¡Ha llovido sobre la provincia!


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Me siento ante en el ordenador, y el leve ruido de las gotas de lluvia que caen me llega a través de la ventana. No son todas las que esperamos y deseamos, pero el color del cielo nos llena de ilusión ante lo que pudiera ser un aguacero que viniera a acabar con la sequía de los últimos meses. Crucemos los dedos, encendamos una vela, roguemos a todos los santos y que las aguas vuelvan a estas sedientas tierras. Durante unas horas así lo ha parecido.

En medio de estas gotas de agua que caen sobre tierra almeriense, oímos las declaraciones de nuestros políticos sobre sequía, agua y obras por hacer en estos lares, están los que nos mandan desde Sevilla y los que lo hacen desde el centro de la península. Es una alegría para el body escucharlos. ¡Pandilla! La culpa es del gobierno de Madrid, te dice el consejero de colores de la Junta, el que asienta sus reales posaderas en la orilla del Betis. Ni hablar, asegura la que entre leones gobierna el agua de este país, la culpa es de Sevilla.

Y mientras ellos se tiran los trastos a la cabeza, cuando les interesa se unen para hacer un descalabro a los freseros de Huelva, las obras hídricas, las tan necesarias en tiempo de cambio climático, según nos asegura don Ramón Fernández, no han llegado por este sureste español. Ni siquiera los gobiernos centrales han arreglado las averiadas hace más de doce años, que se dice pronto. ¡Ay, Pedrito el mentiroso! ¡Vaya, con Marianico el largo!

Nos anunciaban que llegarán aguas a los puertos de Carboneras y otros puntos de Andalucía en barco, y hasta Cataluña ha pedido los suyos. Ojo, que cuiden la pintura de los depósitos de los barcos, que después llega el agua con olor y sabor a pintura, como ha ocurrido alguna vez. Pero está lloviendo, y los barcos ya no tendrán que llenar sus panzas de agua y surcar los mares.

Y mientras nos siguen cantando lo mal que lo hace el rival político, el agua del Andarax se sigue perdiendo, y los pueblos de este valle, una gran mayoría, siguen regando a manta. Viva la preocupación por el agua de nuestros políticos. Llovía sobre Almería, y los nazarenos y penitentes lloraban con sus titulares encerrados, sin poder sacarlos a procesionar a las calles de pueblos y ciudades. Nunca llueve a gusto de todos.

Alguien me comentaba hace unos días que el funcionario responsable del agua de la Junta en Almería, no sé su nombre, es una persona de gran cualificación, conocedor de la problemática en toda la provincia y, lo que es más importante, más razonable que la mayoría de los políticos que con responsabilidad en cargos institucionales pululan por nuestros escenarios. Sería interesante que algunas veces hablaran los técnicos y callaran los políticos, que dejaran de darnos la monserga con sus cuitas, vanas y estúpidas la mayoría de las veces, y dejaran que fueran ellos, los técnicos, los que llevaran la voz hasta los ciudadanos. No lo harán, buenos son ellos, los políticos.

Que sí, que ha salido el río Andarax, que baja con agua; que sí, que se pierde un hermoso caudal que ha sacado a vecinos a verlo correr hacia el mar; que sí, que se habló de una pantaneta en Alcora en tiempo de la dictablanda. Pero como todo lo que se nos ha dicho desde el campo de los políticos en la cuestión del agua, se ha quedado en borrajas.

Ha llovido, no lo suficiente. Dice Brasero que seguirá, ojalá sea cierto y se llenen los pantanos. En Huelva dicen que ya no hay problemas de agua, pero los freseros fueron pasados por la piedra del abandono con la amenaza de la sequía, por la entrega a la compra de fresas a Marruecos. España y nosotros somos así.