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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Han tenido que pasar meses para que mi nieto se haya acostado contento tras la victoria del Almería. Se le notaba feliz, la sonrisa estaba en su rostro. Han sido muchas tardes en el campo viendo la impotencia de un equipo, otras sufriendo viendo la tele y cómo su equipo perdía una vez más. Pero todo en la vida tiene un final, y la victoria, la sonrisa y la felicidad llenaba la cara de cientos de almerienses que esperaban una reacción, un cambio en el juego, en los resultados. Un poco de suerte en los partidos, que tan importante y necesaria es en el fútbol.
Ha llegado Pepe Mel y el Almería gana su primer partido. Si la presencia de Mel se hubiera producido hace meses, si al entrenador anterior se le hubiera despedido como gritaba la afición y la lógica del fútbol, ¿estaría el Almería en las puertas de la segunda división? Es evidente que la situación que atraviesa el equipo, su casi seguro descenso de categoría solo tiene un culpable, aquel que dijo hace un par de años que el Almería nunca dejaría de estar en primera división. Aquel que se permite el lujo de prohibir la entrada a compañeros de prensa, aquel que obliga a sus empleados para que no permitan en las ruedas de prensa preguntas incómodas.
Creo que el jeque Turki le debe algunas respuestas a esa afición almeriense que ha soportado jornada tras jornada cómo su equipo no lograba una sola victoria y desde la dirección del club no se tomaba acción alguna para enderezar la marcha del equipo. El retraso en el cambio de entrenador, cuando se veía cada semana más cerca el pozo de la segunda, se ha demostrado el mayor error del club. No sé si el jeque Turki es un Helenio cualquiera, o se ha dejado asesorar por sus hombres en Almería, pero si algo nos ha demostrado es que no parecía que le importara demasiado la felicidad de mi nieto, y de tantos otros que sufrían la derrotas, las faltas de victorias, la inacción por parte de los dirigentes.
Si el Almería baja a segunda, y tiene todas las papeletas para ello, el único culpable será el jeque Turki. Nos pueden contar que no es un Herrera cualquiera, que lo mismo estaba mal asesorado desde Almería, que es posible que el hombre en el que confió el equipo no ha estado a la altura en su trabajo, pero, por Alá, que han estado soportando a un entrenador cuando la afición clamaba por su cese meses y meses, derrota tras derrota, llenando partido tras partido unas gradas que se han sentido impotentes ante la forma en la que se la dirigido el equipo.
Ha llegado Pepe Mel y el Almería gana su primer partido. Si la presencia de Mel se hubiera producido hace meses, si al entrenador anterior se le hubiera despedido como gritaba la afición y la lógica del fútbol, ¿estaría el Almería en las puertas de la segunda división? Es evidente que la situación que atraviesa el equipo, su casi seguro descenso de categoría solo tiene un culpable, aquel que dijo hace un par de años que el Almería nunca dejaría de estar en primera división. Aquel que se permite el lujo de prohibir la entrada a compañeros de prensa, aquel que obliga a sus empleados para que no permitan en las ruedas de prensa preguntas incómodas.
Creo que el jeque Turki le debe algunas respuestas a esa afición almeriense que ha soportado jornada tras jornada cómo su equipo no lograba una sola victoria y desde la dirección del club no se tomaba acción alguna para enderezar la marcha del equipo. El retraso en el cambio de entrenador, cuando se veía cada semana más cerca el pozo de la segunda, se ha demostrado el mayor error del club. No sé si el jeque Turki es un Helenio cualquiera, o se ha dejado asesorar por sus hombres en Almería, pero si algo nos ha demostrado es que no parecía que le importara demasiado la felicidad de mi nieto, y de tantos otros que sufrían la derrotas, las faltas de victorias, la inacción por parte de los dirigentes.
Si el Almería baja a segunda, y tiene todas las papeletas para ello, el único culpable será el jeque Turki. Nos pueden contar que no es un Herrera cualquiera, que lo mismo estaba mal asesorado desde Almería, que es posible que el hombre en el que confió el equipo no ha estado a la altura en su trabajo, pero, por Alá, que han estado soportando a un entrenador cuando la afición clamaba por su cese meses y meses, derrota tras derrota, llenando partido tras partido unas gradas que se han sentido impotentes ante la forma en la que se la dirigido el equipo.