El robo


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Es evidente que “El robo” de hoy no se refiere a lo que los políticos hacen de nuestros derechos y de los impuestos que nos imponen, y que no deja de ser un robo a mano armada. De las tasas que nos obligan a pagar o de los precios públicos que ponen según sus intereses. Tampoco se trata de los viajes de los políticos y séquito de asesores, pagados con el dinero de los contribuyentes a ferias y cachondeos varios. Nada de eso, ni siquiera del dinero que se gastaba Tito Berni, o el señor Lanzas y que en su gran mayoría salía de los bolsillos de los mismos.

El robo que ha levantado el ánimo de los almerienses ha sido el perpetrado en el Estadio Santiago Bernabéu, y que ha tenido a un árbitro como protagonista, a un beneficiado como es el Real Madrid, y al gran perjudicado, que no ha sido otro que el equipo almeriense. El colista de la primera, y que estaba llamado, según transcurría el partido, a salir victorioso del partido ante el llamado campeón.

Con el dos cero del descanso, con un Almería que controlaba el partido y con un conjunto merengue que andaba escondido o perdido entre el césped del Bernabéu, eran muchos los aficionados almerienses que a través de la tele veían vencedor a su equipo. Estaban jugando mejor, se imponían en todas las filas a los jugadores madridistas y daban la impresión de que serían los firmantes de una gran victoria en el campo del Madrid. No contaban con el árbitro, no contaban con el VAR. Y los minutos de la segunda parte se fueron haciendo angustiosos.

Se veía una mano que jugaba a que el equipo visitante perdiera el encuentro, y entre penas máximas, hombros, brazos y cabezas, el Almería veía, con coletazos de rabia entre su afición, que el partido no solo lo estaban jugando los veintidós jugadores, que el de negro ponía su pito a favor del grande y que el invento del VAR venía a certificar el ocaso al que se le quería llevar al equipo que se enfrentaba al Madrid.

¿Cuántos minutos dura un partido? Los jugadores del Almería le pedían al árbitro la hora. Y este parecía, desde la lejana pantalla del LG, que iba a mantener el encuentro hasta que uno de los dos equipos marcara el gol de la victoria. No estaba escrito en aquellos momentos que fuese el Almería. La fuerza y la moral se iban perdiendo tras los sucesos vividos, pero no solo esa pérdida se daba en los jugadores, la afición almeriense veía el robo que estaba sufriendo su equipo, y la impotencia y la rabia se hizo patente en los mensajes entre los familiares, los amigos, y hasta los enemigos.

El robo se consuma. Habían pasado casi diez minutos del noventa y llegó el gol que esperaba el árbitro, y con él la derrota del Almería. Y la afición lloró. Estaba acostumbrada en esta temporada a perder, pero tuvo la victoria tan cerca, tan a mano y contra el que llaman mejor equipo del mundo, que el robo se le atragantó, no lo pudo soportar y lo gritó con rabia y coraje a todo el mundo a través de los móviles.

¡Nos han robado la victoria, nos han robado el partido!