Origen, evolución y esplendor de la lengua castellana


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ADOLFO PÉREZ

Según los datos de la Real Academia Española la lengua castellana o española la hablan en el mundo más de quinientos millones de personas; extendida en Hispanoamérica y parte de los EE.UU. en los trescientos años de colonización, además de otras regiones. Una lengua con tal número de hablantes merece conocerse cómo fue su origen y la historia de su evolución en el tiempo para lo que es preciso comenzar por la dominación del imperio romano en España (Hispania), dominio que se extendió desde el año 218 antes de Cristo hasta principios del siglo V (600 años). Dentro del gran legado romano a Hispania figura en lugar preferente la lengua latina, su lengua. A los romanos le siguieron los visigodos hasta el año 711, año en que se produjo la invasión musulmana en la península Ibérica, cuya población hispanogoda hablaba la lengua latina, que en su evolución originó la lengua romance, la cual se fragmentó en grupos lingüísticos política y geográficamente separados. Uno de esos grupos era el castellano, nacido en tierras de la alta Castilla, la Rioja, sur de Navarra, en la región limítrofe con la lengua vasca e influido por ella.



Aunque en principio el castellano era fonéticamente parecido al gallego y al catalán, desde el primer momento mostró mayor claridad fonética y tendencias más radicales y creadoras en su evolución. Menéndez Pidal decía: “el dialecto castellano representa en todas sus características una nota diferencial frente a los demás dialectos de España, como una fuerza rebelde y discordante que surge en la Cantabria y regiones circunvecinas”. Con su dominio unificador y la expansión política de Castilla, que se anexionó el reino astur - leonés y la comarca de la Rioja, extendiéndose hacia sur en su obra reconquistadora, impuso su idioma en amplias zonas, arrinconando a los demás dialectos romances que quedaron reducidos a Galicia y Cataluña.

En el siglo XIII aparecen las obras escritas en castellano; es la época del monje Gonzalo de Berceo (1197? – 1268?), primer poeta conocido en lengua castellana, que escribía directamente poesías épicas en castellano, en el llamado “román paladino”. Su obra principal es “Milagros de Nuestra Señora”. A partir del siglo XIII Alfonso X el Sabio (1252 – 1284) convirtió en lengua escrita y literaria el rudo romance oral, de modo que creó la prosa castellana que ya había producido poemas épicos, como el “Cantar de Mío Cid”. Así es que el rey Sabio, consciente de la importancia de la prosa castellana escribió su “Crónica general o Historia de España” y su “General Estoria o Historia Universal”, asesorado por sabios que le traducían textos latinos o árabes. Asimismo, pasó a prosa los cantares de gesta. En esta labor de artífice recogió un inapreciable caudal de voces populares, huyendo del latín o castellanizándolo cuando no tenía más remedio. A partir de ese momento la lengua latina perdió terreno, dejó de usarse en las provisiones reales y sustituida por el castellano en los documentos públicos.

El escritor medieval don Juan Manuel (1282 – 1348), príncipe de Villena y sobrino del rey Sabio, prosiguió la labor de su tío en el sentido de pulir y perfeccionar la lengua castellana, apartándola del latín y usando palabras corrientes, de modo que los oyentes las entendieran y no tuvieran dudas en lo que oyeren, como él decía. Su obra más importante es el “Conde de Lucanor” (título abreviado). Y es en el siglo XIV cuando el castellano, a través del Arcipreste de Hita (1283 – 1350), autor del “Libro del buen amor”, adquiere la capacidad para la expresión lírica de los sentimientos.

Sin embargo, en el siglo XV, con las primeras corrientes renacentistas venidas de Italia, los escritores encontraban áspero y vulgar el castellano procurando llenar su vocabulario de latinismos, retorciendo y deformando la sintaxis. Pero estos intentos de innovación fracasaron, y con escritores como el arcipreste de Talavera triunfó la corriente popular, sin excluir una discreta influencia del latín, siendo esta la tendencia que perduró.

La lengua romance castellana produjo grandes monumentos literarios. Desde el “Poema del Cid” en el siglo XII hasta el XV la literatura castellana marcó una ascensión continua, precursora de su esplendor en la Edad Moderna (siglos XV a XVIII). Tanto los cantares de gesta como las obras de Gonzalo de Berceo y las de Alfonso X el Sabio (siglos XII y XIII) son el punto de partida de un esplendor literario que ya no se interrumpió. El siglo XIV dio grandes poetas y prosistas como los citados Arcipreste de Hita y don Juan Manuel, respectivamente. Lo mismo sucedió en el siglo XV con grandes poetas (Santillana), novelistas e historiadores. Cuando el siglo XV terminaba todo estaba a punto para producir una de las grandes literaturas de la Historia, cuya perfección de forma y fondo mostró el alto nivel a que se llegó en nuestra Edad Media, para ello bastaría con nombrar al poeta universal Jorge Manrique (1440 – 1479), autor de las “Coplas a la muerte de su padre”. La perfección alcanzada por nuestra literatura en ese tiempo era la senda precursora de lo que sucedería en el siglo siguiente.

Es en este tiempo, finales del siglo XV, el nivel y desarrollo alcanzados por la lengua dieron lugar a que el humanista y gramático español, el conocido como Elio Antonio de Nebrija, nacido en Lebrija (Sevilla) en 1441 y fallecido en Alcalá de Henares en 1522, escribiera la primera Gramática de la lengua castellana, publicada en 1492, año del descubrimiento de América.

Durante el siglo XVI y la mayor parte del XVII la literatura española alcanzó una plenitud y una pujanza de tal naturaleza que por sí misma constituye, sin mezcla de otros aspectos culturales españoles (sociales, religiosos, artísticos), uno de los momentos culminantes del espíritu humano. Pocas veces en la historia de la humanidad se ha registrado algo parecido. La palabra escrita y hablada llegaron a cumbres de perfección raramente alcanzadas. Se cultivaron todos los géneros literarios con una producción asombrosa. Se trataba nada menos que del Siglo de Oro de la literatura española, de gran influencia en el mundo. Fue el tiempo de Fernando de Rojas, Juan Boscán, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Lope de Vega, Tirso de Molina, Francisco de Quevedo, Calderón de la Barca, Baltasar Gracián y bastantes más. Pero la gran figura del Siglo de Oro, por encima de todos, estaba el más grande escritor de las letras españolas, Miguel de Cervantes, autor del Quijote y de sus Novelas ejemplares.

Pero como la lengua castellana no debía quedarse al albur de los vaivenes de lo que se quisiera hacer con ella, fue Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, el que por su iniciativa en 1713 se fundó la Real Academia Española (RAE), de la que él fue su primer director. El propósito era “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. Su creación fue aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de Felipe V, quien la acogió bajo su real protección. El lema de la Real Academia Española es: “Limpia, fija y da esplendor”.

La Real Academia Española la componen 46 miembros, cuyo sitio dentro de ella se corresponde con las letras del alfabeto, mayúsculas y minúsculas, excepto la ñ mayúscula y las minúscula de las letras V – X – Z mayúsculas. No están ni la ch, ni la ll, ni la y. La letra de cada académico aparece grabada en la parte superior delantera de la silla que ocupa.

Tras la independencia de los países americanos la Real Academia promovió la creación de academias correspondientes con la española en las repúblicas hispanoamericanas, cuya finalidad es unificar todo lo concerniente a nuestra lengua. En la actualidad estas academias son veintiuna, de las que diecinueve son hispanoamericanas, más la de Filipinas y Estados Unidos. En conjunto constituyen la Asociación de Academias de la Lengua Española.