La importancia de la memoria


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MARIO SANZ CRUZ

En estos días de final de invierno y principio de primavera, en el faro de Mesa Roldán, estoy recibiendo numerosas visitas de colegios institutos y asociaciones culturales. He montado el museo sobre faros y llevo muchos años enseñándolo porque me gusta que la gente joven, y la no tan joven, conozca el mundo de los faros. Un mundo que tiene mucha historia, pero que está siendo muy poco valorado desde las administraciones públicas. Los faros son un importante patrimonio que debe ser conocido y apreciado por la sociedad. Si una cosa no se conoce, no se siente como algo cercano, si ignoramos su existencia mal podremos darle el valor que tiene. El de los faros es mi mundo y me gustaría que, aparte de su trabajo como señal marítima, que no está en cuestión, tuviese un futuro de puertas abiertas, de museos, de centros de interpretación o lugares para el disfrute y el enriquecimiento cultural.

Ya podemos ver ejemplos en otros países, como el sur de Estados Unidos, donde casi todos los faros están abiertos al público. Podemos ver antecedentes en otros lugares de España, como el precioso Centro de Arte del faro de Cabo Mayor, creado por el magnífico pintor Eduardo Sanz; el espectacular Museo del faro de Porto Pi, en Mallorca, y algunos otros ejemplos meritorios repartidos por toda la geografía española.

Pero en nuestra provincia y nuestro país hay muchas otras cosas que recuperar del olvido, muchas más cosas que rescatar para la memoria.

A nuestro alrededor siguen en extremo peligro los importantísimos restos de la ciudad de Baria, en Villaricos. Lo mismo sucede con los restos de la cultura de El Argar. Tenemos un montón de torres vigías y castillos sin restaurar, la magnífica Alcazaba de Almería sigue a medias, muchas casas señoriales con historia, restos de arqueología industrial por todos lados, construcciones con firma sin catalogar, etc.; esperan que alguien se fije en ellas.

En Carboneras, aparte de la “Escultura Habitable” de André Bloc, que está en buen estado de conservación, varias viviendas exclusivas, firmadas por el arquitecto y escultor Edgard Pillet, están en ruinas y otras han sido reformadas sin ningún respeto a su diseño original. Además, la torre de Mesa Roldán se hunde, día a día, ante mis ojos.

No muy lejos se desmoronan el castillo de San Pedro, la Torre de Los Alumbres, el Cortijo del Fraile, la torre de Cala Higuera y muchas construcciones rurales singulares, pozos, aljibes, etc.

Cuanto más conservado y más presente tengamos nuestro patrimonio, mejor recordaremos nuestra historia, mejor entenderemos de dónde venimos y qué ha sucedido a nuestro alrededor en otros tiempos. Cuidando los vestigios de nuestra historia nos hacemos un gran favor, nos hacemos más cultos y menos dependientes de opiniones ajenas, que, a menudo, no son sinceras y responden a intereses que casi nunca son los intereses generales.

Igual algún día aprendemos de nuestros errores pasados y de nuestros aciertos, que también los ha habido, y podemos levantar la vista de este presente abrumador y acaparador, que requiere toda nuestra atención y nos dirige desde sus pantallitas luminosas, con sus redes sociales y su ruido continuo, sin darnos la oportunidad de disfrutar el medio ambiente en directo, de los recuerdos de nuestra historia, sin permitirnos pasar la mano por las cosas tangibles, notar sus texturas, ver cómo sus colores y sus sombras cambian a lo largo del día.

Levanta la vista de las pantallas y disfruta de la vida, pero hazlo con respeto y conciencia.