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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Los martes suelo desayunar con los amigos, copa de palomilla, descafeinado con leche, media de tortilla con tomate el día que nos sorprende Gabriel, que es casi todos ellos. Le sale la tortilla de patatas, que ya me gustaría que mi señora aprendiera, pero dice que las de Mercadona son buenas y que me apañe. Y ahí ando, apañando los bolsillos del señor Roig.
Tras el desayuno, y antes de que Paco inicie su partida de dominó, el vendedor de los iguales de la Once aparece por la plaza. Cupón del día, a veces el extra, y siempre un rasca, u dos, que esto de rascar se ha convertido en un vicio nacional que anda arruinando familias. Por rascar, hasta el presidente de los andaluces, el señor Moreno Bonilla, Juanma para los amigos, hacía propagando del rasca en una de sus intervenciones en el parlamento sevillano.
Creo que la dirección de la Once debería pagar de alguna manera el favor publicitario que le hacía el hombre bueno del Pp andaluz, ese hombre al que quieren con locura los ciudadanos freseros de Huelva. No se me vaya a las fresas, que ese tema no toca hoy, que se parece usted al más radical de los racistas catalanes que se conocen, que cuando le preguntaban lo que no quería contestar decía aquello de: Hoy no toca, y se quedaba tan pancho y tan democrático. Sí, me refiero a Pujol, el de las cuentas opacas, el de Banca Catalana, el del libro en contra de los andaluces, el que preside el clan que más ha logrado que vuele el dinero en su tierra, y al que los jueces ni lo tocan, y ahora lo quiere amnistiar el del mocho en la cabeza y el Sánchez del Psoe tragará.
Vale, perdón, vamos al rasca.
Le estaba dando caña el Psoe al Pp en el parlamento con la historia de la foto, la foto en la que aparecía una cola de usuarios ante uno de los centros de salud de Almería. Le dijeron de todo, pobre Juanma, como es de esperar cuando el socialismo está en la oposición. Pero en esta ocasión, miran por donde tuvo una salida que se puede considerar afortunada, y que me hizo recordar los martes, la palomilla, la tortilla de Gabriel y el rasca de la Once.
Con la tranquilidad que se desprende de su figura, con esa carita que tiene el hombre de no haber roto nunca un plato. El presidente andaluz se dirigió, más bien a los que no estaban en la cámara, los que seguíamos la sesión por la tele, para de una forma práctica, deshacer el argumento de la llamada izquierda del Psoe. Cojan ustedes la foto, dijo el presidente, poniendo boquita de piñón. Rasquen en ella, lo repitió, rasquen en ella (menuda publicidad le estaba haciendo a la Once y a su rasca), y verán que no se corresponde con lo que nos está contando la oposición. Esas personas que se ven en la cola (si ustedes rascan, en esta ocasión el rasca es mío), se trata de unos usuarios del Sas que estaban convocadas para unos análisis.
Aclarando, las personas no estaban para pedir una cita, según parece tras el rasca, que es lo que denunciaba el Psoe, estaban en la cola porque habían sido citadas para hacerse unas pruebas analíticas. Estos de la Once y su rasca sirven incluso para solucionar los problemas que ofrece la política. Y dicen que no ven los ciegos. Si lo hicieran.
Tras el desayuno, y antes de que Paco inicie su partida de dominó, el vendedor de los iguales de la Once aparece por la plaza. Cupón del día, a veces el extra, y siempre un rasca, u dos, que esto de rascar se ha convertido en un vicio nacional que anda arruinando familias. Por rascar, hasta el presidente de los andaluces, el señor Moreno Bonilla, Juanma para los amigos, hacía propagando del rasca en una de sus intervenciones en el parlamento sevillano.
Creo que la dirección de la Once debería pagar de alguna manera el favor publicitario que le hacía el hombre bueno del Pp andaluz, ese hombre al que quieren con locura los ciudadanos freseros de Huelva. No se me vaya a las fresas, que ese tema no toca hoy, que se parece usted al más radical de los racistas catalanes que se conocen, que cuando le preguntaban lo que no quería contestar decía aquello de: Hoy no toca, y se quedaba tan pancho y tan democrático. Sí, me refiero a Pujol, el de las cuentas opacas, el de Banca Catalana, el del libro en contra de los andaluces, el que preside el clan que más ha logrado que vuele el dinero en su tierra, y al que los jueces ni lo tocan, y ahora lo quiere amnistiar el del mocho en la cabeza y el Sánchez del Psoe tragará.
Vale, perdón, vamos al rasca.
Le estaba dando caña el Psoe al Pp en el parlamento con la historia de la foto, la foto en la que aparecía una cola de usuarios ante uno de los centros de salud de Almería. Le dijeron de todo, pobre Juanma, como es de esperar cuando el socialismo está en la oposición. Pero en esta ocasión, miran por donde tuvo una salida que se puede considerar afortunada, y que me hizo recordar los martes, la palomilla, la tortilla de Gabriel y el rasca de la Once.
Con la tranquilidad que se desprende de su figura, con esa carita que tiene el hombre de no haber roto nunca un plato. El presidente andaluz se dirigió, más bien a los que no estaban en la cámara, los que seguíamos la sesión por la tele, para de una forma práctica, deshacer el argumento de la llamada izquierda del Psoe. Cojan ustedes la foto, dijo el presidente, poniendo boquita de piñón. Rasquen en ella, lo repitió, rasquen en ella (menuda publicidad le estaba haciendo a la Once y a su rasca), y verán que no se corresponde con lo que nos está contando la oposición. Esas personas que se ven en la cola (si ustedes rascan, en esta ocasión el rasca es mío), se trata de unos usuarios del Sas que estaban convocadas para unos análisis.
Aclarando, las personas no estaban para pedir una cita, según parece tras el rasca, que es lo que denunciaba el Psoe, estaban en la cola porque habían sido citadas para hacerse unas pruebas analíticas. Estos de la Once y su rasca sirven incluso para solucionar los problemas que ofrece la política. Y dicen que no ven los ciegos. Si lo hicieran.