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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Hace unos años, corría el dos mil catorce, al frente de la Junta de Andalucía (más parecía vista de Almería la de Sevilla), andaba mandando el Psoe en sus chiringuitos. Eran tantos los gastos que tenían ante las penurias del pueblo andaluz, ¿o era solo el sevillano?, que necesitaban una máquina de hacer dinero. Eran tantos los pobres a los que dedicar sus subvenciones, que el dinero andaba escaso en las arcas del gobierno andaluz (¿o era sevillano?).
Las tarjetas de oro en manos de grandes directores y prebostes de la Junta corrían de chiringuito en chiringuito. Hasta llegaba a asar vacas, pregonaban sus familias con orgullo. No necesitaban leña, las llamas azuladas, a veces con ribetes verdes, eran de los billetes de euros con las que asaban esos animales bendecidos en la India.
Llegó un momento, se les debió romper la maquinilla de hacer dinero, que tuvieron que enajenar parte del patrimonio que la Junta de Andalucía (¿sería la de Sevilla?) tenía repartidas por las provincias, algunas remotas como la nuestra. Y vendieron las sedes, y se quedaron en las mismas de alquiler. El contrato era de veinte años.
¿Para qué necesitaba aquellos millones la presidencia de la Junta? ¿En qué se los gastó? Nunca se supo. La transparencia nunca ha sido el fuerte de los políticos, no solo los del Psoe. Les encanta andar en medio de las sombras, en la oscuridad los políticos se mueven como los príncipes del submundo.
Los veinte años de aquella operación han pasado, al frente del poder está en estos momentos el hombre tranquilo del Pp, el malagueño Moreno Bonilla. Y el hombre va y nos dice que se ha negociado la compra de las sedes vendidas en su día, en Almería cinco. Y que van a suponer un ahorro de unos cuantos millones de euros anuales a las arcas de la Junta. Si tuviéramos todos los datos de la operación de hace veinte años, y los actuales de la que ahora se va a cerrar, podríamos tener una opinión más clara sobre los beneficios que han supuesto para nuestra provincia, si es que ha habido alguno.
Dirán ustedes que no confío demasiado en lo que nos llega desde las orillas del Padre Betis, pero es que, a lo largo de los años, y perdonen ustedes la expresión, para los gobiernos de la Junta de Sevilla hemos sido el culo del mundo. Por no recibir, ni un euro llegó a Almería de los famosos Eres, y miren ustedes que repartieron y con alegría, asados de vacas y otras lindezas cientos de ellos por algunas provincias de la llamada Andalucía la baja, pero a la periferia, ni polvo de talco nos llegó.
Supongo que algún economista serio debe tener en plantilla la Junta de Moreno, y él nos debía explicar en qué ha consistido la operación de las sedes, la venta de hace veinte años, el alquiler durante todos estos y la compra que ahora se va a llevar a cabo. Los políticos juegan con los millones que no son suyos con una alegría, con una desvergüenza, con unos intereses que debía llevarlos, como mínimo, a sentarse ante un juez. Pero eso sí, un juez independiente, no un Pumpido cualquiera.
Se dice que la Junta cobró trescientos (300) millones por la venta de los edificios de toda Andalucía. ¿Saben cuánto ha pagado en alquileres por los mismos locales durante estos veinte años? Se dice que setecientos. 700 millones. ¡Menudo negocio debió ser para algunos, con razón tenían billetes para asar vacas!
Las tarjetas de oro en manos de grandes directores y prebostes de la Junta corrían de chiringuito en chiringuito. Hasta llegaba a asar vacas, pregonaban sus familias con orgullo. No necesitaban leña, las llamas azuladas, a veces con ribetes verdes, eran de los billetes de euros con las que asaban esos animales bendecidos en la India.
Llegó un momento, se les debió romper la maquinilla de hacer dinero, que tuvieron que enajenar parte del patrimonio que la Junta de Andalucía (¿sería la de Sevilla?) tenía repartidas por las provincias, algunas remotas como la nuestra. Y vendieron las sedes, y se quedaron en las mismas de alquiler. El contrato era de veinte años.
¿Para qué necesitaba aquellos millones la presidencia de la Junta? ¿En qué se los gastó? Nunca se supo. La transparencia nunca ha sido el fuerte de los políticos, no solo los del Psoe. Les encanta andar en medio de las sombras, en la oscuridad los políticos se mueven como los príncipes del submundo.
Los veinte años de aquella operación han pasado, al frente del poder está en estos momentos el hombre tranquilo del Pp, el malagueño Moreno Bonilla. Y el hombre va y nos dice que se ha negociado la compra de las sedes vendidas en su día, en Almería cinco. Y que van a suponer un ahorro de unos cuantos millones de euros anuales a las arcas de la Junta. Si tuviéramos todos los datos de la operación de hace veinte años, y los actuales de la que ahora se va a cerrar, podríamos tener una opinión más clara sobre los beneficios que han supuesto para nuestra provincia, si es que ha habido alguno.
Dirán ustedes que no confío demasiado en lo que nos llega desde las orillas del Padre Betis, pero es que, a lo largo de los años, y perdonen ustedes la expresión, para los gobiernos de la Junta de Sevilla hemos sido el culo del mundo. Por no recibir, ni un euro llegó a Almería de los famosos Eres, y miren ustedes que repartieron y con alegría, asados de vacas y otras lindezas cientos de ellos por algunas provincias de la llamada Andalucía la baja, pero a la periferia, ni polvo de talco nos llegó.
Supongo que algún economista serio debe tener en plantilla la Junta de Moreno, y él nos debía explicar en qué ha consistido la operación de las sedes, la venta de hace veinte años, el alquiler durante todos estos y la compra que ahora se va a llevar a cabo. Los políticos juegan con los millones que no son suyos con una alegría, con una desvergüenza, con unos intereses que debía llevarlos, como mínimo, a sentarse ante un juez. Pero eso sí, un juez independiente, no un Pumpido cualquiera.
Se dice que la Junta cobró trescientos (300) millones por la venta de los edificios de toda Andalucía. ¿Saben cuánto ha pagado en alquileres por los mismos locales durante estos veinte años? Se dice que setecientos. 700 millones. ¡Menudo negocio debió ser para algunos, con razón tenían billetes para asar vacas!