¡Inocentes!


..

PASEO ABAJO/Juan Torrijos

En estos días, mi vecino Pepe está haciendo obras en su casa. Desde las ocho de la mañana, lleva más de una semana, y hasta las ocho de la tarde, el martillo, el compresor y el canto de algún trabajador no deja descansar a los vecinos. He hablado con él, con su señora, y no he logrado llegar a un acuerdo. He acudido al juez de paz, y la ley está de parte del baño de mi vecino y demás “poyaques” en los que se vaya metiendo. Mi derecho a la siesta no tiene ley que la defienda, la tranquilidad de mis oídos ante los ruidos a las ocho de la mañana tampoco. Estoy jodido. Ellos son inocentes, yo debo ser el culpable. Le he pintado en la fachada: Pepe, coño, no me dejas dormir, y me ha denunciado. Como pierda voy a tener que pintarle la fachada entera.

La historia la conocen. A los 28 chicos del barco que se encaramaron al hotel al Algarrobico y pintaron aquello de “hotel ilegal” la justicia dice que ha sido posible comprobar que participaron en aquel acto, la gamberrada o la pintada reivindicativa en un edificio que no era de su propiedad. No voy a entrar en la sentencia, son inocentes, y nada que objetar, lo ha dicho un juez, y el que manda manda. Lo que nos debe preocupar es si se puede atacar la propiedad privada por muy importante que sea la reivindicación a llevar a cabo y estemos ante unos inocentes para la justicia.

No tengo respuesta a la preocupación. Pero alguien debe tenerla, supongo que debe existir ese alguien que nos sacara de algunas dudas: ¿Podemos hacer lo mismo en la casa de un vecino por unos ruidos que no nos dejan descansar? ¿Por unas obras realizadas con licencia municipal y en terreno no urbanizable? ¿Podemos atacar una vivienda que está siendo ocupada ilegalmente? ¿Se puede pintar en la fachada de ese vecino que es ilegal la casa en la que vive, que no tiene los permisos o que está siendo ocupada en contra de los verdaderos dueños?

Si todo lo expresado, o parte de ello, lo permite la justicia, habrá que incidir en que ha sido correcta la sentencia de inocencia para los 28 activista ecologistas, por lo que la denuncia de mi vecino puede quedar en aguas de borrajas. ¡A Dios le pido! ¿Qué le pides? Un juez como el que han tenido los chicos del barco. Y que a partir de este momento los ciudadanos sepamos que tenemos vía libre para seguir la senda de los activistas con nuestra propia mano siempre que estemos defendiendo una causa justa: ¡Nuestra siesta!, una reivindicación de cualquier índole que sintamos como noble: ¡No tener que madrugar! Y es de imaginar que la justicia nos dará la razón y nos declarará inocentes, como ha hecho con los activistas de Greenpeace.

Espero que algún día dejemos de escribir y hablar sobre el hotel de Carboneras. Aunque me temo que no va a ser posible en lustros, y bien que se siente. Hora es de acabar con la historia de ese paisaje usurpado por cemento y ladrillos, ladrillos y cemento sobre los que ha corrido demasiada tinta, y mucho dinero. Mucha política y bastante engaño por parte de los responsables del ayuntamiento y de la Junta de Andalucía durante un periodo en el que los socialistas mandaban en los dos organismos afectados por la construcción del edificio.

Se tiene la impresión de que las aristas del hotel son largas, y que falta mucho para que se diga la última palabra sobre el mismo. Mientras, tendremos que seguir viviendo con la espada de la justicia, ciega la gran mayoría de las veces, ante la construcción y futuro derribo del símbolo para algunos del desarrollismo desaforado en nuestras costas. Lo mismo no se han dado una vuelta por la Costa Brava catalana.
<-- ANUNCIO ORIGINAL-->