La moción

Podemos nunca gobernará el país mientras el PSOE esté por delante en número de escaños. Es verdad que, en las últimas elecciones generales, a los de Iglesias Junior les faltó el pelo de una gamba para superar a los socialistas en número de votos —22,6% de sufragios obtuvo PSOE, 21,1% logró Podemos—. Y en esas estamos: en terminar de hundir a unos socialistas envueltos en un proceso de primarias que pudiera resultar mortal de necesidad, con destacados pedristas y susanistas hablando sin tapujos de abandonar el partido en caso de que no ganen los suyos


Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. // Imagen: Europa Press

PABLO REQUENA

Anda el mundo de la política nacional revuelto —menuda novedad— a cuenta de la moción de censura que Pablo Iglesias ha anunciado recientemente. Fíjense que digo Pablo Iglesias y no Podemos; tanta matraca que han dado los podemitas con la cantinela de «la gente decide», «que voten las bases», «no sin la militancia» y demás engaños populistas, para que finalmente sea él y sólo él —el niño del bautizo, el novio de la boda y el muerto del entierro— quien, sin avisar a nadie, decida y anuncie presentar una moción de censura.

Dicha moción, supuestamente, va dirigida contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Ya saben; la 'gente' contra la 'trama'. Pero no hay español con dos dedos de frente que se lo trague. Esa moción no va contra el PP, que seguirá gobernando el país después del paripé de Iglesias en el Congreso. No. Esa moción va contra el enemigo natural de Podemos, que no es otro que el PSOE, y que encararía el debate de la moción de censura sin un líder, dividido y con distintos puntos de vista sobre cómo sobrellevar la iniciativa podemita.

Podemos nunca gobernará el país mientras el PSOE esté por delante en número de escaños. Es verdad que, en las últimas elecciones generales, a los de Iglesias Junior les faltó el pelo de una gamba para superar a los socialistas —22,6% de sufragios obtuvo PSOE, 21,1% logró Podemos—. Y en esas estamos: en terminar de hundir a unos socialistas envueltos en un proceso de primarias que pudiera resultar mortal de necesidad, con destacados pedristas y susanistas hablando sin tapujos de abandonar el partido en caso de que no ganen los suyos.

Luego está aquél a quien va dirigida la iniciativa podemita, un Mariano Rajoy que vuelve a tirar de retranca gallega para dejar claro el poco temor que le infunde una moción de censura condenada al fracaso desde su concepción. Al menos, si entendemos por fracaso la razón principal de una moción tan extrema: sacar al Gobierno para meter a otro.

Pero, insisto: no es este el objetivo principal de la iniciativa de Podemos. La razón es hurgar en la herida socialista, ahondar en la división, demostrar que el liderazgo de la oposición es sólo cosa suya, que los demás ni están ni se les espera... Y, en este sentido, debo decir que la idea de Pablo Iglesias Junior no es, para nada, estúpida. Todo lo contrario; la creo muy acertada, como acertada fue en su día la que presentó Felipe González contra Adolfo Suárez, y que, si bien tampoco sirvió para cambiar al Gobierno, sí tuvo buena parte de culpa en consolidar el liderazgo de un González que pocos meses después arrasaría en las elecciones.

Así, Pablo Iglesias será, una vez más, protagonista de una sesión en el Congreso; dará —o tratará de dar— la imagen de que él es la auténtica oposición al PP; volverá a abrir informativos y portadas de periódicos; será trending topic en Twitter durante varios días seguidos; demostrará, o eso piensa él, que PSOE y Ciudadanos permiten, por activa o por pasiva, que Rajoy siga gobernando, y que sólo Podemos planta cara. En el turno de réplicas, el principal partido de la oposición, que hoy por hoy sigue siendo el PSOE, intervendrá sin un líder definido, y eso es, al fin y al cabo, de lo que va todo esto.

Por tanto, bravo por la idea de Iglesias Junior desde el punto de vista estratégico. Bravo por la idea, que no la ejecución. Porque clama al cielo esa búsqueda desesperada de protagonismo cuando no ha consultado con nadie —ni siquiera con aquellos partidos dispuestos a votar a favor—; y porque la supuesta razón que motiva la moción —la operación 'Lezo' que ha acabado con el expresidente madrileño entre rejas, y lo que falta por salir— no cuela ni con calzador. De lo contrario, ¿a qué espera Podemos para presentar idénticas mociones de censura en regiones como Cataluña o Andalucía?

En Cataluña hay muchos más motivos para hacerlo por las gravísimas acusaciones judiciales sobre el clan Pujol y el 3%, sin dejar de lado el tema del proceso independentista, con el cual se cruzan líneas legales a diario. En el caso andaluz, tenemos la región más pobre pero la que más dinero ha dilapidado en casos de corrupción de todo el continente —sólo con los EREs y Malaya, somos más campeones de Europa que el Real Madrid— y donde no hay un expresidente autonómico, sino dos, con la sombra de la sospecha sobre ellos. Lo siento, Junior, pero una vez más, no nos la cuelas.