Ser el último de primera


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Todos nos creíamos que ser los últimos de primera nos debía dar la oportunidad de ser los primeros de segunda. Pero en el mundo del fútbol esto no es así. Durante la campaña pasada, la del descenso, el equipo de Almería fue el último de la primera división, y pensamos, aficionados o no, que, en la actual nos convertiríamos en los primeros de la segunda. Era lo lógico, o así lo nos lo queríamos imaginar tras los disgustos y las lágrimas vividos durante la pasada campaña futbolera.

De entrada, no ha sido lo que esperaba la afición rojiblanca. Este Almería que creíamos iba a galopar en corcel camino de la primera, no está respondiendo a las querencias de los aficionados. Los resultados en las primeras jornadas mantenían abiertas ciertas esperanzas de que, con el entrenador fetiche, el que logró el ascenso a primera, se podía encontrar la medida para las necesitadas victorias del equipo. La derrota ante el Castellón, la abultada victoria del equipo visitante, marcando cinco goles, cinco, han puesto en evidencia lo que puede ser el futuro del equipo de la capital, si no se le encuentra una solución.

El entrenador fetiche no ha funcionado en estos primeros partidos, y en el último fracasó con cierto estrépito. El equipo demostró una floja estructura en todas sus filas, y la defensa parecía un soplillo de pastelería del Andarax, que se deshacía cada vez que un balón del Castellón llegaba por esa línea. El equipo mantuvo a su lado a la afición la pasada temporada hasta el último momento, siempre se esperó una reacción, se confió en que la fuerza de la grada diera alas a los jugadores, pero esas alas no llegaron. Pese a ello, el descenso a la segunda división no ha llevado a la afición a darle la espalda al equipo, y cuando llegó el momento de la renovación del carnet de los llamados abonados (se perdió con tristeza lo de socios, el ser y sentirse dueños del equipo, de sus colores y de sus decisiones), los ciudadanos acudieron a la ventanilla a firmar con la esperanza puesta en un retorno a la primera.

Un partido, una tarde, una goleada, y los aficionados del Almería volvieron a sus casas la otra noche con la sensación de que sufrir con el equipo volvía a ser la única garantía que ofrecía este Almería, y su actual dueño: El jeque de no sé dónde, al que imagino no le preocupa demasiado el disgusto de mi nieto Alejandro o el de mi amigo Juan Marín, en Alhama, del que me dice Maribel, su señora, que está que revienta.

Un equipo, el Castellón, con poca historia en el futbol de la primera división, no solo puso contra las cuerdas al Almería, lo puso ante la triste mirada de miles de aficionados que no se creían lo que estaban presenciando.