Hay pocos curas y encima revoltosos


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

A Francisco, el hombre vestido de blanco, se le están levantando sus bases ante las miradas de unos católicos que no entienden lo que está ocurriendo dentro de la Iglesia de Roma. Entendiendo como bases a los curas, que están hablando con libertad de lo que piensan y sienten sobre la actualidad que están viviendo, mientras que algún directivo, alto cargo, se ha revuelto contra esos revoltosos a los que les están conminando, a veces duramente, a que callen sus críticas.

Lo cierto es que Francisco está logrando que la Iglesia de Roma esté pasando por un momento crucial. Quizás le hacía falta plantarse ante la realidad que está viviendo la sociedad y tomar las medidas necesarias para esa nueva vida religiosa que se precisa. Quizás no se ha sabido explicar bien, es posible que los movimientos sociales de Francisco en otros tiempos no le estén beneficiado en su papado, se ha encontrado con una Iglesia que no quiere la apertura, le han colocado lo de progresista en la frente, y los enemigos lo persiguen y se la tienen jurada.

Son los riesgos que se corren cuando se va en contra de lo establecido, y Francisco lo viene haciendo desde el principio. ¿Ha dado un paso atrás? Las feministas, las Yolis que lo defendían, lo visitaban, lo querían, hoy están enfadadas con el Papa. Se le ha ocurrido decir (lo mismo quería acercarse a ese sector que lo viene criticando), que, “el peligro más feo hoy es la ideología de género”. Se pueden imaginar, en vísperas del ocho de marzo, que el Papa, esa imagen que han vendido de progresista, haya expresado tal opinión. La que le han liado.

Los grupos sociales, políticos y religiosos tienen derecho a expresar sus opiniones libremente. ¿Tienen esa misma libertad los miembros de esos grupos? En política sabemos que no, el que habla no sale en la foto, el que se mete con el líder salta por el aire. Se paga la adhesión, y si es inquebrantable doblemente. Tras leer el escrito del obispo de Almería vemos que en los grupos religiosos suele ocurrir algo parecido. Hablan los curas revoltosos y la contestación de Gómez Cantero es furibunda. En alguna ocasión he escrito que el hombre tiene ganas de publicidad en los medios, y que está dispuesto a darnos la posibilidad de que escribamos sobre él. Lo está logrando. Aunque en esta ocasión creo que las piedras lanzadas contra los esos curas a los que llamamos revoltosos caerán sobre su propio tejado. Muy duro, señor Obispo, hemos visto su escrito. Quizás los silencie durante un tiempo, quizás incluso desaparezcan de la red, pero va a ser difícil que se olviden de sus palabras y su mensaje. Esperemos que no levante una revuelta, son jóvenes, tienen tiempo, ganas y se les ve valientes.