Asia, África y Sudamérica existen unas necesidades inimaginables, pero en Occidente vivimos en una burbuja, mirándonos el ombligo de nuestras dificultades. No valoramos tener el frigorífico lleno, un techo bajo el que dormir y la seguridad de contar con un Estado dispuesto a ayudar cuando se necesita. No somos conscientes de lo que eso significa. Hay millones de personas en el mundo que no saben lo que es eso. Millones de niños desnutridos en todo el mundo.
- ¿Dónde ha visto situaciones así?
- Yo he estado en Mauritania, en un centro de recuperación de infantes. Los niños estaban quince o veinte días, les daban un chute de vitaminas y los que no habían muerto de hambre volvían al mes. Ver morir al hijo de una señora tuareg que había nacido con cuatro kilos y al año pesaba 800 gramos te parte el alma. Nos quejamos de lo que tenemos y no somos conscientes de que nos ha tocado el gordo de la lotería viniendo al mundo en esta parte de la tierra. Sólo hay ocho o nueve países que viven mejor que nosotros. Cuando sales a esos otros sitios recibes un choque de adrenalina que te refuerza y hace valorar lo que tienes. Yo recomendaría visitar esos países y vivir allí una temporada.
- ¿De qué manera condiciona su vida haber vivido esas experiencias?
- Hemos publicado recientemente un libro que se titula ’25 años de viajes misioneros’. Escribo ahí una reflexión relacionada con la película ‘La lista de Schindler’. En ella, el protagonista se viene abajo después de haber salvado de morir a miles de personas, pensando en que podía haber hecho algo más. Tengo grabada esa imagen, porque creo que siempre puedo hacer más. Ahora estamos volcados en una campaña para que nos ayuden empresas a construir un colegio en Angola para 3.000 niños. Cada aula tendrá el nombre de la compañía colaboradora.
- ¿Qué vale un aula?
- Tenemos las obras al 50% y nos queda por financiar unos 40.000 euros. Son doce aulas. Cada una sale, totalmente equipada, por menos de 10.000 euros. Una infraestructura como esa, aquí costaría millones de euros, pero allí sale por menos de 100.000 y dará servicio a 3.000 niños en tres turnos.
- ¿Y don Jesús Peregrín continúa dirigiendo todo esto?
- Sí. Estamos con él 16 patronos, pero él ha firmado el convenio con la Universidad de Almería para procurar asistencia letrada a los sin techo que ayudamos. También se encarga de los acuerdos con empresas y bancos. Está en primera línea todos los días. Además, nos envía reflexiones, nos llama por teléfono… El obispo de Getafe, que es de Huércal Overa, dice que don Jesús morirá con las botas puestas.
- Usted sostiene que es un hombre santo.
- Estoy convencido. Sé que ha hecho muchas cosas que se pueden calificar como milagros y que saldrán a la luz algún día.
- ¿Milagros?
- Sí, aunque creo que su ejemplo de vida no requiere ningún prodigio adicional para reconocer su santidad.
- Pero la Iglesia precisa de algún hecho extraordinario para canonizar a alguien.
- Salvar la vida a millones de personas es ya suficiente milagro. Con una docena de ‘Jesús Peregrín’ el mundo sería hoy mucho mejor. Proviene de una maravillosa familia de potentes empresarios con miles de empleados. Pudo tener otra vida infinitamente más acomodada y, sin embargo, prefirió dedicarse a ayudar a los que nada tienen.
- Yo hablaba de otros milagros. Curaciones y…
- Hay santos que corren más que otros. Pero tampoco don Jesús eligió ayudar para conseguir reconocimiento.
- ¿Cuál es el lugar en que se vive de manera más miserable en el mundo?
- Hay países que si desaparecen no los echaría nadie de menos. Uno es Honduras. Un auténtico polvorín. Todos los días mueren cientos de personas a tiros. Aquello no tiene salida. Haití es otro desastre. Cuando lo devastó el huracán Mathew, el gobierno francés donó cinco millones de euros a la presidenta. Con ese dinero hizo un parque. Un misionero argentino, al que ayudamos, construyó un instituto y un colegio con 300.000. En Mauritania es casi imposible vivir. Ahí llegan vientos de 50º con un polvo irrespirable. Las cabras comen plásticos por las calles. Muere de hambre un montón de gente. Esos tres países son los más pobres de la Tierra. Bangla Desh está saliendo gracias a la industria textil. Otro lugar muy duro para vivir es Mozambique, sobre todo en el Norte a causa de la guerra que mantienen los terroristas islámicos. Hay sitios donde es muy complicado vivir.
- ¿Cuánta gente buena hace falta para contrarrestar a toda la mala que hace sufrir en esos países a sus propios conciudadanos?
- Veo muy difícil solución a esos países. No es cuestión de dinero. No hay infraestructuras. La política está totalmente corrompida. A Angola no se puede enviar dinero porque se pierde en el banco. Te ves obligado a pagar impuestos revolucionarios a gente de esos lugares para que te dejen ayudar a sus compatriotas que están pasándolo mal. Es imposible que esos países puedan salir adelante. No nos podemos hacer una idea de lo que les cuesta poder comer. Los vemos venir en pateras y pensamos que se están jugando la vida, pero es que lo están haciendo allí. Cuando una familia con ocho hijos ha visto morir a seis ¿qué van a hacer? Los mandan a dónde sea a ver si pueden salir adelante. Cuando ves la cabeza de un hijo tuyo colgando de un puente en Honduras, ¿qué haces con el otro? Pues sacarlo a EEUU. Al invertir en la zona estamos luchando contra la emigración. Les ayudamos a desarrollarse por medio de la educación y la cultura. Les procuramos trabajo montando piscifactorías y aforando pozos de agua. Les ayudamos a trabajar la tierra y a montar sus propias granjas. En Honduras colaboramos con una asociación que tiene varios colegios en los que educan a más de mil niños en cada uno. Esa es la manera de trabajar en esos países, porque nadie quiere venirse. No lo hacen por gusto.
- Porque la solución no es abrir las fronteras a todo el mundo.
- Es hacer posible que puedan vivir en sus países de origen porque, de lo contrario, acabarán comiéndonos. Cada día pasan más hambre. Más que atraídos por el brillo de Occidente, huyen de la muerte.

*El padre Jesús Peregrín ha recibido en los últimos años múltiples reconocimientos. Entre otros, la Medalla de Oro de la Provincia, el Escudo de Oro de la Ciudad de Almería, la Bandera de Andalucía, la Insignia de Oro de la Universidad de Almería y las Candelas de Oro de Pescadería.