Overa mudéjar y morisca

Se trata de un asentamiento fortificado de especial relevancia por su carácter de frontera durante cerca de tres siglos y por ser la encrucijada que comunicaba los campos de Lorca con Almería y el Altiplano granadino. Pero, además, la abundancia de aguas subterráneas hicieron de Overa un enclave estratégico


Esta torre es lo único que queda en pie del castillo nazarí de Overa. El estado en que se encuentra urge una intervención que evite su desaparición.

ANTONIO RUBIO / ALMERÍA HOY / 17·10·2020

La antigua población y fortificaciones de Overa se sitúan en Santa Bárbara, en pleno Valle del Almanzora y término municipal de Huércal-Overa. El Valle del Almanzora facilitaba las comunicaciones hacía el interior andaluz y era precisamente en Overa donde esta importante vía se cruzaba con la ruta que permitía el viaje hasta Almería o a levante, hacia el reino de Murcia. Los documentos históricos subrayan los contactos continuados con los altiplanos granadinos y la tierra de Baza y con el levante, especialmente el noroeste murciano y los campos de Lorca.

En este ámbito de las sierras béticas orientales, el establecimiento del Reino de Granada situó a las poblaciones del actual municipio de Huércal Overa en la frontera entre dos reinos, dos religiones y dos culturas, provocando unas dinámicas históricas, sociales y económicas singulares que determinarían en buena medida el devenir de estas localidades. La consecuencia más obvia del establecimiento de la frontera fue dividir de forma totalmente artificial unas comarcas que compartían una continuidad histórica de milenios. Dentro del amplio patrimonio histórico huercalense, los asentamientos y fortificaciones islámicos tienen una notable importancia, y entre ellos destaca Overa.

Si el enclave es estratégico en el sentido de nudo de comunicaciones, en el plano de la subsistencia es notable la abundancia de aguas subterráneas. Se asienta sobre la Cubeta de Overa. Se trata de un acuífero detrítico pliocuaternario que ha servido, a través de los siglos, de reserva hídrica en los estiajes del río o en los periodos de sequía. A este tenor son muy ilustrativos los fotogramas aéreos de los vuelos americanos de 1945 y 1946, donde se puede observar el río totalmente seco y cómo en el entorno de Overa, en las llamadas Bocas del Almanzora, se ve surgir el agua que fertiliza las huertas de la propia Overa y todos los cultivos del curso que discurre en el interior de la Sierra de Almagro. Las poblaciones aquí asentadas tuvieron que enfrentarse a las antes denominadas ‘gotas frías’, hoy llamadas danas, las riadas provocadas por éstas son especialmente violentas por el importante desnivel del cauce del río. La población estaba expuesta a estos condicionantes geográficos y experimentaba oscilaciones tanto en su número total como en los patrones de asentamiento.

La explotación ganadera fue sin duda importante. Overa tenía su propia dehesa y los pastos de La Ballabona atraían ganados de distinta procedencia buscando buenos lugares de invernada. Están documentados los que provenían de Los Vélez, el Almanzora, Hoya de Baza, Altiplanos granadinos, Sierra de Segura, Noroeste de Murcia y Cuenca.

HUÉRCAL ADQUIERE PESO

Tras la capitulación, la población de Overa va a perder importancia en favor del núcleo de Huércal. Se documenta una huida de población a África, llegando a quedar con unos 28 vecinos –alrededor de 100 habitantes- en el primer tercio del siglo XVI para repuntar hasta los 292 habitantes hacia 1561, pero ya nunca lograría alcanzar en número a la población de Huércal.

La campaña de 1488 se sustanció para la corona de Castilla sin necesidad de esfuerzo bélico alguno. El rey Fernando el Católico estableció su campamento junto a la ciudad de Vera, y allí acudirían a capitular los alcaides de Huércal y Overa. Las condiciones para los musulmanes granadinos, ahora mudéjares, serían ventajosas. Desaparecía la frontera murciano-granadina surgida como consecuencia del establecimiento del Reino de Castilla sobre el antiguo protectorado murciano en 1266. A un lado el Reino Castilla, cristiano, y al otro el Emirato Nazarí de Granada, musulmán.

