Reúnen más de un millón de tapones cada mes para el pequeño Mario



El pequeño Mario y su madre ante una pila de sacos de tapones de plástico.

ALMERÍA HOY / 26·09·2020

Existen pocas energías tan poderosas como el amor de una madre. Un buen ejemplo es Encarna García, una joven de Antas con un niño aquejado de parálisis cerebral, cuyo empeño ha sumado esfuerzos en todo el Levante y parte de Murcia recogiendo cada un millón y millón y medio de tapones de plástico que vende a una empresa de reciclaje para pagar un tratamiento con el fin de que su hijo logre algo tan básico como ponerse de pie, ponerse el chupete o decir “mamá”.

Encarna trajo al mundo a Mario hace tres años. El parto fue prematuro y, a los 52 días, los médicos que atendían al niño informaron que había sufrido una parálisis cerebral que le había dañado el nervio óptico hasta el extremo de provocarle una pérdida total de la visión, y provocado otras lesiones “que iban a dejar a mi hijo sin poder moverse, como un vegetal para toda la vida”.

Sin embargo, la joven madre no se conformó con el destino diagnosticado a su pequeño y buscó ayuda. Se dirigió a la ONCE, sabedora que en pocos lugares como en esa organización podían conocer si existía alguna alternativa esperanzadora para Mario. Hasta el momento la organización viene abonando el 80% de la terapia.

La misma ONCE puso a Encarna en contacto con ‘Interactúa’, un centro especializado de Almería, que aceptó tratar al niño procurándole un trabajo sistemático, intenso y diario. La madre coge a su hijo todos los días, de lunes a viernes, a las 7:30 y pone rumbo desde el domicilio familiar en Vera hasta Almería, donde un equipo de especialistas trata a Mario desde las 9:00 hasta las 14:00 horas que emprende el camino de regreso.

Los progresos no tardaron en hacerse visibles. “Hace dos años Mario no sabía coger un juguete ni ponerse el chupete. Apenas podía moverse. Hoy se sienta solo, se da vueltas e incluso se mantiene de pie, sabe decir ‘mamá’, ‘no’ y ‘ay’”.

La madre no esconde la emoción que aflora en su voz mientras cuenta los avances de la criatura. “Creo que pronto echará a andar y la logopeda asegura que hablará bien, aunque tardará en hacerlo un poco más que los demás niños”.

Nada de esto hubiera sido posible sin el desafío de unos padres para romper los negros augurios que nublaban el futuro de su hijo, porque la vida y el Estado no le han puesto nada fáciles las cosas. Mario tiene un 80% de discapacidad y le han calificado con el tercer grado de dependencia. Eso significa que el Estado le da una ayuda anual de 1.000 euros. “Una caca”, lamenta Encarna.

El tratamiento cuesta 1.500 euros al mes y la madre tuvo que dejar de trabajar para atender a su hijo. Los escasos 1.000 euros provenientes de los fondos estatales que administra el Gobierno central son en parte compensados por los fondos que facilita la Junta de Andalucía: “Nos ayuda con 300 euros y la ONCE paga una parte de la terapia, pero el resto y el coste del viaje diario a Almería lo tenemos que poner nosotros. Es como pagar otra hipoteca, pero con más gusto, porque la alegría que nos proporciona Mario nos da una felicidad inmensa”.

REDES SOCIALES

Entonces apareció una tía de Encarna que “llevaba más de veinte años recogiendo tapones de plástico para ayudar a distintas asociaciones, y me propuso hacerlo por Mario. Así empezamos en Antas. Poco tiempo después se interesó una chica de Vera y ya hay personas recogiendo tapones en Huércal Overa, Pulpí, Terreros, Mojácar, Garrucha… prácticamente en toda la comarca, pero también en Lorca y Puerto Lumbreras”.

“El Ayuntamiento de Vera puso un local a nuestra disposición para almacenar las bolsas con los tapones. Cuando se llena llamamos al camión de una planta de reciclaje que fabrica cajas de plástico, los recoge y nos paga 25 céntimos por kilo”. Y son muchos los tapones que han de recolectar los amigos de Mario, porque su madre asegura que cada mes consigue recaudar entre 400 y 700 euros, es decir, entre dos y tres toneladas de algo tan ligero como un tapón de plástico que apenas pesa dos gramos.

Se necesitan 500 tapones para sumar un kilo y obtener 25 céntimos, y 2.000 tapones para llegar al euro. Ni en sus mejores sueños pudo pensar Encarna que la solidaridad de la comarca pudiera transformarse cada mes en más de un millón y medio de tapones, una ayuda que para reunirla en el almacén de Vera requiere prácticamente todo el tiempo libre de ella misma, su hermano, una tía y el marido, que es autónomo, posee una furgoneta y un remolque.

Entonces se creó una página en internet –Tapones solidarios Mario- y el asunto se disparó. A los pocos días se pusieron en contacto con ella desde un taller de Puerto Lumbreras para que retirara los tapones que habían recogido. Cuando llegó al establecimiento encontró “¡cuatro palés hasta los topes!”. Una chica de Alfaix la avisó para que los retiraran porque ya no podía seguir almacenándolos. “Tenía dos contenedores de obra repletos ¡estuvimos un día entero llenando sacos!”.

Un señor de Macael que dispone de un camión recoge los tapones que los vecinos de su pueblo, Albox y Cantoria entregan para Mario y él mismo se encarga de llevarlos a la planta de reciclaje en Albox. “Después vamos nosotros y nos los abonan”.

Y, así, la comarca entera. “Cada dos semanas llenamos la furgoneta de tapones en la churrería de La Chispa, en Vera. También en Antas la cargamos cada quince días. Allí ha puesto el Ayuntamiento un contenedor con forma de corazón para que los vecinos los dejen. En Guazamara reúnen cuatro sacos a la semana… No entiendo cómo en Guazamara pueden reunir tantos tapones, es increíble. Toda la comarca se ha volcado con nuestro hijo”, nos cuenta la madre visiblemente emocionada.

De esa manera, las gentes del Levante almeriense y una parte de la vecina Murcia, con un gesto de aparente poca importancia, están dibujando, tapón a tapón, una sonrisa en el rostro de un niño al que los médicos habían desahuciado al poco de nacer.

Porque gracias al coraje de unos padres y unas toneladas de plástico, hoy Mario se mantiene en pie y es capaz de decir “mamá”. Y su madre dice que el niño “sonríe mucho”, que “se le ríen los huesos cuando oye a la abuela vieja” y que tiene una cara muy dulce que desprende felicidad”.

Los padres de Mario han abierto una página en Facebook –‘tapones solidarios Mario’- en la que publican información sobre los puntos de recogida de tapones.