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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Hace unos años, cuando los sobres iban de mano en mano en el Pp, el ordenador era descuartizado, Bárcenas algo debía esconder, los de la Gurtel hacían su agosto, a Rodrigo Rato lo condenaban a pena de telediario, con las cámaras en las puertas de su casa, el perfume de la presidenta madrileña y algún nombre más de los conocidos en la cumbre de Génova, todos teníamos el convencimiento de que la corrupción campaba a sus anchas entre los populares, como había ocurrido en tiempos de Felipe, con Filesa, Matesa, los Roldán, los hermanos de Guerra y cía. ¡Tos por igual!
La moción de censura presentada por Sánchez entraba dentro de lo que se llama intento de regeneración democrática de un país. Lo que no pensamos en aquel momento es que al poder llegaban unos sujetos que iban a seguir el camino de sus antecesores: corruptos hasta la trancas como ellos, con un agravante, que en esta ocasión no venían solo a llevarse el dinero de los contribuyentes, el gobierno socialista de Pedro Sánchez venía dispuesto a vender España a los delincuentes vascos y catalanes.
Los ciudadanos españoles hemos demostrado ser tolerantes a la hora de votar a los partidos, aunque hayamos sido conscientes de que en sus candidaturas se colaba más de un corrupto. Tanto en la izquierda como en la derecha siempre se ha tenido el convencimiento de que el rival aún era más corrupto. Lo que no se había producido hasta la llegada al gobierno de Sánchez, es posible porque a Zapatero no le dio tiempo, la venta de España que viene haciendo el sanchismo. Tuvo sus escarceos Zp, no crean: Aceptaré lo que venga de Cataluña dijo sobre el estatuto. En ese momento se supo que el hoy portavoz de Venezuela y su dictadura, estaba dispuesto a lo que le pidieran los corruptos del tres por ciento. Ya le había jugado al levante -Alicante, Murcia y Almería- la trastada del Plan Hidrológico.
Pero han sido las circunstancias de Pedro para mantenerse en el poder, seguir viviendo en Moncloa, las que están poniendo en peligro el futuro de igualdad y solidaridad entre los ciudadanos de esta nación. Y no estamos hablando de su señora, a la que él llama “la pichona”, de su hermano y sus operetas, algo bufas nos parecen, de su íntimo de otros tiempos Ábalos, y de los seis o siete ministros que andan con la cuerda de la corrupción apretando sus cuellos. Y hasta el presidente de la muy solidaria Cataluña, al que le deben salir los pufos de las mascarillas por el cogote. Cuando no con aquellos expertos que tenía en el comité de la pandemia, mientras encerraba a los españoles entre las cuatros paredes de sus domicilios. ¿Y qué de la gota fría de este otoño?
No los ha encerrado, ha hecho algo peor, los ha abandonado durante cinco días a los valencianos. Cinco días sin agua, sin luz, durmiendo entre lodo, o no durmiendo. Contando a los muertos, buscando a los desaparecidos entre los escombros, temiendo que les robaran lo poco que les había quedado, pero no piensen que vaya a dimitir el presidente de los encierros y de los abandonos.
No creo que Sánchez vaya a dimitir, en cualquier país, un presidente que está viviendo el suplicio del nuestro, con los muertos en las aceras, por vergüenza convocaría elecciones y no se presentaría. Pero ese no parece ser el camino del hijo político de Zp. Ni con toda el agua caída en la gota fría lo sacamos del sillón, ni con los cientos de muertos a los que lloran sus familiares. Está muy enamorado de él y de su señora. Lo que no tengo muy claro es que quiera mucho a un tal Aldama. La primera vez que busqué el nombre de Aldama me salió que es una tortuga pequeñita de México. Como tire de la manta la tortuguita…
La moción de censura presentada por Sánchez entraba dentro de lo que se llama intento de regeneración democrática de un país. Lo que no pensamos en aquel momento es que al poder llegaban unos sujetos que iban a seguir el camino de sus antecesores: corruptos hasta la trancas como ellos, con un agravante, que en esta ocasión no venían solo a llevarse el dinero de los contribuyentes, el gobierno socialista de Pedro Sánchez venía dispuesto a vender España a los delincuentes vascos y catalanes.
Los ciudadanos españoles hemos demostrado ser tolerantes a la hora de votar a los partidos, aunque hayamos sido conscientes de que en sus candidaturas se colaba más de un corrupto. Tanto en la izquierda como en la derecha siempre se ha tenido el convencimiento de que el rival aún era más corrupto. Lo que no se había producido hasta la llegada al gobierno de Sánchez, es posible porque a Zapatero no le dio tiempo, la venta de España que viene haciendo el sanchismo. Tuvo sus escarceos Zp, no crean: Aceptaré lo que venga de Cataluña dijo sobre el estatuto. En ese momento se supo que el hoy portavoz de Venezuela y su dictadura, estaba dispuesto a lo que le pidieran los corruptos del tres por ciento. Ya le había jugado al levante -Alicante, Murcia y Almería- la trastada del Plan Hidrológico.
Pero han sido las circunstancias de Pedro para mantenerse en el poder, seguir viviendo en Moncloa, las que están poniendo en peligro el futuro de igualdad y solidaridad entre los ciudadanos de esta nación. Y no estamos hablando de su señora, a la que él llama “la pichona”, de su hermano y sus operetas, algo bufas nos parecen, de su íntimo de otros tiempos Ábalos, y de los seis o siete ministros que andan con la cuerda de la corrupción apretando sus cuellos. Y hasta el presidente de la muy solidaria Cataluña, al que le deben salir los pufos de las mascarillas por el cogote. Cuando no con aquellos expertos que tenía en el comité de la pandemia, mientras encerraba a los españoles entre las cuatros paredes de sus domicilios. ¿Y qué de la gota fría de este otoño?
No los ha encerrado, ha hecho algo peor, los ha abandonado durante cinco días a los valencianos. Cinco días sin agua, sin luz, durmiendo entre lodo, o no durmiendo. Contando a los muertos, buscando a los desaparecidos entre los escombros, temiendo que les robaran lo poco que les había quedado, pero no piensen que vaya a dimitir el presidente de los encierros y de los abandonos.
No creo que Sánchez vaya a dimitir, en cualquier país, un presidente que está viviendo el suplicio del nuestro, con los muertos en las aceras, por vergüenza convocaría elecciones y no se presentaría. Pero ese no parece ser el camino del hijo político de Zp. Ni con toda el agua caída en la gota fría lo sacamos del sillón, ni con los cientos de muertos a los que lloran sus familiares. Está muy enamorado de él y de su señora. Lo que no tengo muy claro es que quiera mucho a un tal Aldama. La primera vez que busqué el nombre de Aldama me salió que es una tortuga pequeñita de México. Como tire de la manta la tortuguita…