A poco de la capitulación, los Reyes Católicos dieron a la ciudad de Lorca los lugares de Huércal y Overa por una carta de donación dada en Villena el 2 de agosto de 1488. Las fortalezas existentes fueron entregadas en el caso de Huércal a Martín Fernández Fajardo, y Overa a Tomás de Morata, poderosos lorquinos que ejercieron de alcaides hasta la entrega de las fortalezas a la ciudad de Lorca. Overa sería entregada sin contradicción. Tomás de Morata había ejercido el cargo de alcaide de la fortaleza en nombre de los Reyes Católicos y a partir del 17 de septiembre de 1488 en nombre de la ciudad de Lorca.

En el terreno religioso, el Obispado de Cartagena aspiraba incluir Los Vélez y El Almanzora dentro de su territorio, pero sólo mantuvo en su poder Huércal y Overa, y esto tras un pleito con el Obispado de Almería, que no concluiría hasta 1552.

Posteriormente, Overa sería empleada como moneda de cambio por el Concejo lorquino, el 9 de abril de 1498, en su tratos con el Marqués de Villena, noticias que mantendrían expectantes y atribulados a la población mudéjar residente en el lugar. Este trueque no llegaría a verificarse a pesar de las distintas licencias, peticiones y pleitos generados.

Lorca instituiría el cargo de alguacil que tenía la función de representar a la comunidad mudéjar ante el concejo. La ubicación de Overa en el Reino de Granada y la jurisdicción sobre el lugar de la ciudad de Lorca, provocaba una carga impositiva importante, manifestada en impuestos propios de los moriscos del Reino de Granada: Farda de la mar y Servicio Ordinario; y los gestionados a través de Lorca: Reales, alcábalas, tercias y servicios extraordinarios.

Como todos los del Reino de Granada, los musulmanes de Overa fueron obligados a abrazar la fe cristiana, por la orden de 14 de febrero de 1502. Abandonaban así nominalmente su religión. A nivel administrativo este nuevo estatus permitió que Overa tuviera alcaldes y concejo, siempre tutelado por Lorca.

En la navidad de 1568, los moriscos se alzaron contra el poder de Felipe II, y nombraron por su rey a Aben Humeya. Su presencia en el Almanzora favorecería la rebelión de las localidades moriscas.

Las vicisitudes de los moriscos de Overa fueron dispares. Tenemos el caso de un tal Ponce, que tomó parte en la rebelión y sin duda estuvo implicado en la quema de la Iglesia de Overa. Por otro lado una morisca avisó al sacerdote beneficiado Pedro Oller y consiguió salvarle la vida. Buena parte de la población abandonó el lugar y se refugió en la Sierra de Almagro, como también hicieron moriscos de Huércal y Cuevas.

Tras la derrota morisca, el decreto de expulsión no tardó en llegar, fue fechado el 1 de noviembre de 1570. Los moriscos overatenses serían obligados a marchar de su tierra, los que sobrevivieron a la deportación fueron ubicados en tierras de la actual Castilla-La Mancha. El poblamiento en Overa tardaría en recuperarse pues el Consejo de Repoblación permitiría que sólo se poblara el núcleo de Huércal.

Para concluir manifestar que el estudio arqueológico de este asentamiento permitiría entender la dinámica de poblamiento de esta parte del reino granadino que, además, adolece de estudios en profundidad. El abandono de los yacimientos tardorromanos en favor de otras ubicaciones, el surgimiento de un nuevo núcleo como Vera. Las relaciones con los distritos de Almería, Baza, Lorca o Murcia, y las posibilidades de recuperar material arqueológico abundante tras el repentino abandono de los habitantes moriscos, todos estos temas e incógnitas y muchas otras, señalan a Overa como un lugar de importancia central para reconstruir la historia del pasado islámico almeriense.