"El objetivo del Teléfono de la Esperanza es ayudar a gente angustiada"

Isabel Orland, presidenta de la asociación en Almería, habla de la labor que desarrollan, acompañando a quienes se sienten solos, como en el programa ‘Escuchando a los mayores’ de la Diputación de Almería



ALMERÍA HOY / 22·11·2023

- ¿Qué es el Teléfono de la Esperanza?
- Una asociación laica fundada hace 52 años por el jesuita Serafín Madrid. El padre observó que había muchas personas solas y que el teléfono podía ser un recurso mágico capaz de romper esa soledad. El primer centro comenzó a funcionar en Sevilla. Hoy existen 29 desde los que, además de la atención telefónica, prestamos otros servicios.
- ¿Cómo cuáles? - Fundamentalmente, cuidar la salud emocional de personas en crisis. Nuestro ADN es ayudar a gente angustiada. No les proporcionamos consejos, sino armas para solucionar sus problemas. Consideramos muy importante que tomen sus propias decisiones.
- ¿De qué arsenal disponen?
- De uno muy variado y bastante eficaz: Entrevistas personales, asistencia psicológica, talleres, cursos, charlas en barrios… Todo gracias a voluntarios que atienden a quienes les necesitan y a la ayuda de administraciones como la Diputación de Almería.
- Ya que menciona a la Diputación, la Institución Provincial colabora con ustedes en un programa, ‘Escuchando a los mayores’, ¿en qué consiste?
- En acompañar a mayores en soledad. Son muchos los que se sienten desatendidos de afecto; solos y aislados; desamparados por diversas cuestiones personales. Nuestros voluntarios hablan con ellos una vez a la semana rompiendo la incomunicación en que viven. Siempre les llama la misma persona y a la misma hora. De esa forma se genera un vínculo muy importante.
- ¿Llegan a abrirse y crear lazos con los voluntarios?
- Unos más que otros. Algunos tienen familiares que les visitan incluso a diario, pero prefieren compartir algunas cosillas con alguien de fuera. El Teléfono de la Esperanza crea una relación muy entrañable. Ellos comentan sus problemas y, desde la experiencia, nosotros intentamos enfocarlos de manera que sean capaces de encontrar la solución. También se desahogan sobre discrepancias dentro de la familia. El teléfono es muy importante para estas personas. Es su conexión con el mundo. En el día a día, nos cuentan operaciones sus problemas de salud, visitas a los médicos. Confían en nosotros y se abren a la confidencia.
- ¿Ayudan a personas con trastornos vinculados a una edad avanzada, como la demencia senil?
- Tratar a personas con personas que sufren ese trastorno precisa una sensibilidad especial. Algunas buscan nuestra ayuda porque trabajamos mucho la salud mental; también atendemos a suicidas. Necesitamos voluntarios muy bien preparados para poder ayudarles.
- Y dispuestos a hacerlo de manera altruista.
- Es verdad que lo hacemos de manera desinteresada, pero, en cierto sentido, recibimos mucho más de lo que damos. La experiencia nos sirve en nuestra propia vida para tratar a familiares mayores. En cualquier caso, la generosidad hace feliz a quien la practica.
- ¿Reciben, al menos, algún reconocimiento?
- Creo que la gente reconoce la labor que hacemos, aunque no es algo que nos preocupe. Tan solo pretendemos hacer el bien y nos dejamos la piel por la salud mental de las personas.
- En cuanto al suicidio, ¿es cierto que está aumentando el número de casos?
- Por desgracia, el problema va a peor. Sí, cada vez se registran más intentos. Es cierto que un buen número corresponde a personas que únicamente pretenden llamar la atención, pero hay que tener la preparación necesaria para detectar a los críticos y avisar a los servicios de emergencias. No llegar a tiempo te deja tocado.
- ¿Se dejan ayudar estas personas?
- Creo que, en el fondo, intentan que alguien les salve. Si no, bastaría con dejar una nota.
- ¿Y ustedes logran salvarles a pesar de lo negra que ven la vida?
- Pero esa sensación es engañosa. Ven la vida así porque nadie enciende otra luz. Nosotros intentamos insuflarles un atisbo de esperanza. O, por lo menos, ganar tiempo. Convencerles de que aguarden al día siguiente. Es muy difícil enfrentarse a esas situaciones. Precisan mucha preparación, y también cariño.
- ¿Cuál es el perfil del suicida?
- Está cambiando. Hasta hace poco, eran personas de mediana edad en adelante. Ahora son muchos los jóvenes con esa tendencia. De hecho, nuestra campaña se dirige a ellos. La juventud está un poco perdida.
- ¿A qué cree que se debe esa deriva?
- A que tienen demasiado a su alcance. Les damos todo y se frustran con mucha facilidad cuando no pueden conseguir algo. Se derrumban cuando se llevan el primer palo. La vida endurece, aunque no a muchos jóvenes y adolescentes que no llegan a asumir lo complicado que es vivir. Hablamos de los jóvenes cuando también los mayores experimentan la tentación de quitarse la vida, pero es más limitado el número de los que llegan a hacerlo. Muchos desisten por las consecuencias que el suicidio acarrea a los hijos. Son más responsables.