La primera vuelta al mundo, 1519-1522


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ADOLFO PEREZ

Cuando en este 10 de agosto de 2019 se cumplen quinientos años desde que los españoles partieron para darle la primera vuelta al mundo, complace recordar un hecho de tan enorme dimensión, del que ha dicho el rey Felipe VI: “Fue la mayor epopeya de la historia de la navegación mundial a lo largo de todos los siglos”. Epopeya que coincidió con la conquista del Nuevo Mundo por los españoles, simultánea a la conquista de México por Hernán Cortés entre 1519 y 1521. La verdad es que aquella primera vuelta al mundo fue una aventura fascinante.

Según cuentan las crónicas la misión de la empresa marítima de Fernando de Magallanes era llegar a la isla de las especias por la ruta de occidente, no demostrar la esfericidad de la Tierra. Desde la antigüedad clásica se sabía que nuestro planeta es una esfera en el espacio aunque no faltó quien lo dudara, pero hasta el siglo XVI nadie lo había demostrado surcando sus mares. El cronista de esta historia, Antonio Pigafetta, acompañó a Magallanes en su aventura.

Al comienzo del siglo XVI la corte de Portugal acogía a eruditos matemáticos y cosmógrafos, y se llevaban a cabo expediciones marítimas de diversa índole y resultado. En ese ambiente marino el hidalgo portugués Fernando de Magallanes, según parece que en Oporto hacia 1480, siendo casi un niño entró al servicio de la reina Leonor, esposa de Juan II de Portugal, y en aquella corte se dejó ganar por las exploraciones marítimas, lo que le llevó a participar en expediciones, viajes y campañas bélicas con capitanes y pilotos expertos donde se mostró como hombre bravo y prudente. Pero a él no le interesaba lo conocido, sino la isla de las especias y las Indias orientales, y para llegar a ellas estaba seguro de que existía un paso, según un mapa que había visto, y que tenía guardado el rey de Portugal.

Como tales tierras pertenecían a Castilla en virtud de la línea acordada en el tratado de Tordesillas, Magallanes abandonó su patria, renunció a su nacionalidad y se marchó a Sevilla para ofrecer sus servicios a Carlos I. En Sevilla contactó con personas que le podían ayudar para su proyecto. Se casó con Beatriz, hija de un alto cargo de la ciudad, dejando de ser un ignorado extranjero. Cuando el rey regresó de Flandes se presentó en Valladolid donde en compañía del astrónomo Ruy Faleiro expuso al rey y asesores su proyecto, les habló de las riquezas de la tierra de la Especiería y les aseguró que tales tierras se hallaban en la zona de Castilla, y afirmó conocer el paso del Atlántico al Pacífico para llegar a ellas. Aprobado el proyecto, el 22 de marzo de 1518 el rey firmó las capitulaciones con Magallanes.

Una vez preparada la expedición, el 10 de agosto de 1519 Magallanes partió de Sevilla con una flota de cinco naves: ‘Trinidad’ (capitana), ‘San Antonio’, ‘Concepción’, ‘Victoria’ y ‘Santiago’. Llevaba una dotación de 265 hombres, más un veedor de los intereses de la corona, un tesorero, un contador, un sacerdote y escribanos. Hicieron escala en Tenerife, costearon África y al pasar la línea ecuatorial se dirigieron al Brasil. En el trayecto surgieron diferencias con el veedor Juan de Cartagena que fue depuesto del cargo.

El 13 de diciembre llegaron a la costa brasileña donde se abastecieron, y costeando reanudaron el viaje hacia el sur. Exploró el río de la Plata buscando el paso al Pacífico, pero al no encontrarlo continuó hacia el sur, ya con el comienzo del invierno austral y con tiempo cada vez más inclemente. De nuevo percibe el paso en una bahía, pero se engaña y sigue en la cada vez más penosa ruta del sur. El 31 de marzo de 1520 decidió invernar.

Permaneció cinco meses en aquel lugar, se repararon las naves y se exploró el territorio en el que contactaron con lo gigantescos patagones (de Patagonia). Allí perdió la nave ‘Santiago’, destrozada por una tempestad en una exploración. Asimismo, se produjo una sublevación dirigida por Quesada, Cartagena y el cura Reina. Magallanes logró dominarla y castigó duramente a los jefes: Quesada fue decapitado y descuartizado, Cartagena y el cura fueron abandonados a su suerte en aquellas espantosas soledades. Los demás fueron perdonados porque hacían falta. El 24 de agosto de 1520, comienzo de la primavera, zarpó la flotilla con la tripulación baja de moral y escasez de provisiones, y al poco fondeó durante dos meses en un estuario. Magallanes empezó a vacilar pues el paso no aparecía, pensó en regresar y buscar las Molucas por el cabo de Buena Esperanza (punta de África), pero el 18 de octubre prosiguió el viaje y el 21 da vista al cabo de las Vírgenes. Allí, en el laberinto de islotes y bajos, con costa recortada, el piloto de la ‘San Antonio’ avisó de un brazo de mar sin fin: era el estrecho entre ambos océanos, que una vez reconocido con dificultad debido a las borrascas antárticas, confirmó que era el estrecho de Magallanes, llamado así en su honor.

