La revolución del puerto

PEGAR EL SUBTITULAR AQUÍ


..

PASEO ABAJO/Juan Torrijos

En el último gobierno de Juanma Moreno Bonilla la gran sorpresa fue la de encontrarnos con el nombre de Antonio Sanz como número dos de la Junta. Un político que se había mantenido siempre en la sombra en el Partido Popular Andaluz con Javier Arenas, que parecía amortizado y más cerca de su jubilación que de convertirse en un hombre fuerte dentro del gobierno de Juanma. Estuvo hace unas semanas en Almería. Lo vemos a menudo por estas tierras, hay que reconocerlo, y si su persona no nos ha llamado la atención, en sus declaraciones tampoco hemos encontrado argumento alguno para traerlo a colación, pero en estos días en que se habla del puerto, nos acordamos de aquella visita nos dejó una perla don Antonio digna de ser rescatada y comentada:

“En el Puerto de Almería se está haciendo toda una revolución”.

¿Con guillotina o sin ella, señor Sanz?

Una revolución en el puerto de la ciudad sin la presencia del invento del “galeno Guillotin” haciendo de las suyas no parece que sea una revolución muy a tener muy en cuenta.

Hasta ahora, y perdone que le lleve la contraria, la revolución de la que usted presume es posible que llegue algún día, un mes o un año, no sabemos qué año, pero hablar hoy de que se está haciendo una revolución en la que es la responsabilidad de la señora Soto, que el puerto de Almería está pasando en estos momentos por una revolución es demasiado para el cuerpo de los pacientes almerienses. Y somos pacientes con los políticos.

Si lo que la presidenta de la Autoridad Portuaria, doña Rosario Soto, le enseñó en su momento son los proyectos de lo que algún día puede llegar a ser ese plan de Puerto-Ciudad, insisto, hablar hoy de una revolución es un poco fuerte. Por no decir que es toda una falacia. Lo que en su día se nos presentó a los ciudadanos no cumplía sobre lo que los almerienses esperaban y siguen esperando de esa revolución en el puerto que nos anuncia el Partido Popular. Dos retoques, un edificio nuevo para la autoridad, y sin entrar en el fondo de lo que se ha venido prometiendo como unión entre el puerto y la ciudad.

Algún trabajo en la zona de las Almadrabillas, cable francés y no mucho más es lo que se nos vendió en aquella ya lejana presentación a los ciudadanos, y de la que no se sacó esa imagen de revolución que se nos quiere vender ahora, así como tampoco de satisfacción ante lo que se espera sea la comunión entre los dos grandes protagonistas. Nos encanta cómo ha quedado el Cable Inglés, y las posibilidades que se le quieren buscar, pero no creemos que eso sea la revolución que se espera.

Desde los tiempos de don Pedro Lozano como presidente los almerienses perdieron el contacto con el puerto, y esa revolución de la que nos habla en señor Sanz, don Antonio, no nos lo devuelve a los vecinos. Dicen que eso será una cuestión a estudiar en una segunda parte. Ya estamos con las segundas, y dice el refrán que segundas partes nunca serán buenas, si es que llegan algún día. De la primera poco se sabe todavía, y menos de revolución, por lo que hablar de la segunda no deja de ser una temeridad. Para qué vamos a preguntar por ella.

Pero debe ser que las revoluciones para nuestros políticos están solo sobre los papeles y en los puestos que consiguen gracias a esa actividad política. Y el cargo de don Antonio Sanz al lado de Juanma supuso una sorpresa. ¿O fue una revolución?