Rufián y los rufianes


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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

Este pobre diablo, despedido en 2015 por absentismo laboral, se ha dado a conocer por esa permanente campaña de ocurrencias, impertinencias e insultos.

La falta de cultura política en España es abrumadora. La falta de cultura generales lamentable. La falta de educación muy visible y añadida a lo anterior es seña de identidad de no pocos políticos españoles en activo. Sí, me estoy refiriendo a Rufián. Por sus hechos les conoceréis. Y Rufián, pobre diablo, se ha dado a conocer por esa permanente campaña de ocurrencias, impertinencias e insultos. Debe creerse que esta es la función del Diputado. O bien una campaña gratuita para darse a conocer ante la opinión pública.

Lo cierto es que el catálogo de sandeces parece inagotable y así trata de justificar su sueldo y sus prebendas como Diputado, de otro modo ¿dónde estaría Rufián cuando en 2015 le despidieron por "absentismo laboral" y hubo de cobrar la prestación por desempleo? Los que gustan del espectáculo celebrarán que el Congreso de los Diputados asemeje al Gran Patio de Corrala de este siglo XXI gracias a Rufián y a los rufianes de turno. Resulta desalentador que esto ocurra en el Congreso junto al busto en bronce de Julián Besteriro, los lienzos de aquellos políticos que engrandecieron la política y la cultura: Castelar, Cánovas, Sagasta, Dato, Salmerón, Azaña, Calvo Sotelo, Alcalá Zamora, etc. Por esos pasillos transita el diputado Rufián preparando la siguiente gresca verbal y riéndose de sus ocurrencias.

Al parecer esta democracia nuestra es asimilable con la vulgaridad acompañada de silencio por aquello de la corrección política y la complicidad sectaria, partidista y feminista. Pobre y lamentable espectáculo en una Comisión del Congreso vejando a una diputada de la oposición. Esta vulgaridad alimenta lo peor de la política española que viene degenerando sin pausa desde 1978. Hasta aquí se ha llegado. Rufián animando el debate de las ideas con sus formas y sus fondos. No vamos a entrar en las poses y las frases de este sonriente "charnego blanqueado de independentismo".

Imagina que es el modo de hacer su trabajo, porque no conoce otro que la pura grosería. Apenas oculta el complejo de inferioridad de los desplazados incapaces de una identidad arraigada en sus ancestros. Disfraz de tantos rufianes y pantalla que esconde enormes lagunas de sentimientos que no tuvieron alma donde refugiarse. Recordemos aquella hermosa canción vibrante y poética: "Andaluces de Jaén, olivareros altivos....".

El charnego sonriente no guarda ningún recuerdo identitariode aquellos "olivareros altivos", su padre y sus abuelos de Bobadilla (Jaén) tan españoles todos,pero vive ensimismado con las cuitas de Santa Coloma de Gramanet y se alinea con los catalanes que no aman a España. Parte muy cercana de su familia reniega de él y de sus veleidades secesionistas. Suena algo fuerte, pero es la cruz que seguirá a algunos charnegos errantes por el territorio de Cataluña. Habrá que aclarar que según la Enciclopedia Catalana,"xarnego" es designación ofensiva que se utiliza para los inmigrantes en Cataluña que proceden de "otras zonas del Estado español". Este término despreciativo no se lo decimos los españoles a Rufián, se lo dicen sus compadres catalanes. Y la Real Academia Española, lea bien Sr. Rufián, describe el origen de "charnego" del término "lucharniego", que se usa para designar "a los perros adiestrados para cazar de noche". Se entiende muy bien.

A quienes le guste esto de los reality show en el Congreso pueden seguir las grandes aportaciones políticas, sociales y económicas de este gran estrambote de las crónicas parlamentarias. Y hasta es posible que algunos hayan aceptado como normal el lenguaje de Rufián sus gestos y sus insolencias, peor para ellos que estiman a muy bajo nivel y el grado de desarrollo de la sociedad en su conjunto. Y también peor para los demás porque resulta que la calidad de tantos políticos españoles nos lleva a todos a la frontera de Burundi. Sin embargo parece que el sujeto se encuentra cómodo y suelto en este traje cosido a su medida.Si conociera la oratoria y la calidad de aquél que fue Presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, tal vez sentiría algo de vergüenza que un "compañero" de partido (ERC), se expresara con aquella elegancia, sabiduría y dignidad durante su larga carrera política. Incluso la prudencia verbal y gestual de Oriol Junqueras, más allá de sus veleidades independentistas. Bonita trilogía "Dos caballeros y un rufián"que podría firmar cualquier autor teatral como ópera bufa.

La última aportación rufianesca en el Congreso ha sido calificada en los medios de "machista, chulesca y matonista de taberna". La nota dominante, la mala educación, la que escupe migas de pan cuando habla. De ello se deduce la nula preparación para representar a sus votantes en Cataluña. ¿O tal vez le aplaudan en masa? Para muchos resulta la caricatura grotesca del diputado, aunque él lo ignore en el piélago de la ignorancia y puede que le guste ese papel que él mismo se arroga con total ausencia de pudor, aunque esto no le libre del ridículo.
A esta altura del relato se nota la ausencia de voces críticas de ese nutrido grupo de feministas de cartulina. Ni una sola entre tantas se atrevió a defenderla diputada vejada por Rufián con gestos y palabrería que son el "vade retro" de ese discurso tan severo y tan agraviante que sueltan enardecida scuando "un hombre" de la calle se atreve a algo similar con cualquierotra mujer. ¿Qué tal si Rufián hubiera tratado de modo similar y vejatorioa Carmen Calvo o a Almudena Grandes?,dos reinonas impiropeables de esta pantomima radical generosamente subvencionada. No crean que se trata de cínicas o despistadas, es una forma de ser.

No recuerdo si en aquella Comisión del Congreso le llamaron imbécil o estúpido. Lo cierto es que la estupidez humana hadado mucho juego desde siglos. Si a la estupidez se une la ignorancia, el resultado es patético, pues una alimenta a la otra.A este respecto se recomienda un libro delicioso comentando el diario El País sobre la historia de la estupidez del autor Oliviero Ponte editado por Taurus (2.000). Se titula "565 formas de ser estúpido". Algunos se emplean en serlo de la forma más estruendosa.