.. |
PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Me van a decir que la tengo tomada por los racistas de Arana, y tengo, en parte, que darles la razón. A estos seres humanos de confesión y golpes de pecho, me cuesta tolerar. Es más, reconozco que estos sepulcros blanqueados del Pnv cada día me producen mayor asco. Oigo a Aitor el del tractor hablar de Palestina e Israel, de Hamas y de sus atentados, y de que el gobierno de Israel no debería mimetizarse con los terroristas a la hora de tomarse la venganza. Se entiende la postura de los padres de Eta. Ellos defendieron a los terroristas, eran sus hijos, los criaron ellos, los escondieron cuando hizo falta en las sacristías de las parroquias, en las faldas de los curas, en los confesionarios.
Estos falsarios de derechas, estos racistas, sabinianos de misa y comunión diaria, les dicen a unos que se miren en ese espejo en el que ellos nunca se miraron cuando Eta mataba y ellos recogían las nueces, cuando las victimas lloraban y ellos movían el nogal. Ellos nunca protestaron, curas mal nacidos, a los que encima quiere Francisco (ese que se viste de blanco por fuera, ¿y por dentro), que les perdonemos cuando no querían hacerle el responso o la misa al asesinado por uno de sus feligreses, por uno de esos canallas que escondían entre sus copones, dicen que consagrados, pero no con la sangre de Cristo, sino con la de cientos de asesinados por la maldita banda que ellos defendían y ocultaban, esa que ellos alabaron, cuidaron y protegieron durante décadas. ¿Y es que no lo siguen haciendo?
Oigo hablar a Aitor el del tractor, y me dan náuseas de que ese señor pueda subirse a una tribuna donde se dice que está la soberanía de los hombres y mujeres de España. Él, que si algo siente es odio a todo lo suene a esta nación que tanto ha protegido económicamente a los vascos y a los catalanes, en contra del resto de los españoles, obligados a dejar sus casas, sus pueblos, sus familias, para ir a hacerles a ellos el caldo gordo de la economía.
En estos días vemos como Pedro deja en manos de los hijos de las bombas y de las balas en la nuca el futuro de la policía de este país. La ley de la “pelota de goma”, como se le llama popularmente, va a poner a los cuerpos de seguridad, los que tienen que defender a los ciudadanos de la barbarie, de nuevo bajo los auspicios de aquellos que marcaban diana en sus periódicos. Y los hijos racistas de Sabino, el Pnv, satisfecho ante esa nueva ley, pero si algo no entiendo, y resulta vomitivo, es que el sanchismo, por cinco votos, nos deje en manos de los radicales, de los cale barrocas, de los exaltados que rompen escaparates, cortan calles, prenden fuegos a contenedores, golpean con saña a todo lo que se le pone por delante y los que ofrecen homenajes a esos asesinos de Eta que se pasean por las calles recibiendo el aplauso de algunos vecinos, ante el miedo, el horror y la vergüenza de las familias de los asesinados. No sé si entienden que me den asco, pero me lo dan.
Estos falsarios de derechas, estos racistas, sabinianos de misa y comunión diaria, les dicen a unos que se miren en ese espejo en el que ellos nunca se miraron cuando Eta mataba y ellos recogían las nueces, cuando las victimas lloraban y ellos movían el nogal. Ellos nunca protestaron, curas mal nacidos, a los que encima quiere Francisco (ese que se viste de blanco por fuera, ¿y por dentro), que les perdonemos cuando no querían hacerle el responso o la misa al asesinado por uno de sus feligreses, por uno de esos canallas que escondían entre sus copones, dicen que consagrados, pero no con la sangre de Cristo, sino con la de cientos de asesinados por la maldita banda que ellos defendían y ocultaban, esa que ellos alabaron, cuidaron y protegieron durante décadas. ¿Y es que no lo siguen haciendo?
Oigo hablar a Aitor el del tractor, y me dan náuseas de que ese señor pueda subirse a una tribuna donde se dice que está la soberanía de los hombres y mujeres de España. Él, que si algo siente es odio a todo lo suene a esta nación que tanto ha protegido económicamente a los vascos y a los catalanes, en contra del resto de los españoles, obligados a dejar sus casas, sus pueblos, sus familias, para ir a hacerles a ellos el caldo gordo de la economía.
En estos días vemos como Pedro deja en manos de los hijos de las bombas y de las balas en la nuca el futuro de la policía de este país. La ley de la “pelota de goma”, como se le llama popularmente, va a poner a los cuerpos de seguridad, los que tienen que defender a los ciudadanos de la barbarie, de nuevo bajo los auspicios de aquellos que marcaban diana en sus periódicos. Y los hijos racistas de Sabino, el Pnv, satisfecho ante esa nueva ley, pero si algo no entiendo, y resulta vomitivo, es que el sanchismo, por cinco votos, nos deje en manos de los radicales, de los cale barrocas, de los exaltados que rompen escaparates, cortan calles, prenden fuegos a contenedores, golpean con saña a todo lo que se le pone por delante y los que ofrecen homenajes a esos asesinos de Eta que se pasean por las calles recibiendo el aplauso de algunos vecinos, ante el miedo, el horror y la vergüenza de las familias de los asesinados. No sé si entienden que me den asco, pero me lo dan.