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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Hoy se celebra el día del pendón. Y algunos
recordamos aquellos en los que don Juan López les cantaba las cuarenta a los
políticos.
El 26 de diciembre trae recuerdos de aquellos años ochenta en el que Almería se despertaba pensando en el tremolar del pendón que iba a tener lugar en la plaza Vieja de la ciudad. A veces fue por culpa del trabajo, otras por la simple curiosidad de vivir el ambiente. No éramos muchos los que nos reuníamos ante el evento y hacíamos el camino hasta la Catedral. Unos entraban al recinto sagrado, otros se quedaban en la puerta. Los había por aquello de que no les iba demasiado la liturgia, otros porque no deseaban recibir las prédicas del archivero, don Juan López.
Se le echa de menos. A los valientes siempre se les echa de menos. Se pudiera estar o no de acuerdo con él, era un cura con un par, de los que no hoy no se ven. Si te tenía que cantar las cuarenta, te las cantaba en bastos este roquetero de pro, desde el púlpito o mirándote a los ojos, cara a cara. Los curas de hoy en día dan la impresión de que no quieren comprometerse, lo que no deja de ser una pena. Todo en la vida de hoy parece girar dentro de lo políticamente correcto, y eso solo nos lleva a la degradación paso a paso del entorno que nos rodea.
No recuerdo el nombre, pero un obispo, empujado por las voces políticas de los que mandaban entonces, lograron que a don Juan lo bajaran del púlpito en aquellos 26 de diciembres. Y desde entonces el día perdía algo de interés político-informativo. Los políticos ya no se quejaban de lo que les decía don Juan, que no paraba en barras, y tenía su puntillo entre los partidos, y los plumillas ya no podíamos recoger las palabras de don Juan y las reacciones de los enfadados. Se sigue celebrando en este día de San Esteban el tremoleo del pendón, y se volverá a la procesión, a la celebración litúrgica y a la homilía, pero, para aquellos que en los años ochenta nos acercábamos a las dos plazas, Vieja y Catedral, se perdió el aliciente de un hombre, cura él, que le cantaba las verdades a la clase política almeriense.
Recuerdo un día en el que vimos salir de la catedral, sin haber acabado el acto religioso, a algunos políticos con caras de pocos amigos. Creo que a mi lado estaba Antonio Torres Tripiana, viendo los rostros de los que iban saliendo. Aquel día don Juan se había pasado. A partir de aquel año cambió la voz que saludaba a los políticos el día del pendón, la de don Juan fue callada por las autoridades políticas y por esa iglesia que jugaba y juega a lo políticamente correcto.
El 26 de diciembre trae recuerdos de aquellos años ochenta en el que Almería se despertaba pensando en el tremolar del pendón que iba a tener lugar en la plaza Vieja de la ciudad. A veces fue por culpa del trabajo, otras por la simple curiosidad de vivir el ambiente. No éramos muchos los que nos reuníamos ante el evento y hacíamos el camino hasta la Catedral. Unos entraban al recinto sagrado, otros se quedaban en la puerta. Los había por aquello de que no les iba demasiado la liturgia, otros porque no deseaban recibir las prédicas del archivero, don Juan López.
Se le echa de menos. A los valientes siempre se les echa de menos. Se pudiera estar o no de acuerdo con él, era un cura con un par, de los que no hoy no se ven. Si te tenía que cantar las cuarenta, te las cantaba en bastos este roquetero de pro, desde el púlpito o mirándote a los ojos, cara a cara. Los curas de hoy en día dan la impresión de que no quieren comprometerse, lo que no deja de ser una pena. Todo en la vida de hoy parece girar dentro de lo políticamente correcto, y eso solo nos lleva a la degradación paso a paso del entorno que nos rodea.
No recuerdo el nombre, pero un obispo, empujado por las voces políticas de los que mandaban entonces, lograron que a don Juan lo bajaran del púlpito en aquellos 26 de diciembres. Y desde entonces el día perdía algo de interés político-informativo. Los políticos ya no se quejaban de lo que les decía don Juan, que no paraba en barras, y tenía su puntillo entre los partidos, y los plumillas ya no podíamos recoger las palabras de don Juan y las reacciones de los enfadados. Se sigue celebrando en este día de San Esteban el tremoleo del pendón, y se volverá a la procesión, a la celebración litúrgica y a la homilía, pero, para aquellos que en los años ochenta nos acercábamos a las dos plazas, Vieja y Catedral, se perdió el aliciente de un hombre, cura él, que le cantaba las verdades a la clase política almeriense.
Recuerdo un día en el que vimos salir de la catedral, sin haber acabado el acto religioso, a algunos políticos con caras de pocos amigos. Creo que a mi lado estaba Antonio Torres Tripiana, viendo los rostros de los que iban saliendo. Aquel día don Juan se había pasado. A partir de aquel año cambió la voz que saludaba a los políticos el día del pendón, la de don Juan fue callada por las autoridades políticas y por esa iglesia que jugaba y juega a lo políticamente correcto.