El café y el cine

Se observará que los bebedores de café (o té) en las películas suelen ser los “buenos”. Los “malos” suelen preferir el vaso o la copa de alguna bebida alcohólica


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AMANDO DE MIGUEL

Una escena que se repite mucho en tantas películas es que alguien está tomando café, casi siempre acompañado. En realidad, solo hacen que se lo toman. Si el café se acompaña de dulces, estos no se prueban. ¿A qué se debe esa constancia? Realmente, resulta obsesiva. Recordemos esas películas del Oeste americano en las que un vaquero errante se dispone a descansar después de una larga caminata. El hombre no lleva equipaje, pero siempre hay una cafetera o un puchero para calentar el café en la improvisada fogata. El espectador se maravilla de tan buena disposición. ¿A qué precio saldrá ese café?¿dónde lo adquirió el vaquero?

La ceremonia del café (o del té, si el ambiente es inglés) cumple varias funciones. En muchas películas es obligada la secuencia de un primer plano o un plano medio. A diferencia del teatro, en el cine los actores no saben qué hacer con las manos. Es la ocasión para que cojan la taza de café (o té) y hagan como si fueran a beber placenteramente. Ese detalle facilita la buena inteligencia con los acompañantes y un gesto relajado. En el cine se impone que las manos estén ocupadas en algo intrascendente.

Se observará que los bebedores de café (o té) en las películas suelen ser los “buenos”. Los “malos” suelen preferir el vaso o la copa de alguna bebida alcohólica. La cerveza sirve para los “buenos” y los “malos” indistintamente. Son convenciones no escritas, pero que se cumplen. Por lo mismo, el “malo” suele salir con bigote o cabellera hirsuta, mientras que el “bueno” se presenta recién afeitado y tonsurado, aunque lleve cabalgando varios días por lugares solitarios. En las mujeres está todavía más claro por la ropa si son “buenas” o “malas”. La calificación no es tanto moral como a efectos del argumento.

La ceremonia del café (o del té) en el cine supone que alguien ofrece compartir la bebida a otra persona o a varias. Nótese que en inglés se ofrece “una taza de café”, en tanto que en España hablamos de “un café” sin más. Hay que tener en cuenta esa diferencia a la hora del doblaje. Por esa razón, en España empieza a cundir la expresión “¿quieres una taza de café?” en lugar de la tradicional “¿quieres un café?”. Hablamos inglés sin saberlo.

Una constante de los argumentos es que la ceremonia del café (o del té) presupone una cierta atmósfera de bienestar, de placidez, que seguramente prepara una secuencia posterior en la que va a acontecer algo dramático.

Ignoro si las grandes empresas cafeteras (o las compañías de té) abonan algunas subvenciones a las películas que contienen la ceremonia que digo. Supongo que sí lo hacen, aunque es imposible documentarlo. Lo mismo vale para las empresas del sector de bebidas alcohólicas o de refrescos. Los caracteres de las películas se convierten en modelos de conducta de forma inconsciente.