Qué haremos con la Cataluña independiente total

Será interesante ver la reacción de las autoridades de la República Catalana cuando los pacíficos habitantes del Valle de Arán exijan un referéndum para salirse de Cataluña. A ver quién va a ser el majo que les discuta el derecho a decidir


Amando de Miguel.

AMANDO DE MIGUEL

El «qué haremos» es ya un catalanismo, y no supone interrogación. En castellano sería mejor «qué le vamos a hacer». La expresión tiene en este caso un deje entre fatalista y resignado, que es muy propio de los rebañegos españoles. La primera providencia es que, con la Cataluña independiente, por fin será posible decir en castellano «Cataluña», «Gerona» o «Lérida». Es la misma razón por la que pronunciamos «Alemania», «Colonia» o «Ratisbona» y no los correspondientes nombres en alemán, que se resisten al aparato fonético no tudesco.

Al principio será raro que, al pasar la frontera de Cataluña, los españoles nos veamos obligados a presentar pasaportes y visados, a utilizar pesetas. Lo curioso es que la peseta fue el invento de un hacendista catalán, Laureano de Figuerola, gobernador del Banco de España. Razón de más para que sea la nueva valuta catalana.

Será difícil que nos acostumbremos los españoles a que los equipos de fútbol catalanes no participen en la liga española y menos en la 'roja'. Por cierto, se ha dicho así para no herir a los catalanes con lo de la «selección nacional».

Producirá una cierta angustia la visión del programa más visto de las teles españolas: el tiempo atmosférico. Los nuevos mapas meteorológicos no permitirán dibujar la información correspondiente al territorio de Cataluña. Bueno, esa misma estúpida ausencia se produce ahora con Portugal.
Ignoro qué pueda pasar con los cientos de miles de personas nacidas en Cataluña y que residen en España. ¿Será considerados extranjeros en España? ¿Podrán gozar de la doble nacionalidad, española y catalana? ¿También sus hijos?

Será interesante ver la reacción de las autoridades de la República Catalana cuando los pacíficos habitantes del Valle de Arán exijan un referéndum para salirse de Cataluña. A ver quién va a ser el majo que les discuta el derecho a decidir.

Comprendo que el nuevo Gobierno de la República Catalana vaya a expropiar los ferrocarriles o los aeropuertos, que son ahora propiedad del Estado español. Se supone que serán expropiados con las indemnizaciones correspondientes. O quizá no, por aquello del principio más conocido de la ciencia económica catalana: «La pela es la pela».

Hoy tenemos un ramillete de partidos políticos en Cataluña cuyo objetivo central ha sido lograr la independencia de Cataluña. Ahora bien, instaurada la República Catalana, ¿a qué se dedicarán esos mismos partidos y cómo se denominarán?

Comprendo la felicidad que va a suponer el símbolo de la República Catalana cuando promulgue una de sus primeras leyes. Se trata del perdón o amnistía de los varios sonoros casos de corrupción que afectan a distinguidos hombres públicos catalanes, empezando por «la sagrada familia».

A los españoles nos va a resultar liberador que las noticias sobre Cataluña vayan a desaparecer de los titulares en los medios no catalanes. Ha sido una presencia cotidiana en las portadas de los medios durante los últimos años. En síntesis, que la nueva República Catalana va a ser una pejiguera para muchos españoles. Y lo mismo que te digo una cosa, te digo la contraria.