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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Si Alvise, hoy europarlamentario, dice que ha cobrado en negro cien mil euros porque asegura sentirse un víctima de hacienda, solo se inmuta cierto sector político. Los ciudadanos lo recogemos, sentimos envidia de esos cien mil cobrados en negro y a seguir pagando al estado unos abusivos impuestos. Alvise, más chulo que un ocho, nos dice que hagamos nosotros lo mismo. Vamos, que nos dediquemos a fastidiar al ordenador de hacienda todo lo que podamos. Claro, si todos fuéramos eurodiputados, si todos tuviéramos la inmunidad política que tiene él, puede estar seguro que nos dedicábamos al negro, y que Pedro y Marichús paguen a los delincuentes catalanes con dinero de sus bolsillos, sus chollos o de sus familias. Pero no tenemos esa suerte.
No nos hemos atrevido, nos hubiera gustado, pero nos ha faltado valentía para hacer lo que usted, montar un partido y que nos voten unos cuantos cientos de miles de españoles. Quejarnos es posible que sea de cobardes. Usted puede cobrar en negro, y no parece que le pueda meter mano “la chiqui”, si lo hace un familiar de político, tampoco; si ese familiar encima tiene gancho en la presidencia, hacienda hará informes a favor, aunque no lo firme nadie (¿qué extraño, verdad?), y seguirá haciendo su vía particular de lo que es la moral económica cuando se tiene el paraguas del hermano jerarca.
El mortal ciudadano, al que el ordenador de la señorita Chiqui (más bien habría que decir ordeñador, por lo bien que nos ordeña las cuentas y los bolsillos), nos controla hasta el respirar, como nos pille cobrando o pagando en negro, nos mete una inspección de no te menees, y encima le da comisión a los inspectores para que nos investiguen hasta de qué marca llevamos los slips (por si son de Calvin, creo que solo se los pueden pagar los ricos y los políticos por su precio), ya que en algo la estaremos engañando.
Pero usted siga de valiente por la vida, y si puede, en vez de pedirnos que no paguemos a través de la Chiqui las juergas de ustedes, haga algo porque los políticos se rebajen los emolumentos que perciben por darnos “maculillo” económico con sus impuestos, sus viajes a conocer el mundo de la noche y las subvenciones que regalan cada vez con mayor prodigalidad. Como no las pagan de sus buenos sueldos, como hacienda tiene sus privilegios para con ustedes, como hasta en la jubilación tienen sus ventajas, aprobadas con sus votos en los congresos, a ustedes que les importa que la vaca de los ciudadanos está cada vez más seca, mientras la suya engorda aquí, o en paraísos fiscales.
Le importaría, señor Alvise, darnos algún consejo para que nosotros también podamos engañar a Marichús y no caigamos en sus garras. No nos gustan sus grititos ni sus aspavientos, por lo que sus garras deben ser de cuidado. Le estaríamos muy agradecidos.
No nos hemos atrevido, nos hubiera gustado, pero nos ha faltado valentía para hacer lo que usted, montar un partido y que nos voten unos cuantos cientos de miles de españoles. Quejarnos es posible que sea de cobardes. Usted puede cobrar en negro, y no parece que le pueda meter mano “la chiqui”, si lo hace un familiar de político, tampoco; si ese familiar encima tiene gancho en la presidencia, hacienda hará informes a favor, aunque no lo firme nadie (¿qué extraño, verdad?), y seguirá haciendo su vía particular de lo que es la moral económica cuando se tiene el paraguas del hermano jerarca.
El mortal ciudadano, al que el ordenador de la señorita Chiqui (más bien habría que decir ordeñador, por lo bien que nos ordeña las cuentas y los bolsillos), nos controla hasta el respirar, como nos pille cobrando o pagando en negro, nos mete una inspección de no te menees, y encima le da comisión a los inspectores para que nos investiguen hasta de qué marca llevamos los slips (por si son de Calvin, creo que solo se los pueden pagar los ricos y los políticos por su precio), ya que en algo la estaremos engañando.
Pero usted siga de valiente por la vida, y si puede, en vez de pedirnos que no paguemos a través de la Chiqui las juergas de ustedes, haga algo porque los políticos se rebajen los emolumentos que perciben por darnos “maculillo” económico con sus impuestos, sus viajes a conocer el mundo de la noche y las subvenciones que regalan cada vez con mayor prodigalidad. Como no las pagan de sus buenos sueldos, como hacienda tiene sus privilegios para con ustedes, como hasta en la jubilación tienen sus ventajas, aprobadas con sus votos en los congresos, a ustedes que les importa que la vaca de los ciudadanos está cada vez más seca, mientras la suya engorda aquí, o en paraísos fiscales.
Le importaría, señor Alvise, darnos algún consejo para que nosotros también podamos engañar a Marichús y no caigamos en sus garras. No nos gustan sus grititos ni sus aspavientos, por lo que sus garras deben ser de cuidado. Le estaríamos muy agradecidos.
