Cerrar un museo, quemar un libro


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Los más importantes pensadores de la historia se han referido a lo que supone para la sociedad, desde la más antigua conocida, hasta la que estamos viviendo en estos días, la quema de un libro. Ovenden, en su libro “Quemar libros”, nos sumerge en una milenaria historia donde se describe la censura política o religiosa, la quema del conocimiento, de la cultura que supone ver las páginas de un libro que se consume entre las llamas de la intransigencia de la barbarie en la que durante siglos hemos vivido.

¿Estamos dando muestras de volver a aquellos años de oscuridad?

¿No estaremos haciendo lo mismo que con los libros cuando “Cerramos un Museo”?

Sobre la quema de libros podemos encontrar voces vibrantes que han luchado contra la ignorancia demostrada, libros como el mencionado, que nos acerca a la actualidad más latente que está viviendo la llamada sociedad accidental, pero no viene ocurriendo lo mismo cuando se trata de ir contra el cierre de los museos. No son demasiadas las que se han levantado, no vemos excesivamente preocupados a los dirigentes, solo pequeños grupos que se mueven a instancias de colectivos preocupados por el devenir de la cultura. Y no deja de ser un acto preocupante el que se cierre un museo ante la desidia de parte de esa sociedad que debería defender su presencia y la apertura de sus puertas.

Desde hace un mes, día arriba-abajo, la localidad de Terque viene ofreciendo una imagen que no se había producido desde hace unos años: las puertas de sus Museos están cerradas. Sus estrechas calles no las recorren mujeres, hombre y niños cogidos de la mano, que visitan con José Luis las vivencias escondidas, la cultura expuesta, la esperanzas de unos ciudadanos que forjaron unos pueblos pujantes que duermen en los márgenes del río Andarax, y que han ido perdiendo vida y vecinos por mor de los políticos.

Si quemamos las páginas de un libro dejamos que ardan las vivencias y la cultura de nuestros antepasados, si cerramos un museo no hacemos perecer en las llamas el interior que nos muestra, pero el efecto es el mismo, condenamos al ostracismo, a la oscuridad, lo que ellos nos están mostrando y enseñando sobre el pasado de nuestra gente, su cultura y sus luchas por una vida.

Si durante algún tiempo la quema de libros le interesaba a cierta clase de la sociedad, podríamos pensar que todavía existe una parte que ahora le interesa cerrar museos. Es posible que sea una exageración por mi parte, no digo que no sea así, pero lo parece. La mano larga de los políticos siempre anda en medio, siempre, cuando de cierres o aperturas se trata. Librarnos de ellos no es fácil, nos han cogido la medida, hacen lo que les da la gana con sentimientos y deseos, aunque al final salgan con una limosna con la que tapar la vergüenza que deberían tener y sentir, si es que la tuvieran.

No vale claudicar ante ellos, no debe estar en la boca el que se ha perdido la batalla, hay que mantener una lucha por la que defender las pequeñas cosas que nos hacen vivir, y los museos de Terque no son algo pequeño por lo que luchar. Están pidiendo ayuda, necesitan manos y corazones unidos para que puedan abrir cuanto antes. Es nuestra hora. No hay que rendirse ante los Aureliano y los Giménez de turno, han ganado una batalla, cierto, pero no deben ganar la guerra. Debemos abrir y mantener entre todos los Museos de Terque, abiertas sus puertas a la sociedad y al futuro de esta tierras.