De vándalos y 'antituristas' en Almería

Obviamente, hay más de una diferencia entre lo de la CUP y lo de los vándalos de Almería. Los primeros tienen intenciones políticas, mientras que los segundos... Bueno, que cada cual imagine qué clase de ¿pensamientos? les cruzan por la sesera para hacer lo que hacen. Además, los 'cuperos' suelen estar bien organizados y 'justificados' por una ideología marxista, mientras que lo del niñato almeriense suele ser un acto espontáneo, improvisado y sin aparente motivación


Detalle de una barandilla destrozada la pasada semana por vándalos en Almería.

PABLO REQUENA

Alarmados andan empresarios españoles y turistas provenientes de todo el planeta con la última conjura de los necios nacida en Cataluña gracias a la CUP, esa comuna política que se autodenomina internacionalista, pero que se envuelve en trapos de colores con más entusiasmo que los nacionalistas, de los que depende que el click de Playmóbil —AKA Carlos Puigdemont— y el salvapatrias de mirada asimétrica —véase Junqueras— sigan en la poltrona catalana, ya saben, esos mismos que se dicen antisistema, pero que viven —y cómo viven— del sistema a través del Parlamento catalán y de diferentes subvenciones para sus asociaciones satélite. Unas asociaciones juveniles cuya última gracieta, ya habrán visto, consiste en atacar la gallina de los huevos de oro, esto es, el turismo.

No hace falta ser un lumbreras para ser consciente de que, si el turismo va bien, la economía española aplaudirá con las orejas, y que si va mal, todo lo contrario. De hecho, los ingresos que dejan los más de 75 millones de turistas que nos visitan cada año ya suponen más de un 16% del PIB español... y subiendo.

Pero hete aquí que, en los últimos días, los niñatos de la CUP vienen atacando al sector con actos como detener un bus turístico y pintorrejearlo, o rajar las ruedas de las bicis públicas de Barcelona, estupideces grado 'deidad' que, cómo no, ya se están exportando a otras regiones como Valencia, Baleares o el País Vasco, donde, por cierto, los abrechalés deben estar bien fastidiados viendo cómo sus primos hermanos de la CUP les toman la delantera redescubriendo la 'kale borroka' del siglo XXI.

Cambiando de tema —o no tanto—, en tierras almerienses hemos sufrido recientemente un nuevo episodio de estupidez supina en forma de vandalismo que se ha llevado por delante los nuevos grifos, baños públicos y barandillas instalados horas atrás en determinadas zonas de la capital, como El Zapillo o Retamar. Horas. Eso es lo que han durado. Sin duda, nuevo récord oficial tras el bochornoso capítulo del reno navideño —y algún que otro ganso— raptado en una rotonda y localizado posteriormente en la azotea de un instituto público. Cosicas almerienses, que dirán algunos, como las clásica quema de contenedores o el robo de pascueros de cada Navidad.

Obviamente, hay más de una diferencia entre lo de la CUP y lo de los vándalos de Almería. Los primeros tienen intenciones políticas, mientras que los segundos... Bueno, que cada cual imagine qué clase de ¿pensamientos? les cruzan por la sesera para hacer lo que hacen. Además, los 'cuperos' suelen estar bien organizados y 'justificados' por una ideología marxista, mientras que lo del niñato almeriense suele ser un acto espontáneo, improvisado y sin aparente motivación.

Tampoco tienen una explicación concreta para quien escribe otros actos vandálicos perpetrados en Almería que, perfectamente, podrían ser tachados de 'antituristas' con la misma vehemencia que las estupideces de la CUP, a saber: cuando te ponen acero corten en la milenaria muralla del monumento más visitado de la provincia, o cuando te levantan un mamotreto como el Mesón Gitano no muy lejos de allí, o como cuando las administraciones se echan la pelota de los torreones de Pescadería mientras se vienen abajo, casi como se ha terminado viniendo el Cortijo del Fraile, o como acabará ocurriendo —al tiempo— con el Cable Inglés. Eso, sin olvidar cuando daban la vuelta al mundo imágenes de derribos de casas en el Almanzora y el Levante, la mayoría de las cuales habían sido adquiridas de buena fe por británicos engañados por la sempiterna picaresca española. ¿No son éstos actos vandálicos y antituristas? Un servidor de ustedes lo tiene bien claro.