La batalla ideológica


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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

ACABA UNO DE los veranos más tristes que recuerden los tiempos. Nada de lo ocurrido tras el confinamiento nos puede llamar al optimismo. Los fracasos se acumulan ante el estupor de una ciudadanía huérfana de esa energía vital tan necesaria ante la inacción de un gobierno paralizado e incapaz de afrontar sus competencias y responsabilidades. Los datos son tercos, no hay uno solo que trasmita tranquilidad. Y en este paisaje desértico de ideas y proyectos se va acumulando basura. Basura intelectual y moral que desborda el panorama de un país sin norte, un país entregado a la decadencia sin apenas pulso y con la economía en caída libre: el virus continúa contagiando y desbordando todas las previsiones, las cifras en España son las más alarmantes de Europa y del mundo, las consecuencias son devastadoras para el sector del turismo, la hostelería, el ocio y la restauración sin apenas perspectivas de sobrevivir. Canarias y Baleares al borde de la ruina, las ayudas anunciadas de los ERTE apenas se han tramitado a los desempleados. Quien imagine que los fondos europeos salvarán la economía española del naufragio serán quienes viven del sistema o esperan vivir de él.

En este escenario caótico, bajo la crueldad del virus, cualquier gobierno decente no tiene otro cometido que frenar la pandemia con políticas sanitarias, económicas y sociales acordes con la gravedad extrema. En lugar de ello el gobierno derrocha energías en una batalla ideológica y anacrónica ignorando la verdadera preocupación de los ciudadanos enfundados en las mascarillas, confinados y aterrados del presente y del futuro. Las mentiras y propaganda viciada se han puesto de manifiesto en estos tres meses tras el confinamiento; no es cierto que hayamos “salido más fuertes”, menos aún “más unidos”, por el contrario la debilidad del Estado y de la Instituciones muestran grietas de difícil costura. Las aventuras y ambiciones de un grupito de ideólogos que hábilmente han logrado hacerse con el poder casi absoluto nos enfrentan socialmente bajo el pretexto de un revisionismo enfermizo sobre lo acontecido hace más de ochenta años. Resulta evidente que tanto PSOE como Podemos e IU persiguen sin escrúpulos un rédito político reavivando las cenizas de aquel odio y ocupar nuestra mente y nuestros sentimientos en averiguar cómo se mataron nuestros padres y abuelos en una guerra fratricida con asesinos y fanáticos en ambos bandos. Las legiones del rencor avanzan a golpe de decretos leyes y de leyes que son aprobadas por esta mayoría parlamentaria que no podría prosperar en la paz social y la convivencia. Claro que cuando hubo paz social y convivencia durante estos últimos cuarenta años de democracia, las amebas parasitarias vivían en los límites de su nimiedad. Y ahora han descubierto desde las poltronas que prosperan en el hedor de la basura, en la división de la sociedad, en el enfrentamiento y también, según señalan las últimas encuestas del CIS, en las colas del hambre. Un descubrimiento letal para España.

La maniobra esta clara, la estabilidad política, económica y social no es el terreno adecuado para que vuelva el comunismo que proclaman Alberto Garzón y Pablo Iglesias con la mirada cómplice de Pedro Sánchez. A fin de cuentas el PSOE tuvo raíces marxistas que en estos últimos años no eran acordes con el concierto de las naciones de Europa tras la segunda guerra mundial. Bajo el auspicio de Felipe González, en un Congreso Extraordinario de 1979, el PSOE abandonó el marxismo como ideología oficial para construir una democracia y garantizar las libertades dentro de la socialdemocracia. Nada de esto importa a la actual dirigencia socialista con eminencias intelectuales tal que Carmen Calvo o Adriana Lastra. Pero habrá que reconocer que son buenos en su cometido, conocen las técnicas de ingeniería social, manejan la propaganda y son preponderantes en la mayoría de los medios de comunicación audiovisuales públicos y privados, así como un claro liderazgo en redes sociales. Lo cual no ha logrado tapar el olor a basura y podredumbre que emana por la grietas de esta estructura de poder que empaña las referencias a esta democracia contagiada de los peores virus que la ciencia describe. La tarea se está llevando a cabo sin pausa, con el apoyo de partidos cuyo objetivo común es destrozar a España como nación y revertir los logros de la transición negándole la legitimidad democrática avalada por la voluntad mayoritaria de los españoles. Así en comandita y golpe de BOE, la mayoría tóxica que sostiene al gobierno está empeñada en destruir el edificio común que nos alberga y que con sus aciertos y errores nos ha permitido la mayor etapa de prosperidad, estabilidad y convivencia.

En esta situación de vértigo resulta incomprensible la escasa capacidad de defensa de sus conquistas de la sociedad española anestesiada y dócilmente conducida a un previsible desastre. Parece que lo nuestro es el desastre y así hemos logrado reunir la mayor referencia de fracasos colectivos que ennegrecieron buena parte de la historia hasta llegar a 1936. Esta triste tradición nos nubla la razón para reconocer los éxitos, aún cuando estos han sido la tarea paciente de millones de españoles de buena fe que creyeron en un futuro mejor. Aquel camino en armonía en el que contribuyeron todos los partidos políticos, PSOE y PCE de manera relevante, parece llegado a su fin. Y se nos abre con estas leyes revisionistas claramente sectarias un futuro incierto donde lo único que parece preocupar a la coalición que gobierna es seguir con el guión rupturista desenterrando cadáveres, cuestionando la permanencia de la Cruz del Valle de los Caídos y con severas sanciones a la libertad de opinión y expresión que no sea acorde con la “doctrina oficial”, que consiste en seguir en las trincheras del Ebro y en 2021 poder firmar la victoria del ejercito Republicano.

Las cifras del Covid 19 aumentan día tras día, los hospitales y el personal sanitario avisan del riesgo de colapso, ciudades y pueblos confinados, restricciones de libertad de movimiento, la caída el PIB sobrepasa lo anunciado, el desempleo podría rondar el 21%, según estudios solventes la economía española ha entrado en la curva más alarmante desde el fin de la guerra civil. Según el diario el País, hasta julio de 2020 la cifra de fallecidos en España fueron 44.868 a causa de la pandemia, cifra que sigue aumentando sin cesar y seguimos liderando las referencias sobre el impacto del virus en la salud, en la economía y la muerte. En este ambiente de desolación el gran tanatorio que es España entra de lleno en una guerra ideológica avivada por el rencor y cimentada en la revancha.

Intereses bastardos que nos devuelven al horror. Tic, tac, tic, tac, parece que suena el timbre de la puerta.

*Premio Bandera de Andalucía de las Ciencias Sociales y las Letras.