Verde esperanza

RAMIRO TÉLLEZ

19·06·2015

Hace sólo seis días que se constituyeron los nuevos ayuntamientos tras las elecciones del pasado 24M. Sin embargo, la actualidad informativa ha sido tan pródiga en polémica y escándalos desde entonces que más que seis días parecieran seis meses. Hemos ido de sobresalto en sobresalto sin tiempo para la recuperación.

Por centrarnos en lo esencial, quizá lo más llamativo de la semana haya sido la serie de mensajes de concejales electos de partidos de extrema izquierda en varias capitales, principalmente Madrid. Las barbaridades van desde pedir el empalamiento de adversarios políticos a mofarse del holocausto judío y de las niñas violadas. Si bien es cierto que los mismos fueron escritos antes de tener cargo público sus autores, no lo es menos que no se puedan catalogar como errores, como algunos quieren hacernos creer, porque la repetición de esas ideas a lo largo del tiempo muestra claramente que se trata del pensamiento político más íntimo de sus responsables. Hecho curioso, además, es que se presentaran esas salvajadas en forma de chiste o comentario jocoso. Seguro que a más de uno se le habrán venido a la cabeza las ideas de Freud sobre el particular. Viendo y leyendo a los protagonistas se hace difícil no darle la razón al insigne psicoanalista austríaco:

"Toda una serie de chistes obscenos permite inferir la existencia en sus autores de una escondida inclinación exhibicionista; las personas que mejor hacen los chistes tendenciosos agresivos son aquellas en cuya sexualidad se registra un poderoso componente sádico, más o menos inhibido en su vida".

Con todo, lo más lamentable de lo que vamos constatando no es que existan maestros del odio, incluso en el más literal sentido de la expresión, sino que ahora dispongan de un ejército de alumnos dispuestos a sacar buena nota por la inacción de quienes estaban llamados a combatirlos dialécticamente. Sin duda, entre los votantes de esos partidos radicales se encuentran personas en situación desesperada que sólo buscaban una solución legítima a sus penalidades, pero tampoco se puede negar que, por primera vez desde la Transición, la izquierda radical acaricie lo que siempre ha anhelado: la batasunización de la sociedad española. Desgraciadamente, no por lamentable era poco previsible. Recordemos las palabras del Che Guevara a propósito del odio como factor de lucha, que nuestra extrema izquierda sigue a pies juntillas:

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo. Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma”.

Los odiadores podrán tener esas excrementísimas intenciones, pero no se les podrá acusar de cobardes ni de esconderse. Actúan a cara descubierta. Al resto de la sociedad nos corresponde combatirlos activamente, querámoslo o no. El tiempo del sofá se ha terminado. Nos han citado en el campo de batalla y no podemos perder por incomparecencia. ¿Cuál debería ser la estrategia? Desde luego no pagar con la misma odiosa moneda, en una espiral de y tú más que ya experimentamos hace setenta y nueve años, sino devolver la esperanza a las personas de buena voluntad que los han alzado al poder, porque entre sus votantes siguen siendo muchos más los que desean la concordia y la civilización al enfrentamiento fraticida, el odio y la venganza.

Cierto es que las mezquindades de rojos y azules nos han traído hasta aquí y que las novedades naranja y morada se han desenmascarado en una semana, pero España es la Nación más antigua de Europa, y más sabe el diablo por viejo que por diablo. Hagamos caso a nuestra tradición cultural y confiemos en el verde, el verde esperanza. A tiempo estamos. La responsabilidad es mucha pero la necesidad mayor.



Ramiro Téllez es doctor en Químicas y profesor de la Universidad de Almería, así como vicepresidente provincial de VOX.