“Era preferible ser hereje en España que en la Alemania de Lutero”. Elvira Roca, autora de 'Imperiofobia', un libro con 20 ediciones

Elvira Roca Barea, la investigadora malagueña autora de ‘Imperiofobia y leyenda negra’, vuelve a arrojar luz sobre esa parte de nuestra Historia que ha sido retorcida hasta el punto de parecernos vergonzante a los propios españoles.


Elvira Roca

ALMERÍA HOY / 15·08·2018

La investigadora malagueña, autora de ‘Imperiofobia y leyenda negra’, vuelve a arrojar luz sobre esa parte de nuestra Historia que ha sido retorcida hasta el punto de parecernos vergonzante a los propios españoles. En esta ocasión lo hace mediante la ficción en ‘6 relatos ejemplares 6’, un libro de cortas fabulaciones con trasfondo de gran rigor histórico. La autora explica cómo el luteranismo usó perversamente el lenguaje para situar las palabras ‘opresión’, ‘libertad’, ‘tolerancia’, ‘fanatismo’ o ‘reforma’ en el bando equivocado.

- ¿Qué ha pretendido con su último libro, “6 relatos ejemplares 6”?
- He fabulado una parte de la historia que no se conoce. He abierto unas habitaciones que nunca se visitan porque todavía se cree la mentira de que el Norte es virtuoso, según la teoría supremacista vigente, frente a un Sur pobre y atrasado.
- ¿Se debe esa diferencia actual entre el Norte y el Sur de Europa al triunfo de la Reforma en la parte más desarrollada del continente?
- En primer lugar, esa reforma de la Iglesia que nos han vendido nunca existió. Sólo fue un cisma, que es algo muy diferente, pero le cambiaron el nombre con notable éxito porque se suele asumir que lo reformado siempre es una mejora con respecto a lo que había. A partir de esa perversión del lenguaje, el Sur, por razones históricas muy complejas, fue detrás de las palabras sin fijarse en los hechos y hoy se acepta que el mundo meridional se quedó atrás, nunca se arregló y quedó sumido en la intolerancia, mitos muy fáciles de desmontar cuando uno estudia y profundiza en lo que realmente ocurrió y descubre que las persecuciones emprendidas por los protestantes fueron realmente feroces.
- Sin embargo, ha trascendido el avance que supuso la doctrina de Lutero en cuestiones como reconocer a un Dios menos severo o la posibilidad de comulgar con uno mismo.
- Es que la sombra de Max Weber sigue siendo alargada, aunque su puesta en escena no soporta mi tres minutos de análisis. La Alemania de Lutero era infinitamente más pobre y el Cisma fue un conflicto por el poder a través de la religión. Supuso el sometimiento de la Iglesia al servicio del poder terrenal de los reyes de Inglaterra y los príncipes de Sajonia. Fue una fusión que dio lugar al nacimiento de un nuevo poder extremadamente opresivo e intransigente. Nadie que no fuera luterano podía vivir en esos territorios.  
- Dibuja usted una posición mucho más dura que la que se atribuye a la Inquisición española.
- Absolutamente. Es que el tiempo lo suaviza todo. La Inquisición entendía que la persona juzgada tenía derechos y los respetaba. En la Europa de Lutero, no.
- Pero el término inquisidor tiene evidentes connotaciones peyorativas que no posee el de luterano.
- Cuando ser como Lutero significaría andar destruyendo sinagogas, quemar sin juicio a mujeres acusadas de brujería o aniquilar judíos en los progromos a sangre y fuego. Por el contrario, la Inquisición fue un elemento de control en el que las disidencias se sometían a juicio. Los protestantes se dedicaban directamente al linchamiento. A su favor juega que ese tipo de acciones no han dejado la prolija documentación que sí dejaban los tribunales del Santo Oficio. La gestión de la intolerancia por parte de la Inquisición era mucho más respetuosa, compasiva y ordenada. Era infinitamente preferible ser hereje en España o Italia que en la Alemania de Lutero, donde se les aplicaba literalmente el ‘aquí te pillo, aquí te mato’.
- ¿Y por qué cree usted que ha trascendido una imagen tan radicalmente opuesta a la realidad?
