Las anfractuosidades del lenguaje coloquial


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AMANDO DE MIGUEL

NO BASTA CON apelar a un diccionario (o a un Google cualquiera) para que nos señale la significación de las palabras. Una misma voz puede transmitir varios sentidos, y, con el tiempo, uno de ellos se impone a otros anteriores. Es una demostración de que la lengua es algo vivo y dinámico.

Hay ocasiones en las que el diccionario nos asegura que el significado es el opuesto al que funciona en la realidad. Por ejemplo, la expresión “solución de continuidad” no equivale a algo sin fisuras (como lo entiende la gente), sino todo lo contrario. Quiere decir algo así como interrupción, ruptura, corte. Lo que ocurre es que casi nadie se atiene a la correcta significación.

La voz “plausible” (tan utilizada, ahora, por influencia del inglés), en buen castellano, quiere dar a entender “merecedor de aplauso, loable, justificado”. En la realidad, se utiliza, más bien, con el significado más corriente, que tiene en inglés: “probable, posible, aunque con ciertas reservas”. Es una palabra, que permite un hablar cauteloso, el que se lleva en nuestro mundo, especialmente, por las personas, que se consideran educadas.

Por influencia del inglés ubicuo, se ha introducido en español, la voz “aparente”, para indicar, vagamente, algo que resulta adecuado, apropiado. Pero, en inglés, apparent es, más bien, lo evidente de una manera visual o lógica. Desde luego, el idioma inglés no encuentra el equivalente del sentido español, casi opuesto, de “aparente” como lo que parece adecuado y no lo es; viene a ser algo así como pretencioso o falso.

Ya que estamos con el inglés (la lingua franca de nuestro tiempo en todo el mundo), hay dos adjetivos, que se repiten mucho: “impresionante” e “increíble”. Ambos traducen un fenómeno del conocimiento: lo que impresiona a los sentidos o lo que resulta difícil de creer. Por tanto, en principio, carecen de aplicación a una hipotética escala de deseabilidad. Sin embargo, en la conversación cotidiana de los españoles (como de los anglófonos), ambos términos asimilan un fuerte sentido ponderativo. Es decir, equivalen a algo maravilloso, óptimo. En España, ha penetrado esta vicaria acepción, producto de las películas y las series de televisión, traducidas del inglés. No tiene mucha lógica suponer que “increíble” es lo mejor de lo mejor, pero así funciona en la realidad de las conversaciones corrientes.

Tenemos, asimismo, el adverbio “absolutamente”. Se coloca junto a cualquier adjetivo, un poco, a capricho, para tratar de reforzarlo. La verdad es que consigue, más bien, rebajarlo, desacreditarlo. Pocas cosas, en una vida tan relativa como la actual, se pueden predicar de manera absoluta, “absolutamente”. Por eso, el dichoso adverbio (otro préstamo del inglés) ha perdido valor, de tanto reiterarlo.

Lo más curioso es que las influencias espurias del inglés, que acabo de exponer, se observan, sobre todo, en los españoles, que no andan muy familiarizados con ese idioma. Francamente, no sé explicar tal capricho.