El hallazgo del paso supuso que Magallanes y sus capitanes estudiaran si seguir o regresar a Castilla para volver con una flota bien equipada. Magallanes impuso su criterio de seguir, excepto el piloto de la ‘San Antonio’ que desertó. El 27 de noviembre se adentraron en el océano Pacífico al que llamaron así por su calma. A pesar de la buena marcha la travesía duró más de tres meses. Pero los víveres se acabaron, era una tragedia; se terminó el vino y el agua se corrompió. Hizo estragos el escorbuto y la avitaminosis: las encías se hinchaban, los dientes se caían, pústulas en la boca y los cuerpos se desnutrían hasta la extenuación. Relata el cronista Pigafetta, que la galleta que comían ya era polvo mezclado con gusanos, se comieron el cuero que recubría el palo mayor y el serrín de la madera, incluso las ratas llegaron a ser manjares. Por fin, el 6 de marzo de 1521 arribaron a unas islas que llamaron de los Ladrones (hoy Marianas) porque sus habitantes les robaron hasta un bote de la ‘Trinidad’, entonces asolaron sus chozas, mataron siete nativos y recuperaron el bote; además se hicieron de muchos víveres.

Continuaron viaje y tras 300 leguas, el 16 de marzo llegaron a unas islas a las que llamaron San Lázaro (Filipinas), que no eran las Molucas, su meta, como creyó. Con esta arribada Magallanes cerró el círculo del Mundo, sueño de Colón. Con la tripulación repuesta e instalados los enfermos en un islote continuó viaje hasta que en una isla (Masana) los indígenas le hicieron comprender que se acercaba a las Molucas. Arribó después en la isla de Cebú, cuyo rey se hizo cristiano con el nombre de Carlos. En la cercana isla de Mactán su jefe se resistió. Magallanes desembarcó con 49 hombres, pero se vieron atacados por una nube de indios con los que se entabló una feroz batalla en la que Magallanes fue herido en una pierna con una flecha envenenada. El combate se tornó encarnizado y los indios, sabedores de quién era el capitán, le dirigían sus ataques hasta que le dieron un sablazo en la pierna izquierda, haciéndole caer de cara en el mar, y entonces, todos contra él, lo remataron. Muerto Magallanes la expedición quedó al mando de dos capitanes, a los que mató en una celada el traidor rey de Cebú. La dirección recayó en Juan de Carvalho. La nave ‘Concepción’ fue abandonada por inservible, continuando el viaje la ‘Trinidad’ y la ‘Victoria’, que hicieron escalas en Borneo, Mindanao y otras islas. En adelante los indígenas ya no eran salvajes desnudos, sino guerreros vestidos de seda, armados con alfanjes. La riqueza aparecía por doquier. La indisciplina supuso la destitución de Carvalho por cobarde. Gómez de Espinosa se hizo cargo de la ‘Trinidad’ y Juan Sebastián Elcano, natural de Guetaria (Guipúzcoa), de la ‘Victoria’. Un piloto indígena los sacó del archipiélago de la Sonda y les guió a las Molucas o de las Especias a las que llegaron el 8 de noviembre de 1521, atracando en la isla de Tidore, donde hallaron el árbol del clavo. El rey los trató bien, cargaron gran cantidad de especias y siguieron viaje a España, La ‘Trinidad’ se quedó para repararse y regresar por América, pero cayó en manos portuguesas.


La ‘Victoria’, con 47 españoles y 13 indígenas, partió el 21 de diciembre, hizo escala en Timor, se desvió de las rutas portuguesas e inició un viaje a España de cinco meses de terribles penalidades a través de los océanos Índico y Atlántico, el 6 de marzo de 1522 dobló el cabo de Buena Esperanza (punta de África), y ante la necesidad hubo de anclar frente a la isla de Santiago de Cabo Verde. El contador de la nave, que bajó a tierra con 12 hombres fue hecho prisionero por el gobernador portugués, de modo que Elcano hubo de proseguir, sin socorro alguno, con los poco marineros que le quedaban El 6 de septiembre siguiente, después de soportar violentos temporales, arribó en la ría de Sanlúcar de Barrameda, final de un viaje que había durado tres años y veintisiete días, De los 265 hombres que salieron quedaban 18, casi todos enfermos Se estima que habían recorrido 14.460 leguas (casi 70.000 kms) alrededor del globo, quedando demostrada la esfericidad de la Tierra. La ‘Victoria’, incapaz de seguir navegando, fue remolcada hasta Sevilla donde hizo su entrada triunfal. Réplica de esta nave estuvo en el puerto de Garrucha un mes, verano de 2013.

Juan Sebastián Elcano comunicó al emperador Carlos la noticia de su llegada, siendo recibido y agasajado; el rey le concedió, entre otras mercedes, un escudo de armas que lleva por cimera un globo con la leyenda: ‘Primus circumdediste me’, cuyo significado es: ‘El primero que me dio la vuelta’. Sus compañeros también fueron recompensados con generosidad.

Casi cuatro años después, el 4 de agosto de 1526, Elcano, enfermo, fallecía cuando navegaba por el océano Pacifico a bordo de la nao ‘Santa María de la Victoria’. Siguiendo el ritual marino se le hicieron las exequias y su cuerpo fue arrojado al mar encima de una tabla.