¿Por qué no vemos movimientos feministas en los países árabes?


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NARIMENE MOUACI

¿Por qué no vemos muchos movimientos feministas en los países árabes o de mayoría musulmana?

Esa fue una de las preguntas que lanzó la moderadora de una conferencia sobre feminismo impartida el mes pasado en la Casa Mediterráneo en Alicante.

La pregunta me hizo pensar en todas las consecuencias que vivimos las mujeres que nos atrevemos a alzar la voz en los países árabes y de mayoría musulmana. Siendo argelina también me hizo pensar en las feministas de mi país que llevan desde hace 6 meses en la calle y la pregunta que yo hago es: ¿por qué no se visibilizan nuestras luchas?

Las feministas argelinas llevan desde el 22 de febrero saliendo a la calle y organizándose en el movimiento popular. Viven todo tipo de humillación y de violencia: toqueteos, escupitajos, empujones, rotura de pancartas y banderolas e incluso amenazas de muerte y de ser rociadas con ácido bajo el silencio casi absoluto de la comunidad internacional.

Cabe decir que la lucha de las feministas argelinas no solo se invisibiliza por la comunidad internacional, sino que también se quiere invisibilizar en Argelia. Esto lo he vivido en primera persona el día 28 de junio cuando estuvimos, mi prima y yo, en Argel para marchar en el bloque feminista en la gran manifestación de la semana número 19 desde que empezó el movimiento popular.

Teníamos tres pancartas feministas en una gran bolsa de plástico e íbamos a nuestro punto de encuentro feminista, las escaleras de la Facultad Central. Pasamos al lado de un grupo de policías que nos pararon para un control. Miraron primero en nuestros bolsos y después abrieron la bolsa de plástico donde teníamos las pancartas. El jefe de este grupo de policías sacó una de las pancartas y se quedó mirándola un buen rato como si estuviera mirando un cuadro de Picasso; acto seguido habló en su radio diciendo: “tengo feministas por aquí las vamos a mandar”. Nos hicieron esperar unos 30 minutos en la calle, con todo el mundo mirándonos, como si fuéramos criminales. Nos pidieron apagar nuestros teléfonos y después nos llevaron a la comisaría, de un despacho a otro, preguntando si formábamos parte de algún colectivo, si teníamos algún proyecto previsto, un canal de Youtube o una página en las redes sociales. Rellenaron una ficha en la que escribieron “caso para investigar”, nos quitaron nuestras pancartas feministas, nos tuvieron allí 2 horas y después nos soltaron.

Nos quitaron las pancartas, pero no la voz, así que gritamos fuerte y alto en la manifestación lo que habíamos escrito en ellas. Después de este acontecimiento entendí que el feminismo ya empezaba a ser un peligro para el gobierno argelino. El feminismo es una lucha universal que tiene como objetivo el cambio radical de todo el sistema: clasista, racista, patriarcal y capitalista. Las reivindicaciones feministas asustan al gobierno porque son radicales y reclaman un verdadero cambio. En Argelia se sabe que la lucha feminista dentro del movimiento popular puede cambiar mucho en él y convertirlo en una verdadera revolución, donde se cambia todo el sistema y los principios sobre los cuales se basa.

Las feministas argelinas en el movimiento popular nos hemos visto obligadas a enfrentarnos a principalmente tres fuerzas retrógradas: los islamistas que nos atacan e intentan, con todos los medios, deslegitimar nuestra lucha acusándonos de ir en contra de los principios del Islam; al gobierno que tiene la moral islamista frente a las mujeres y, al mismo tiempo, a las organizaciones políticas de planificación de una segunda república que en varias ocasiones lanzaron iniciativas donde se habían ignorado totalmente nuestros derechos y nuestras luchas. Probablemente no buscan un cambio, sino revitalizar el sistema con caras distintas.

Sin embargo, las feministas argelinas nos negamos a que nuestra lucha se quedara relegada a un segundo plano, como pasó anteriormente en otras revoluciones, así que decidieron unirse en la ciudad de Bugía del 20 al 22 de junio 17 asociaciones, colectivos feministas y también mujeres independientes para formar una fuerza política que tiene como objetivo conseguir que la segunda república sea una república de igualdad y de libertades.

A esta coordinación le han dado el nombre de Femmes Algérienne Pour un Changement Vers l’Égalité (Mujeres Argelinas por un Cambio hacia la Igualdad) desde la cual se trabaja todos los días para integrar los derechos de las mujeres en los proyectos de construcción de una segunda república. El día 31 de agosto esta coordinación de mujeres participará a la Convención Nacional de las Fuerzas de la Alternativa Democrática, constituida por partidos de izquierda, para integrar por primera vez los derechos de las mujeres en un proyecto político de construcción de una segunda república.

Las mujeres argelinas entendimos que el cambio en Argelia solo se podrá hacer integrando proyectos políticos de construcción y participar en ellos de forma directa para poder asegurar la aplicación de nuestras reivindicaciones. Uno de nuestros principales objetivos es la abolición total del Código de Familia, un conjunto de leyes basadas en la Sharía (ley islámica) que regularizan los asuntos personales, asuntos de familia y de la herencia.

En este Código de Familia se legitima la poligamia, 4 mujeres por hombre, la repudiación, se exige un tutor matrimonial para las mujeres, prohíbe a las mujeres el matrimonio con un no musulmán incluso cuando ella tampoco lo es, prohíbe el derecho a la herencia a las personas apóstatas, legitima que los hijos varones tengan derecho al doble que sus hermanas en la herencia, entre otros.

Este Código discriminante propuesto con el aumento del fundamentalismo religioso por una corriente conservadora del Frente de Liberación Nacional, que era entonces partido único, ha sido desde su publicación como proyecto en 1963, su aplicación en 1984 y hasta el día de hoy, la preocupación principal de los movimientos feministas argelinos.

Nuestra lucha feminista argelina es una lucha de larga trayectoria que tiene varios obstáculos por superar y mucho camino por recorrer. Hoy estamos más determinadas que nunca a hacer de Argelia un país libre, democrático, de libertades individuales y de igualdad, pero esta lucha necesita apoyo y visibilidad por parte de todas nosotras porque sí existe y está en la calle.