- Porque el núcleo central ha gravitado en torno a la agitación y la propaganda, unos conceptos inventados por los protestantes en el castillo de Guillermo de Orange que se basan en la ocultación de una realidad que es sustituida por otra ficticia. En el Sur no se conocía eso. Es evidente que algo que tú inventas puedes manejarlo mejor que los demás. Cuando Hitler llegó al poder sólo pidió dos cosas: los ministerios de Educación y de Información. Es decir, formar y controlar la opinión. El catolicismo abogaba, en cambio, por convencer y evangelizar de uno en uno sin dar validez a conversiones que no se estiman sinceras. También hay que recordar un hecho: es el protestantismo el que se aparta de la Iglesia de Roma, que continúa en su sitio, por eso intentan justificar ese rechazo.
- En el sentido que usted apunta, cabe reivindicar el concepto de ‘Reforma’ en lo que emprendieron algunos pensadores que, como Erasmo, continuaron en la Iglesia, frente a la ruptura que supusieron Lutero, Calvino y demás teólogos protestantes.
- Absolutamente. Y tal vez por eso Lutero, Calvino y quienes apoyaron y promocionaron repitieron y empeoraron con una virulencia excesiva errores que ciertamente había cometido la Iglesia. La Iglesia, a estas alturas, ya se tomaba la aparición de herejes con mucha tranquilidad porque estaba acostumbrada a que surgieran y, al cabo de cierto tiempo, desaparecieran. Llevaba cinco siglos así. Había aprendido a gestionar con calma esas situaciones, algo que no hacían esas nuevas opciones religiosas del Norte de Europa vinculadas a poderes terrenales que se empleaban en erradicar la disidencia de manera extremadamente violenta para justificarse a sí mismos e imponer su criterio a sus súbditos. Ése era el concepto de libertad religiosa de Lutero. Si el príncipe se hacía luterano, también se hacían todos sus siervos.
- Luego el Sur estaba mucho más avanzado que el Norte en cuestión de libertades.
- Sin discusión posible.
- ¿Estuvieron justificadas las guerras emprendidas por España contra el protestantismo?
- Es que ésa es otra mentira. No hubo ninguna lucha ideológica sino el intento de poner orden ante la confiscación de bienes cometida por ciertos nobles centroeuropeos y la negación de legitimidad que hacían del poder del Emperador español Carlos V, que no tuvo más remedio que tomar medidas contra quienes habían cuestionado su autoridad. Insisto. No existió nunca un conflicto religioso. Sí ocurrió que unos príncipes no querían aceptar que un niñato de los Habsburgo, como llamaban a Carlos V, fuera la cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico en lugar de uno de esos sajones. Lutero fue sólo su instrumento.
- Admitiremos, al menos, que la renta que disfrutan hoy los habitantes del Norte es sensiblemente superior a la que tenemos en el Sur de Europa.
- Sí, ¿pero desde cuándo? porque tendemos a proyectar hacia atrás la imagen del presente. Fue el triunfo del liberalismo y la revolución industrial lo que procuró la prosperidad económica del Norte, sin embargo, sería bueno medir otras variables como, por ejemplo, dónde se pasaba más hambre y dónde se repartía mejor la riqueza. En la Inglaterra victoriana, las clases populares pasaban literalmente hambre y el porcentaje de analfabetismo era muy superior al que existía en España o en Italia entre los segmentos medio y bajo de la sociedad. También había hambre en la Alemania de finales del XIX. Los grandes números de la economía no significan necesariamente una mejor vida para la mayoría de la población. A mí me interesa la historia del hambre. En España no ha habido levantamientos por esa causa, mientras que la Historia de Francia y la de Inglaterra están plagadas de ellos. Eran constantes.

“Siempre ha habido locos, pero antes no les daban cobijo en Salamanca”

 - Una asociación defiende que Colón era catalán y ha impartido dos conferencias en la Universidad de Salamanca para dar a conocer que la Historia ha sido manipulada en contra de Cataluña ¿Qué le parece?

- Que el mundo está lleno de locos. Siempre lo ha estado, pero antes no les daban cobertura en Salamanca. Su presencia ha sido una desdicha constante pero, hasta ahora, se tenía la precaución de mantenerlos en sus cotos para que no hicieran daño al resto de la humanidad.