Lo dijo, lo dijo: ¡A la mierda!


..

PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Yolanda Diaz, la más sonriente de nuestras ministras, super-ministra si tenemos en cuenta que es vicepresidenta, la más “sobona” del gobierno, dicho con ese cariño que ella demuestra al tratar a las personas, especialmente a las de sexo masculino, lo ha reconocido, lo dijo desde el banco azul del congreso, donde los ministros sientan sus posaderas, vulgo culos, y no se arrepiente: ¡A la mierda! le espetó al resto de los diputados, a los de la oposición, se entiende. Aunque de vez en cuando miraba con ojos torvos al “puto amo”, según llaman los socialistas a Pedro Sánchez. El pasado domingo hacia ese mar de moscas caminó ella.

La única excusa que puso es que lo dijo al modo de Labordeta. Aquel aragonés que recorrió España con su mochila a cuestas, y que era más bruto que un arao a la hora de hablar. Ya le gustaría a Yoli tener algo de la humanidad que atesoraba este cantante metido a político y que se nos fue demasiado pronto. Humanidad en ella, con lo graciosa que es, que no ha sabido reconocer el personal a la hora de votar a Sumar el pasado domingo.

Hace unos días les manifestaba la impresión de que estábamos en un país de políticos ¡mierdosos! Y creo que no me equivocaba. La ministra que más ridículo ha hecho en los años conocidos, aparte de algunas del Psoe diciendo hace unos meses que la amnistía era imposible, que no entraba en la actual constitución del 78, para desdecirse en cuanto su “puto amo” les obligó a ello. Pobres mías. ¿Dormirán tranquilas, tendrán pesadillas? Lo primero seguro, lo segundo no creo. Si el Dios Pedro les dice que hay que cambiar de opinión, ellas cambian, y siguen durmiendo como niñas de pecho, tras la ingesta de la última toma servida por el “puto amo” antes de irse a la cama.

Tras mandar la ministra a la mierda a la oposición, es de imaginar, señoría, que los demás podremos hacer lo mismo. O tenemos que pensar que la justicia no deja de ser un cachondeo como dijo, Pedro Pacheco, alcalde de Jerez, hace unos años, y que le costó abandonar la alcaldía jerezana. Lo que tiene gracia repajolera es que ha sido el votante el que la ha mandado a la Yoli a ese lugar.

Lo que ha puesto en evidencia la ministra más coqueta del gobierno es que los políticos que tenemos en España son unos ¡mierdosos!, con todas las letras. Y que es entre la misma donde mejor se encuentran. A los ciudadanos nos faltaba la confirmación por parte de alguna voz autorizada, ya la tenemos. Y hay que agradecer que no se haya inventado interpretaciones, le era difícil, el micrófono recogió perfectamente su voz y su expresión: ¡A la mierda!, después, más chula que un ocho, lo dijo en los mítines, y con todas las letras. Y como tenía ganas de ella, los votantes a ella la han mandado.

Nos costaba hablar de que el congreso se había convertido en un cenagal, en la que los unos y los otros se mandaban ¡a la mierda! Con total impunidad, pues ya lo han hecho. Y por boca de una ministra, fina ella, rubia ella (de bote), delgada ella, cariñosa ella y mal hablada ella. Es lo que nos ha tocado, es lo que hemos votado. Así que, de quejarse nada, es culpa nuestra. Son nuestros “mierdosos” y encima les pagamos unas buenas soldadas cada mes. Pero a esta señora le ha salido mal la jugada, sigue de ministra, como para dejar el sueldo, pero sin partido detrás, la han mandado a ese lugar al que ella ha mandado a todos sus rivales. ¡A la mierda!