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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Si en algún momento una mujer, cualquier mujer, incluso la suya, le denuncia por lo que ella considera un abuso sexual contra su persona, un político con gafas de intelectual, de los que creían a pies juntillas en ellas, las mujeres y, en el sí es siempre sí, y al que una de ellas ha puesto en la picota de la justicia, el ínclito Iñigo Errejón, líder de Más Madrid y Más País tras su enfado con la pareja de Galapagar, nos ha dado la respuesta a dar a la autoridad:
Señoría: ¡Ella estaba activa!
Lo que no aclaró es en qué estaba activa, aunque nos imaginamos por donde quiere ir el caballero en cuestión.
No está mal la defensa del político. Si ella estaba activa, y el también andaba con la misma fiebre, ¿qué podía hacer el pobre de Errejón? Solo le quedaba intentar que el cerrojo entrara en el agujero de la puerta. Y lo intentó, pero algo debió salir mal, el agujero de la puerta no debía estar totalmente activado, engrasado y propicio al acoplamiento, y el cerrojo se quedó con las ganas de entrar y cerrar aquel agujero de la puerta.
Cierto que desde aquel intento activo de cerrar el agujero de aquella puerta pasaron meses antes de que llegara la denuncia de la activada señora, según el caballero que ahora se ve en problemas ante la creencia por él mismo promovida de que ellas siempre tienen razón, y que hay que creerlas digan lo que digan. Por lo que recordar no debe ser fácil si aquella noche de farras, tangos y Malenas, ella estaba o no activa. Y cuál era la actividad que recorría su cuerpo. ¿Cómo se demuestra esa actividad, es de imaginar que sexual, que reclama el afectado, denunciado y sentado en el banquillo? No es fácil. Si ella dice que no estaba activa en aquella ocasión, en el apartado a que nos atenemos, en otras nos hemos de imaginar que la señora en cuestión si lo estaba, volvemos a la defensa que el propio Iñigo ha hecho a lo largo de su carrera política de la mujer y de sus declaraciones: Si lo dice una mujer, yo si te creo hermana.
Le quedó bien lo de que “ella estaba activa” ante los medios, tiene su morbo lo de la actividad, pero no tengo muy claro si le va a servir para mucho ante el juez de turno. Ella puede alegar que estaba activa, efectivamente, pero para jugar al cinquillo, al julepe, al parchís, al candi o a una partida al hijo puta, o poker abierto, pero no para lo que quería de ella el cerrajero Errejón. Ante las distintas actividades puestas sobre la mesa, o sobre la cama, ante su señoría, nosotros, la calle, la que tiene que vivir con las leyes que votan estos políticos, ¿a quién tenemos que creer, a quién le damos la razón? Ustedes, jurado popular, tienen la última palabra.
Señoría: ¡Ella estaba activa!
Lo que no aclaró es en qué estaba activa, aunque nos imaginamos por donde quiere ir el caballero en cuestión.
No está mal la defensa del político. Si ella estaba activa, y el también andaba con la misma fiebre, ¿qué podía hacer el pobre de Errejón? Solo le quedaba intentar que el cerrojo entrara en el agujero de la puerta. Y lo intentó, pero algo debió salir mal, el agujero de la puerta no debía estar totalmente activado, engrasado y propicio al acoplamiento, y el cerrojo se quedó con las ganas de entrar y cerrar aquel agujero de la puerta.
Cierto que desde aquel intento activo de cerrar el agujero de aquella puerta pasaron meses antes de que llegara la denuncia de la activada señora, según el caballero que ahora se ve en problemas ante la creencia por él mismo promovida de que ellas siempre tienen razón, y que hay que creerlas digan lo que digan. Por lo que recordar no debe ser fácil si aquella noche de farras, tangos y Malenas, ella estaba o no activa. Y cuál era la actividad que recorría su cuerpo. ¿Cómo se demuestra esa actividad, es de imaginar que sexual, que reclama el afectado, denunciado y sentado en el banquillo? No es fácil. Si ella dice que no estaba activa en aquella ocasión, en el apartado a que nos atenemos, en otras nos hemos de imaginar que la señora en cuestión si lo estaba, volvemos a la defensa que el propio Iñigo ha hecho a lo largo de su carrera política de la mujer y de sus declaraciones: Si lo dice una mujer, yo si te creo hermana.
Le quedó bien lo de que “ella estaba activa” ante los medios, tiene su morbo lo de la actividad, pero no tengo muy claro si le va a servir para mucho ante el juez de turno. Ella puede alegar que estaba activa, efectivamente, pero para jugar al cinquillo, al julepe, al parchís, al candi o a una partida al hijo puta, o poker abierto, pero no para lo que quería de ella el cerrajero Errejón. Ante las distintas actividades puestas sobre la mesa, o sobre la cama, ante su señoría, nosotros, la calle, la que tiene que vivir con las leyes que votan estos políticos, ¿a quién tenemos que creer, a quién le damos la razón? Ustedes, jurado popular, tienen la última palabra.