La circuncisión


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos




Los médicos saludan la circuncisión como algo positivo dentro de la futura vida sexual del individuo. Mejores penetraciones, más placenteras y, sobre todo, copulaciones más duraderas en los encuentros sexuales, también llamados ayuntamientos. Se dan ustedes cuenta que hasta los ayuntamientos aparecen en las relaciones sexuales. Si la circuncisión la vemos desde este punto, no parece que haya que tener nada en contra de la práctica, que puede ser incluso buena para la salud del hombre en su vida sexual.

Lo que no podemos permitir en una sociedad avanzada como la nuestra, o por lo menos eso dicen, que somos muy avanzada, es la muerte de un bebé de solo cuarenta días, por una circuncisión realizada fuera de un hospital, sin las mínimas garantías sanitarias y por lo que podríamos llamar un curandero. Doscientos euros fue lo que cobró el autor de la muerte del bebé y que hoy está en la prisión. Los pagó una pareja que ahora llora la muerte de su hijo, que está en libertad, y que en algún momento se tendrá que enfrentar con la justicia.

Imagino lo mal que lo deben estar pasando estos padres, el sufrimiento que deben estar soportando desde el día en que vieron morir a su hijo, pero ese dolor no puede mitigar la responsabilidad contraída. Ellos son los culpables de buscar a un chaman, de poner la vida de su hijo en sus manos, de no ir como habría sido su obligación a un hospital, si querían que su hijo fuera circuncidado. Me van a decir que esta familia está en un país extraño, cierto, así es, que no tenemos sus costumbres, también están en lo cierto, pero antes de poner la vida en peligro de su hijo, como hicieron, si su intención era la circuncisión, tendrían que haber preguntado por una fórmula legal para hacerlo. No sé si lo hicieron, y si al final se vieron en la situación de tener que acudir al curandero recomendado por algún conocido de su país, pero esa costumbre, repetimos, saludable según los médicos, tiene el peligro, de no hacerla con garantías, de la muerte de un pequeño de cuarenta días.

No me digan que no es una triste desgracia para esa criatura que había nacido en una tierra que llamamos desarrollada y que perdía la vida a los pocos días de nacer, para una familia que, por mantener una tradición de su religión, veía cómo se moría entre sus brazos un hijo por culpa de llevarlo a un curandero, y a una sociedad, la nuestra, que vemos que por mucho que hagamos, no somos capaces de salvar la vida del crío recién nacido. Según cuentan en el barrio, no es la primera operación que se hace, pero en esta ocasión ha causado la muerte de un bebé.