Parecidos razonables


Si bien les separan otros asuntos que no son menores, como la inmigración o el matrimonio homosexual, la propia Le Pen ha dicho expresamente que «Podemos existe porque no hay un Frente Nacional en España», y que el partido morado representa, al igual que el suyo, «la ira del pueblo y la lucha contra la UE». Y no le falta razón. Claro que sacar pecho por representar ira y antieuropeísmo es harina de otro costal.


Marine Le Pen. // Europa Press.

PABLO REQUENA

Admito que me va la marcha. Sólo así se entiende que, en la última semana, me haya tragado íntegros sendos mítines de Donald Trump y Marine Le Pen. Sin anestesia ni nada. No es que estuviera aburrido; ciertamente, se me ocurren mil millones de cosas mejor que hacer que chuparse las monsergas de semejantes majaderos. Pero es tal la fascinación producida por la capacidad de atracción que Trump y Le Pen poseen entre las masas yanqui y gabacha, que tenía que comprobar por mí mismo qué dicen y cómo lo hacen para captar el aplauso entusiasta del incauto votante.

Ya había visto anteriormente varios discursos de Trump —en versión original para no perder detalle—, y sabía a qué atenerme. Con Le Pen, en cambio, me dispuse a escuchar —esta vez con subtítulos, que los de la EGB nos quedamos sin francés— un discurso, si bien parecido al de Trump tanto en la forma como en el fondo, también con su sello personal. Al fin y al cabo, mientras Trump es un 'outsider' de la política, Le Pen lleva desde que nació viviendo de ella, y eso también se transmite de cierta manera.

En efecto, los parecidos entre los discursos totalmente exaltados de ambos botarates son cuantiosos; nada que pueda sorprender, pues ambos representan a la extrema derecha. Como tampoco asombra en exceso el hecho de que ciertos eslóganes y ademanes coincidan con los de la extrema izquierda, en España representada hoy día en Podemos. Porque sí: también me he chupado no pocos discursos de Pablo Iglesias Junior —ahora que se ha rebautizado, habrá que diferenciarlo de algún modo del genuino Pablo Iglesias fundador del PSOE—, y tengo que decir que las similitudes entre el coletas y Le Pen van más allá de lo puramente anecdótico.

Empezando, por ejemplo, por el eslogan del discurso en cuestión de la aspirante a presidir la república francesa. «Au nom du peuple», lo que viene a ser «para la gente» según el traductor de Google —reitero mis disculpas por ser víctima de la EGB—. «Para la gente», el mismo nombre con el que los de Izquierda Unida, ahora integrados en Unidos Podemos, acudieron a las pasadas elecciones municipales.

Luego escuchas a Le Pen acusando al presidente Hollande de ser un títere del Gobierno alemán —es sabido que lo de Rajoy como marioneta de la Merkel es uno de los principales recursos del Pablo Iglesias—, o atacar a los dos principales partidos franceses con los mismos argumentos que aquí llevan a muchos a gritar aquello de «PP y PSOE la misma mierda son», o tirar de euroescepticismo, o negar ser la ultraderecha con la misma convicción con la que Junior niega ser la extrema izquierda...

Si bien les separan otros asuntos que no son menores, como la inmigración o el matrimonio homosexual, la propia Le Pen ha dicho expresamente que «Podemos existe porque no hay un Frente Nacional en España», y que el partido morado representa, al igual que el suyo, «la ira del pueblo y la lucha contra la UE». Y no le falta razón. Claro que sacar pecho por representar ira y antieuropeísmo es harina de otro costal.